—¡John….John…!— John escucho un susurro en su oído.
—¿Qué?, ¿quién es? —.
—Somos nosotros, hemos estado aquí por siglos—.
John pudo observer a través de la ventana de una noche negra, un grupo de árboles iluminados en la línea del horizonte.
—Hemos venido a escucharte—.
John no lo comprendió, y pensó que estaba en un sueño.
John abrió los ojos y tras vestirse y abrigarse salió en su bicicleta para irse a encontrarse con Lisa. Salía vaho de su aliento. Lisa era una chica francesa hermosa de cabellera dorada y mejillas sonrojadas como los duraznos.
—¿De nuevo volvemos a los estereotipos? —pregunto Oren con sentido de humor. Lisa, una chica hermosa de cabellera dorada. O sea, es una blonda—.
—Así es, de algo hemos de vivir los escritores. Es lo que exige la industria de las editoriales, Hollywood, Broadway, Paris. Estereotipos. Esto no me va a llevar a un premio nobel, pero me va a conseguir un contrato con una editorial. Las editoriales buscan best sellers, libros para mercados dominantes—.
—Los libros están hechos de papel, son productos de la industria del papel y la tinta, y es necesario talar árboles para que la industria editorial subsista. Aun así estas dispuesto a vender tu alma a las editoriales—.
—No estamos hablando en esta novela en contra de la tala de árboles, sino en contra de zonas o bosques que no son tratados adecuadamente, y que no son reforestados—.
—¿Que tanto sabes sobre el tema? —.
—Casi nada. Otro tema para investigar en Internet. Solo te puedo decir que prefiero enviar versiones electrónicas, y estoy a favor del ebook—.
—Aunque no podemos negar que el libro impreso es un romanticismo de la cultura—.
John espero más de una hora en la entrada del bosque, donde había un letrero verde que daba la bienvenida a los paseantes. Busco en la bicicleta a Lisa y no la encontró. Como en la mayoría de las ocasiones no trajo consigo el celular por lo que no pudo llamarle. Volvió por donde vino preguntando en su mente que habría ocurrido.
—Vaya personaje este John, desea salvar a los árboles, es el abogado de los árboles, pero tiene celular—.
—Tiene celular, pero casi nunca lo lleva consigo cuando sale al bosque. Lleva una doble vida. Es un pecador, pero cuando va al templo cumple con los preceptos y rituales al pie de la letra—.
—A eso en nuestros días se le llama tradicionalista—.
—En cambio Pierre, el abuelo de Lisa, es religioso, pero… ¿no somos todos religiosos? —.
—Todo hombre tenemos un espíritu sagrado. Pero este espíritu se oculta en la relatividad de nuestros actos—.
Al llegar a su cabaña, la encontró completamente al revés, como si hubiese sido saqueada por ladrones inexpertos o como si hubiera sido sacudida por un terremoto. Llamo a Lisa y ella no contesto.
Trato de repasar en su mente su última conversación con Lisa en el restaurante de la ciudad, pero lo único que podía recordar eran sus ojos iluminados como el trigo bajo un cielo azul. También recordó haber tenido una conversación con ella sobre cuáles eran sus pasiones.
—¿Además de los negocios, tienes algún otro interés? —.
—¿Otro interés? —.
—Sí, ya sabes, cuáles son tus gustos, tus deseos, tus pasiones—.
—¿No es esa pregunta demasiado personal? —.
—Todo mundo pone sus gustos y pasiones en sus páginas de Facebook—.
—¿Deseas saber mis gustos? — pregunto Lisa juguetona.
—Bueno, no es la primera vez que nos encontramos… es decir… para firmar un contrato. Desearía saber algo profundo más acerca de ti. ¿Tocas algún instrumento? —.
—Sí. ¿Cómo lo sabes? —.
—¿El violín verdad? ¿Qué tipo de estilo de música te gusta? —.
—Todos los estilos. Pero ¿cómo lo sabes? —.
—¿Algo en particular? —.
—Me gusta la música tradicional, también la música instrumental, y por supuesto la música clásica—.
Lisa deseaba parecer algo más que una chiquilla a la que le gustaba el rock, el trance y la musca progresiva.
John levanto una silla del suelo, y se sentó pesadamente tratando de recordar las palabras de Lisa, pero le eran completamente difusas. Solo podía recordar que su pasión era la música y que tocaba el violín. John observo el piano en una esquina bajo un plástico empolvado que había pertenecido a un automóvil de carreras de un tío lejano quien ya había muerto. No podía parar de pensar en Lisa, cerró los ojos tratando de meditar y encontrarla allí, y entonces pensó en su madre Marie. Solo podía pensar en una posible conexión que podía haber en su vida: la música.
—Volvimos al tema principal— dijo Oren. —John meditabundo, mira su vida exitosa, y añora la música, que está relacionada a dos seres importantes frente a él, su madre Marie, y Lisa, una chica por la que se siente atraído—.
—Volver a la música es volver a la verdad—.
—No me parece que John sea un hipócrita, sino que para el ser constructor de muebles es una forma de pertenecer a la sinfonía cósmica, los muebles, así como las piezas de legos cuando era pequeño, son notas musicales o están compuestos de notas musicales—.
—La pregunta será si John volverá a la música, ¿cómo volverá? ¿Porque volverá? Quien lo hará volver? Es decir, a la música sin transmisión mediante objetos físicos—.
—¿Y no son los instrumentos musicales, también hechos de madera, objetos físicos? —.
—Volveremos a la tesis, que el espíritu de los arboles es este gran espíritu de la música. Quizás para ello a John le tenga que suceder algo más grave, más drástica, quizás la reflexión y la casualidad de los eventos no sean suficientes—.
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