Las recientes declaraciones del general Aviv Cojavi, jefe del ejército israelí, en torno a la probable actitud del país si Irán acierta a culminar la producción del arma nuclear hacen recordar las intenciones de Netanyahu y de Barak hace una década cuando había algún diálogo entre ellos y compartían la dirección del país. Les preocupaba entonces la intención iraní en favor de armas nucleares con el apoyo – al menos indirecto – de Corea del Norte. Para neutralizarla ambos se inclinaron entonces a movilizar la fuerza aérea y marítima con el propósito de destruir las bases que Teherán estaba levantando con este propósito.
Y entonces ocurrió algo que los sorprendió y aún sorprende: la alta plana del ejército y de los servicios de espionaje del país rechazaron esta posibilidad tanto por innecesaria como por las negativas reacciones que suscitaría en el horizonte internacional. Netanyahu y Barak debieron entonces ceder.
Este escenario parece repetirse en estos días con un cambio fundamental. Las advertencias dirigidas a Irán se originan en estos días en el liderazgo de las fuerzas armadas y cuentan con el apoyo del Mossad. De momento no se conoce la actitud de la coalición gubernamental al respecto, aunque cabe suponer que en términos mesurados coincide con la del general Cojavi. En cualquier caso, el mensaje se dirige al nuevo residente de la Casa Blanca y tiene por objetivo frenar las intenciones de Irán que en estos días festeja el desplazamiento de Trump.
Cabe suponer que el presidente Biden esbozará en breve sus intenciones en el Medio Oriente haciendo referencia no sólo a estas intenciones de Teherán. Incluirán otros temas como la colonización de Judea y Samaria y el establecimiento de un Estado palestino. Temas que exigen un gobierno estable en Israel, gobierno que tal vez se levantará después del torneo electoral de marzo. Hasta entonces conviene esperar.
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