Recordar el Holocausto es preservar la memoria histórica

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Esta semana quiero hablar sobre un tema que, conforme pasan los años y las décadas, parecería un tema lejano, pero que más que nunca merece estar presente en nuestras mentes: el Holocausto, sus víctimas, y la importancia de recordarlos.

Cada 27 de enero, se observa el Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, que coincide con el aniversario de la liberación de Auschwitz, en 1945. Desde que se celebró por primera vez en 2001, Reino Unido fue uno de los primeros países del mundo en conmemorar un evento de esta magnitud.

Si bien es cierto que gran parte de la generación de las y los sobrevivientes de este atroz capítulo de la historia han fallecido, sus memorias han quedado plasmadas en libros, películas, museos y demás expresiones de arte. Todo esto conlleva a un factor clave para la memoria histórica: la educación. De hecho, en Reino Unido, el Holocausto es parte de la educación formal de las infancias y las juventudes. Y, sin duda, esto es algo con lo que crecí, tanto en lo académico como en lo personal. Su servidor, como hombre judío, tuvo familiares lejanos que radicaron en Europa del Este y que, por desgracia, fueron víctimas del Holocausto.


Actualmente, México es conocido por ser un país con una larga tradición de asilo.

Sin embargo, en la memoria de la comunidad judía en México está presente que, durante los años de la guerra, el gobierno mexicano en turno tuvo una política restrictiva hacía la migración de personas judías, lo que conllevó a que, en 12 años de nazismo, sólo se registrara la llegada de dos mil judíos y judías a México. Tristemente, éste es un número abismalmente menor comparado con otros países del continente como Argentina, Brasil y Chile. Me alegra saber que tantos otros refugiados de otros países ahora llaman a México su hogar y ojalá se continúe abriendo las puertas de su país a quien lo necesite, sin importar su origen o religión.

También quiero reconocer que muchas personas que forman parte de la comunidad judía mexicana me han comentado que México es de los países con las menores tasas de antisemitismo en el mundo, algo digno de orgullo. Sin duda, el antisemitismo es un problema de escala global y América Latina no es excepción: en mis años como embajador en Chile, por ejemplo, fui testigo de bastantes casos del odio contra la comunidad judía. Y, con pesar, debo admitir que en el propio Reino Unido, desde hace algunos años, he sido objeto de ataques antisemitas, sobre todo en redes sociales.

El antisemitismo no sólo representa el odio, sino también la negación a recordar la historia y evitar que los errores del pasado se repitan. Por ello es importante mantener viva la memoria del Holocausto como advertencia sobre futuros genocidios y crímenes contra la humanidad. Lamentablemente, desde la Segunda Guerra Mundial se han presenciado otras instancias de violencia desmedida en todo el planeta, como los episodios en Camboya, Srebrenica, Xinjiang, Ruanda, Darfur, entre otros. Más recientemente, estamos siendo testigos de cómo el régimen ruso de Putin busca eliminar la herencia cultural, histórica y geográfica del pueblo de Ucrania. Es increíble cómo en pleno siglo XXI existan personas con pensamientos retrógrados y sin sentido de humanidad.

Es evidente que nuestro mundo es frágil y vulnerable, por lo que no podemos mantenernos indiferentes. Todos y todas debemos desafiar los prejuicios y el lenguaje del odio. Seamos críticos y vocales contra la violencia, reconozcamos las oportunidades para ser mejores, y sobre todo, recordemos a aquellas personas sobrevivientes de esos momentos oscuros de nuestra historia.

Sigamos la conversación. Espero sus
comentarios en [email protected] y
en Twitter @UKinMexico y JonBenjamin19.

*Embajador del Reino Unido en México

2 comentarios en «Recordar el Holocausto es preservar la memoria histórica»
  1. Durante casi 55 años compartí mi vida con una mujer judía de origen cuyo padres tuvieron la suerte de poder salir de Austria en 1938, y debo decir que esto se debió a un aviso mi suegro recibió de parte de un ex compañero suyo de ia universidad quien, para el asombro del padre de mi esposa, pertenecía a la SS. Nos contaba que cuando escucharon el y su familia unos golpe en la puerta, y abrieron ésta, al ver a un hombre con el uniforme negro de las SS, pensaron que ya les había llegado la hora en que serían deportados. El hombre le dijo a mi suegro: “Norberto tú y tu familia figuran en las listas de quienes serán deportados mañana, así tomen lo necesario y traten de salir esta misma noche”, y esa misma noche se llevaron consigo lo necesario y huyeron en ferrocarril rumbo a Italia, y después de múltiples viscisitudes, lograron salir de Europa rumbo a Bolivia, único país que accedió a otorgarles una visa. Cuando estuve en comisión en Yugoslavia, por pertenecer al Servicio Exterior Mexicano, en viaje de vacaciones en fumos a visitar una prima mía que estaba casada con un ciudadano alemán, hicimos una visita a Dachau, el primer campo de concentración que se abrió en la Alemania de Hitler, y aunque fue muy doloroso para mi esposa, le dije que era una visita necesaria para no olvidar a todas las victimas del Holocausto, entre las cuales estuvieron sus abuelos maternos y la hermana menor de su madre. A ellos los asesinaron en un bosque cercano a Minsk, en lo que hoy es Bielorusia. Mi esposa fue la Dra. Ana Hochmann Stern, quien nació en Bolivia, vivió desde los doce años en Santiago de Chile, donde nos conocimos y nos casamos, donde nacieron nuestros dos hijos uno en 1968 y el otro en 1974, cuando fui asignado por segunda vez a la embajada de México en Chile, a donde llegamos desde Brasil, poco días antes del golpe de Estado militar, y de donde salimos en diciembre de 1974 rumbo a México, para seguir con la vida errante de los diplomáticos que en nuestro caso terminó el el 2001, cuando nos establecimos definitivamente en México y donde tuve el dolor de perderla el 14 de septiembre del 2021. Este 27 de enero la recordaremos junto a todas las víctimas del Holocausto y su familia: a su madre que murió en Chile y a su padre que falleció en México.

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