Durante un atardecer, mi nieta Tal y yo caminábamos por la orilla del mar en Tel-Aviv. Mientras el sol se hundía lentamente en el mar, ella repentinamente me preguntó: “Abuelita, ¿Quien es más viejo, el sol, el mar o tú?” – Su pregunta me dejó sorprendida, era sencilla pero profunda y demasiado literaria a la vez.
El mar, -le dije- tiene la misma edad que el mundo, el sol, tiene la misma edad que la luna y las estrellas. Yo tengo la edad que tú quieras… porque hace mucho dejé de cumplir años, de acumularlos; ahora solo cuento los bellos recuerdos. –“Por qué abuelita? ya no te alcanzan los dedos para contar. – me dijo en tono burlón. Riéndome le contesté: “No, no es por eso, lo que pasa es que a veces cuando juego a las barbies contigo, o cuando bailamos y cantamos, o cuando jugamos a las escondidillas, me siento de tu edad. Cuando te aconsejo, me siento madura y cuando me agacho para tomarte en mis brazos y siento que todo me duele, me doy cuenta de que ya no soy una jovencita.
Sabes, no quiero contar los años, los quiero poner en una bolsita y usar los mas bellos, los que me han dado alegrías, los que nacieron al mismo tiempo que tu…y los feos, los que con su recuerdo me entristecen, esos Tal, los dejo olvidados en una orilla, como sueles hacer tu con los juguetes que no te gustan….
Mi nieta se me acercó, y besándome en la mejilla me dijo: a lo mejor yo también algún día los querré perder, pero cuando sea viejita, porque ahora, en cada cumpleaños recibo muchos regalos, y cada velita, abuelita, es una alegría para mi.
Con mis ojos llenos de lágrimas, alcancé a ver, reflejados en el mar, los últimos rayos del sol. Ese paisaje tan maravilloso y las dulces palabras de Tal, reafirmaron mi idea de que los años no marcan nuestra edad, simplemente, cuentan el tiempo que les queremos dar…
Se que no soy joven,
mis años vividos ya no tienen edad,
solo tienen recuerdos y muchas ansias
de vivir, acariciar y amar.
Vago por los caminos
buscando cariños
atravieso los surcos del tiempo
volando a través del viento.
Frente al espejo borro los reflejos
de mi cansada piel
y maquillo mis sentimientos,
haciéndolos mas bellos cada vez…
Pues la experiencia de la vida
me enseñó, que más vale
una bella sonrisa
que un físico envidiable.
¡Yo he perdido la edad!
pero he encontrado
nuevos horizontes
que había dejado escapar…
¡CUÁNTA DELICIA SE PUEDE SABOREAR,
SIN BOCADO PROBAR!
TU SENTIR HECHO PALABRAS,
SABOR PARA EL ALMA,
GOTERO DE TU ALMA:
CONVIDÁS.
mirta s. kweksilber, empalagada de tus soles, tus mares y tus años- de la mano- de los míos.