Se acercan las fiestas de fin de año y la maestra norteamericana, frente a la clase, conversa con sus alumnos. “Me gustaría saber como suelen pasar ustedes la Nochebuena, por ejemplo tú, Johnny Carson, ¿qué acostumbra hacer tu familia en estas ocasiones?”
Johnny se pone de pie y responde:
Bueno, maestra, nosotros somos doce hermanos y junto a mis padres siempre asistimos a la Misa de Medianoche, donde cantamos himnos, damos gracias al Señor y luego regresamos a casa y preparamos nuestras medias en torno a la chimenea, ponemos pastelitos dulces detrás de la puerta y nos vamos a acostar muy ansiosos esperando la llegada de Santa Claus para ver al día siguiente los regalos que nos trajo.
¡Muy bien, Johnny! Y tú, Charlie Donovan, ¿nos puedes contar qué hacen en Nochebuena?
Sí, señorita. Mis padres, mi hermana y yo vamos a la Iglesia a cantar villancicos, regresamos bastante tarde y ponemos galletitas y tazones de leche al lado de la chimenea, colgamos nuestras medias y nos vamos a dormir muy excitados pensando en ¡qué habrá de traernos Santa Claus!
¡Muchas gracias, Charlie! Y a ver, Eddie Brown, ¿qué nos dices?
Nosotros también hacemos lo mismo, maestra, sólo que como vivimos con nuestros abuelos, ellos también vienen a la Iglesia junto a mis padres y mis tres hermanos. Mi abuela prepara pan dulce casero, lo dejamos tras la puerta, colgamos nuestras medias igual que todos y nos vamos a dormir rogando que Santa Claus nos traiga los regalos que pedimos.
De pronto, la maestra recuerda que en su clase hay también un niño judío y entonces decide preguntarle a él.
Maurice Cohen, tú que profesas otra religión, ¿puedes contarnos qué es lo que hacen ustedes para Nochebuena?
Cómo no, maestra, -responde Mauricito- Nosotros todos los años hacemos lo mismo, una especie de ceremonia: mi papá llega del trabajo agotado, pero muy feliz. Prepara rápidamente una valija. Mi mamá, mi hermana y yo, que estábamos ya bien vestidos para la ocasión y esperándolo al lado de la piscina de nuestra casa, lo seguimos hasta su Cadillac. Subimos todos y viajamos hasta la fábrica de juguetes de mi papá. Allí, ingresamos al edificio del depósito. Y entonces, mirando embelesado los enormes estantes vacíos, mi papá exclama: “¡Muchas gracias, Jesús!”
Y entonces, voceamos a coro “Merry Christmas!” y partimos de vacaciones por un mes a las Bahamas
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