El actual primer ministro israelí Netanyahu apenas conoce un tranquilo sueño. Las ruidosas manifestaciones de protesta en Jerusalén y frente a su mansión en Cesárea, la curva ascendente de los afectados por el covid especialmente en los multitudinarios sectores ortodoxos, su cercana presentación ante los tribunales, y la costosa posibilidad de un cuarto torneo electoral: temas que trastornan el equilibrio.
Esta última posibilidad abre múltiples conjeturas: ¿cómo y en favor de quién votará la mayoría del electorado? Fracciones hoy en la oposición jefaturadas por Bennet y Lapid multiplican el número de partidarios mientras que Ganz retrocede con rapidez. También el Likud conoce un importante declive sin dejar de ser la fracción mayoritaria. Escenario que obliga a recordar páginas de José Saramago y su Ensayo sobre la lucidez.
Pinta el escritor portugués un escenario político opresivo e incierto, en el que los ciudadanos coinciden en eludir las mesas electorales o votar en blanco, un hecho que suscita desconcierto, burlas y enojo en el opresivo sector gubernamental. Considerando la extendida desorientación de la masa israelí, los fallidos intentos para frenar al covid-19, y el reparto de dinero en efectivo a todos los ciudadanos que resultará en poco tiempo en inflación imparable, la perspectiva saramaniaga no es sólo una fantasía literaria. Puede tornarse real.
Se eleva al mismo tiempo la oscura posibilidad de un asesinato durante las manifestaciones, un hecho lamentablemente conocido en la escena del país. Perspectiva que debería obligar a las diásporas judía e israelí a unirse en una voz unánime solicitando equilibrio y responsabilidad al fraccionado liderazgo del país. En lugar de identificarse con Saramago deberían escribir una página rebelde.
Artículos Relacionados: