El sol aparece por el mismo lado, la sábana está enredada y de repente a medio dormir, suena como bomba de tiempo, el despertador que avisa que ya es hora. Frei tarda en reaccionar y mientras abre los ojos, el ruido la enloquece. Hoy es día de acupuntura, hay que tomarse un café ya que después no se puede por orden del doctor. No sabe si creerle o no, pero es obediente y no quiere que se anule el tratamiento.
Se sienta a la orilla de la cama y espera que el cuerpo se acomode y sus piernas la sostengan bien. Hay que lavarse las manos y la cara, los dientes y regresar a poner en contacto sus ojos con su alma y la luz del día. Una vez despierta, prepara su agua tibia con limón y el bendito café que acompaña con un pan y mermelada;
El agua tibia de la regadera hace el resto, ha despertado totalmente Ella dice que el café cae en su cabeza haciendo el espacio necesario para poder pensar y apurarse. Hay un tráfico bastante decente. El aire fresco de la mañana es un regalo y afina las ideas. Los árboles y las flores adornan el camino recorrido. En el coche, el radio la pone al corriente. La mayor parte de lo que se dice son noticias desagradables que atemorizan. ¡Caramba! ¿No habrá noticias que calienten el corazón? Mejor escuchar música que va directo al alma y ensancha la alegría de estar viva.
No puede dejar de pensar que los seres humanos somos diferentes, y cada persona piensa distinto. Hay coincidencias y es agradable darte cuenta que otros piensan igual que tú. Lo que es bueno para uno no lo es para el otro. Eso provoca dificultad para llegar a acuerdos. Cada uno se casa con sus ideas y tratar de uniformar los pensamientos y creencias es imposible. Discutir esto o tratar de convencer a los incrédulos es una pérdida de tiempo pero muchas veces subyuga a ciertas personas. Son discusiones sin ton ni son.
Lorena no acepta más medicina que la tradicional. Su amiga Susana, la trata de convencer de formas de medicina alternativa, ella prefiere seguir batallando con su dolor de hombro. pero es su decisión. Su amiga del alma, Susi, es fan de otras formas de curación respeta que cada quién tiene derecho a sus preferencias. Quisiéramos compartir nuestras ideas, y cuesta trabajo aceptar que las creencias son tan variadas como las personas. ¿Qué es lo bueno? Cada quien lo decide en forma personal. Susana le dice: cuando menos escucha lo que te digo, corres un velo que es imposible traspasar. “A lo mejor te convenzo y eso te atemoriza”
No todos nos resistimos a las mismas cosas ni tenemos los mismos problemas. Son variadas las concepciones de cómo deberían ser las cosas. Es complicada la interacción humana. Algunas veces veo la vida hermosa y otras veces grotesca. Una danza incoherente que enloquece, nos cuestiona en nuestro quehacer cotidiano.
El resultado es un individualismo absoluto. Sin embargo, he podido darme cuenta de ese anhelo interno de una cierta comprensión de nuestras ideas, que produce malestar y dolor emocional. No son los acontecimientos de la vida lo que te causa tensión sino tu resistencia a aceptar ese hecho de la vida. ¿Crees que tú lo puedes borrar?
Toda nuestra existencia consiste en los experimentos que realizamos con ella. No cesamos de construirnos frente al paso del tiempo, inventando estratagemas, máquinas, sentimientos. Ciertos momentos quisiéramos intensificarlos y otros borrarlos. Cómo dejar de complicar las cosas y aprender a escuchar, solo escuchar sin opinar todo el tiempo.
Tenemos temor de aceptar lo frágiles que son nuestras creencias que creemos permanentes, lo fácil que se resquebrajan nuestras realidades; pueden volatilizarse con un soplo de aire. La vida no sigue una línea recta. Al voltear la cara a tu pasado surge un estremecimiento de los brincos y cambios que van sucediendo y no te hubieras imaginado.
Aquella idea que tenías de ser fuerte, se bambolea al darte cuenta de tu vulnerabilidad. Al surgir esta, das una patada mental y despliegas una sonrisa hipócrita. En tu interior sabes que es humano el cambiar de forma de pensar. Qué difícil dar esa patada mental a tus creencias y sonreír ante los demás. ¡Las agarraderas se rompen!
Nos gusta el lujo, lucir, ser valoradas. A veces nos sentimos aplastados por la indolencia, el gusto por aparentar y la cortedad de miras. Parecemos un campamento de personas frívolas e irresponsables viviendo el presente.
Nos cuesta trabajo aceptar que cada quien tiene que trajinar con sus demonios, que surgen inesperadamente. Nos sentimos simpáticos y generosos, apasionados incluso. Hay que darnos cuenta de nuestra parte de necedad y rigidez, sino esta acabará comiéndonos. La humildad de ver nuestras carencias nos permite hacer algo para quitarlas, el pensarse perfecto nos deja en un lugar en donde no hay crecimiento emocional y se cancela la posibilidad de labrar un futuro razonable. Somos humanos con errores, pero perfectibles. Saber esto nos permite construir sin caer en la auto-lástima.
Tenemos una agria mezcla de soledad y sed de fama, timidez y arrogancia, profunda inseguridad y cierta autoestima. Esto nos impulsa a salir a buscar a los otros, conversar y discutir, ofenderse y disculparse pero bajo el anhelo de estar con los otros. Esa es una buena medicina. Se anhelan tiempos que se fueron. Todo está en la cabeza y tenemos la posibilidad de elegir entre el paraíso o el infierno. Un poco de respiración y meditación, una caminata bajo los árboles pueden ser una puerta para la esperanza y la tranquilidad mental. Es bueno escuchar otras ideas, valorarlas con sabiduría y asumir que todos tenemos una parte de razón. El escuchar con paciencia e inteligencia enriquece nuestra vida. Darnos la posibilidad de diferentes opciones nos hace más ricos.
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