Juan Brom, Buscador de utopías. Pieza clave de la academia mexicana

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Judíos destacados en México

Juan Brom nació en Fuerth, una pequeña ciudad del sur de Alemania en febrero de 1926. Viajó a México cuando tenía 14 años, junto con su familia, huyendo de la persecución nazi en contra de los judíos. Aquí fue donde echó raíces y nacieron sus dos hijas, Rocío y Yara.

Brom obtuvo la licenciatura, maestría y doctorado en historia en la UNAM, donde impartió la cátedra en historia universal y ciencias políticas. En 1986 fue distinguido con el Premio UNAM en docencia en Ciencias Sociales, y en 2001 fue honrado con el título de profesor emérito.

Sus temas de investigación académica se centraron, principalmente, en historia general de México, Latinoamérica y la Unión Europea, con énfasis en Alemania.


Muchos de nosotros, generaciones que nacieron entre la segunda mitad de la década de 1970 y la primera de 1980 lo recordamos por tres libros que contribuyeron a nuestra formación (o que al menos nos hicieron comprar las escuelas): Para comprender la historia, Esbozo de historia universal y Esbozo de historia de México, tres obras dirigidas a los niveles de bachillerato y que, si en su tiempo fueron uno de esos libros que rayar aburridos durante las clases, ahora —para muchos— han sido un pretexto para adentrarse a la historia y arrepentirse de, en su momento, no haber puesto un más de atención al conocimiento que se tenía entre manos.

En su obra De niño judío-alemán a comunista mexicano: una autobiografía política, presentada el año pasado, Juan Brom narra su vida sin atenerse a las precisiones históricas: él se avoca por contar “lo vivido” tal como se le recuerda, pues si a final de cuentas somos algo más que nuestro cuerpo, somos la memoria, la historia, nuestros recuerdos; lo único que en nosotros podría remitir al alma.

Su vida fue intensamente política, mas no dogmática. A su parecer, nos hacían falta más utopías, no-lugares que marquen el camino hacia “el florecimiento humano”. Para él —como para muchos— era claro: vivimos en un mundo que necesita cambios:

Existen acuerdos y desacuerdos de cómo hacerlo. No tengo la receta, tengo una aspiración expresa, tengo algunas ideas y entre ellas figuran que la producción de los bienes y servicios necesarios para el florecimiento humano sea propiedad de la sociedad, que se organicen en función de la sociedad y no de la ganancia de un dueño equis

En esa frase se concentra su visión del comunismo que va más allá de los lugares comunes y de las opiniones hormonales, del terror originado por los dogmas y las causas mal entendidas. Su vocación era por las ideas que podían darle un mejor futuro al hombre, y Adolfo Gilly, compañero y amigo del historiador, le dejó en claro durante la autobiografía de Juan Brom:

“La vida: la vida misma en tanto azares, peripecias, anécdotas, afectos y amores. Las ideas, en tanto territorio imaginario pero real donde transcurren buena parte de las peripecias y de las razones que dan sentido a la vida de este intelectual que es Juan Brom. La política como una forma específica en que ese intelectual escogió para hacer reales en la vida esas ideas, y la enseñanza que, según surge de este libro y de sus historias y según sabemos quienes lo conocemos y acompañamos desde hace más de tres décadas, es en Juan una verdadera pasión, reflejada en sus libros pero aún más materialmente en su relación de años con sus miles de alumnos.”

El 28 de Marzo de 2011 falleció esta pieza clave de la academia mexicana, pero nos dejó sus ideas habitando en su obra escrita y en todos sus alumnos que poco a poco se unen a las condolencias y celebran la suerte de haberlo tenido como maestro. Esperemos encontrar algún día esas utopías que, si bien no se realizarán, por lo menos marcarán un camino.

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Fuente: VivirMexico.com

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