Sara una mujer religiosa entre sus años cuarenta, abordó el autobús de Jerusalén hacía Tel Aviv. Poco tiempo después se sentó a su lado una mujer más o menos de su edad. La diferencia era que esta traía una blusa demasiada escotada que no dejaba nada a la imaginación. Sara apenada por la incómoda situación, sacó de su bolso un libro de rezos y en silencio empezó a leerlo. De repente el camión enfreno de una manera muy brusca, el libro cayó de las manos de Sara y su compañera de asiento amablemente lo levantó y se lo entregó. El chofer anunció a los pasajeros que el vehículo había sufrido una descompostura, por lo que solicitaba descendieran del autobús, mientras lo arreglaba.
Sara, se sentó bajo un árbol, y al poco rato se le acerco la mujer que venía a su lado.
– ¿Le molestaría si me siento junto a usted?- le preguntó
– El lugar está libre, ¿quién soy yo para prohibirle algo?
– ¿Prohibirme? por supuesto que no, pero tengo la impresión que mi presencia le resulta incómoda.
– ¿A qué se refiere? ¿Quizás por lo opuestas que somos?-
– Exactamente…-le dijo sonriente-
– Vivimos la vida de una manera distinta- dijo Sara, -mientras le señalaba con la mano que se sentara junto a ella- mucho gusto me llamo Sara.
– Raquel, encantada.
Sara la observó con detenimiento y suavemente le dijo: -Raquel, que bonito nombre, tan bíblico como el mío.-
Sabes Sara, yo provengo de una familia muy religiosa, pero después de mi divorcio, me fui al extremo opuesto de la religión, me escapé de ella, como si se tratara de una enfermedad contagiosa y mortal.
Dime una cosa Raquel, ¿acaso no la extrañas?
– No lo sé…en realidad no sé lo que siento. Por un lado me liberé de un marido que me golpeaba y al mismo tiempo de una sociedad que lo apoyaba más a él, todo por causa de mi esterilidad.
– Comprendo la razón de tu divorcio, pero ¿por qué te separaste también de la religión? – y perdóname que te lo diga, pero tu manera de vestir es demasiado provocativa.
– Tienes razón, me gustaría que fuéramos amigas, me quede sin ninguna, ¿crees que sea posible?-
En ese momento, el chofer anunciaba a los pasajeros que podían abordar de nuevo.
Al dirigirse hacia el autobús, Sara sonriendo le dijo a Raquel: sabes, en realidad yo, no soy una mujer religiosa, sino todo lo contrario, soy súper moderna y laica, hoy me disfracé por ser purim…
Y abrazándola le dijo:
Hag-sameaj amiga!!!
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