Razón y escritura en Don Sem Tob, 4ta. parte

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Las  estas coplas se iban recitando paso a paso por Agustín García Calvo a lo largo de la charla, pueden oírse en el siguiente enlace:
http://bauldetrompetillas.es/agustin-garcia-calvo/cosas-varias/razon-y-escritura-en-don-sem-tob/

Parece que en esto, que no suele llamarse sermón ciertamente, pero en cualquier discurso de éstos de clausura de unas Jornadas semejantes, lo que correspondería preguntarnos es qué hemos estado haciendo. Una pregunta que no soy el más adecuado para intentar responder, porque sólo he participado parcialmente en las sesiones, y, sin embargo, planteo: ¿qué hemos estado haciendo, tanto los ponentes como los curiosos que han participado de lleno en las Jornadas, como la gente del pueblo que habeis tenido a bien acompañarnos, por lo menos en las sesiones?

Por supuesto que se puede decir mucho bueno de lo que, a mi noticia, y en la parte que he estado presente, se ha estado haciendo por parte de los estudiosos, de los ponentes. Hemos tenido mucho para aprender en el sentido no sólo de la erudición, digamos, es decir, de la acumulación de saberes, esa ilusión tan dominante en nuestro mundo de que cada uno tiene que ir aportando su granito de arena para que entre todos hagamos el saber, la ciencia común, una ilusión torpe y sangrienta, (esto merece todas las denuncias: era lo que Juan de Mairena, en el libro de Machado denunciaba, diciendo: «Lo que sabemos entre todos, eso es lo que nadie sabe»), no sólo en el sentido de la erudición, del saber: en el sentido de otra cosa que me interesa mucho más, que es la investigación, tomando la palabra de la manera más etimológica posible, es decir, la busca y rebusca de las huellas de algo perdido y, sobre todo, de algo oculto, tapado, precisamente por los saberes, por los falsos saberes —por hacer un poco de redundancia—, porque me permitiría decir que todos los saberes son falsos; mientras que, en cambio, este movimiento al que llamo investigación, podría no tener por qué caer bajo la misma condición. Digo, pues, que sin duda mucho hemos tenido que aprender, no ya en cuanto a saberes y erudición, sino en cuanto a investigación, en el sentido que la propongo, por parte de los estudiosos, hebraístas en especial, que han participado en estas Jornadas, desde el ejemplo, verdaderamente ejemplar, del profesor Haim Beinart, que fue hace muchos años desde su Letonia natal a Israel, y desde Israel viniendo nada menos que hasta este estremo de Europa, este «rabo por desollar», que decía Antonio Machado, para recorrer estos pueblos de Estremadura, de los que él mismo nos hablaba el otro día, a la busca de datos, restos, con los que practicar eso que llamo investigación, desde él hasta nuestro Marciano de Hervás, que también, a su manera, ha practicado la investigación, en el sentido de desbrozamiento o negación o supresión de las malas ideas, lo cual lo refería tanto a la cuestión de las calumnias contra judíos como, incluso, a la propia existencia del barrio judío de Hervás, en la ruta en que nos acompañó, que es también otra forma de investigación negativa, y así podría irlo diciendo, yo pienso que en general, de los que han intervenido en estas Jornadas, que ha habido una verdadera labor de investigación, es decir, de corrección de ideas recibidas respecto a judíos, juderías, y también respecto a Estremadura, España y el mundo en general. Así desearíamos que fuera, sobre todo. Otro ejemplo es también cuando Díaz Esteban nos traía la figura de Daniel Rubení, que parece sumamente apropiada para desvirtuar cualquier idea que uno pueda tener de lo que es un judío, como él mismo ponía bien de relieve.


A estas cosas de carácter esencialmente negativo, como las que llamo investigación (y no voy a poder seguir derramando mis alabanzas sobre el resto de participantes, en parte porque no he podido verlo por mi parte tanto como habría querido), todo esto se puede decir, estas alabanzas nos podemos echar.

Pero sería infame, sería engañarnos a nosotros mismos, los propios estudiosos, y engañar a los participantes del pueblo que han venido a visitamos, el desconocer, el ignorar que todo esto se produce en un mundo, en una Realidad.
En esto no puedo detenerme: se da una contraposición entre lo que como gramático suelo contraponer como este mundo en el que tú y yo hablamos, este mundo inmediato, y la Realidad; la Realidad que no es el sitio donde se habla, sino aquello de lo que se habla y que está justamente costituida en gran parte por ideas. Hay una guerra entre lo uno y lo otro, y olvidarnos de que este encuentro se ha realizado en una Realidad social, cultural, bien determinada, sería, como digo, engañoso, infame en cierto sentido. Se ha dado esto dentro del dominio de la Cultura, que en la actualidad se ha convertido en la primer arma del Poder de los países llamados Desarrollados, en el Estado del Bienestar. No hay ejército, policía, ni ministerio de Justicia que en estos Estados pueda compararse en fuerza y en dominio con la Cultura, tenga a su nombre ministerios o no los tenga, pero en todo caso es el arma principal. No se olvide que llamo Cultura a todo lo que debo, con la televisión a la cabeza, el primer órgano cultural.

Sería olvidarnos, pues, de que estamos en medio de este dominio de la Cultura. Este dominio de la Cultura es, al mismo tiempo, el dominio del Dinero.

Como a ustedes se han hartado de decirles los ideólogos, hemos llegado al final de las ideologías, como si el Dinero no fuera una. Efectivamente, ha habido un reemplazamiento de las otras por la única del Dinero. Este Dinero es el que promueve y sostiene, por supuesto en primer lugar, los congresos de ejecutivos, ejecutivos de Dios que tratan de sus negocios y que tienen para eso salas por todos los hoteles de cinco estrellas del mundo, salas dedicadas a que se reúnan y lleven a cabo esas famosas discusiones donde se deciden los destinos del mundo y del Dinero, esas discusiones en las que no puedo ni siquiera pensar sin caerme aquí mismo de aburrimiento, pero que para eso están, para cumplir esa función, sí, pero también, de una manera secundaria y complementaria, promueve y sostiene reuniones de otro orden, entre las cuales habría que incluir estas Jornadas y este encuentro. También esto al Dinero le interesa; porque es preciso que haya reuniones de cualquier cosa, que haya reuniones de espertos en numismática, de discutidores de la generación poética de esta generación o de la otra, todo lo que les pueda parecer más inútil; porque también este capítulo de las discusiones de especialistas sobre cuestiones nítidamente culturales, el Dinero estima que son una inversión. Si no (no nos engañemos) no estaríamos aquí.

No tengo por qué citar los organismos que en este caso representan lo que llamo Dinero y que han sostenido estas Jornadas, esto es evidente. Se piensa que cualquier cosa, por alejada que parezca de los negocios, es también útil para darle fuerza a este Dinero astracto del que vengo hablando. Se espera allá en lo Alto que también lo más inútil, lo más puro, lo más especial, le rinda, que sea rentable, que sea, como ellos dicen, una buena inversión.

Que se engañen o no es otra cuestión pero, por supuesto en la intención de esa promoción cultural está rigiendo esto. Esta es la última forma de dominación del pueblo a la que llamo Dinero.

El Dinero es, al mismo tiempo, en este sentido, la última forma de Poder (la última porque es la actual, del Futuro no sé nada; el Futuro es cosa de Ellos), y es (y ahora voy a blasfemar en las tres religiones al mismo tiempo, en judaico, en arábigo y en cristiano) es la última cara de Dios. Me valgo de esa presentación de la cara de un monarca en la moneda, que es tradicional, y pongo en lugar de ese monarca terreno, el monarca celestial como corresponde. Es la última cara de Dios; eso es el Dinero.

Y por acá abajo, la gente, lo que tenemos de gente por debajo de la persona de cada uno, sabe que nada puede, nada es compatible con el Dinero; que hay una enemistad sin transigencia, sin paz: nada bueno, nada palpable, nada rico, nada sustancioso, nada que sea vida puede ser compatible con el Dinero. El Dinero convierte todo eso en una astracción, es decir, en unos sustitutos de lo mismo, que se vende en el lugar de aquellas cosas palpables que se supone que antes había. Esto es lo que decía que sería un poco infame olvidar.

Para terminar, tengo una vez más que volver al «sin embargo»; porque, si no, tampoco sería esacto, aparte de que a ustedes a lo mejor les parecía mal, si termino de esta manera, a lo mejor acababan enfadándose conmigo; pero no sólo por este temor, sino porque no sería esacto. Sin embargo, este proyecto de dominio cultural no es tan perfecto ni tan cerrado como los ejecutivos de Dios, del Dinero, se lo creen.

No es tan perfecto este dominio, caben siempre imperfecciones, caben equivocaciones. Quiero decir que ni todo el mundo del Desarrollo ni toda la Realidad que se nos vende en lugar del campo inmediato en que tú y yo hablamos, ni tampoco toda la Realidad de cada uno de nosotros mismos, que por fortuna siempre somos contradictorios, ambiguos, vagos y perdidos (más o menos, ni lo uno ni lo otro) está del todo hecho, definitivamente cerrado; no es tan firme, tan definitivo.

Como antes sugería, a propósito de la escritura, hay por debajo de todo ello una especie de razón común, que es el lenguaje del pueblo, y aquello de pueblo que queda por debajo de cada uno de nosotros.

Esta razón es la que va destruyendo ideas, puesto que el Dominio se asienta necesariamente sobre la mentira, sobre la falsificación (no hay otra forma de dominio posible), es decir, sobre la imposición de ideas.

Este razonamiento que viene de abajo va continuamente destruyendo, desvirtuando el poder de esas ideas, acabando con él. Y, cuando antes, al principio, aludía y alababa a los participantes respecto a la investigación, estaba aludiendo a esa confianza de que también aquí, estos días, la razón, el sentido común, por el medio de la erudición y más o menos de acuerdo con ella, ha estado sirviendo para este fin de destruir, de desvirtuar las ideas: la idea de ‘judío’, por ejemplo, también la idea de ‘estremeño’ o de ‘Estremadura’, en segundo lugar, y cualquier otra forma de ideas de las que pudiéramos considerar dominantes.

Me gustaría poder decir que mucho de esto se ha estado haciendo aquí estos días.

Y con la formulación de este deseo doy por concluidas estas Jornadas.

Agustín García Calvo Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos Hervás, 16, 17, 18 y 19 de marzo de 1995.

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