Inclusión y derechos LGBT+ en la comunidad judía: el llamado contra la discriminación

La reflexión sobre la importancia de acoger a las personas gays en el seno de la comunidad judía destaca la necesidad de superar prejuicios y abrazar la diversidad Por:
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No existe una mejor descripción para las palabras de quienes invitan a excluir a las personas gays dentro de la comunidad judía que “jilul shem shamayim” o “profanación del nombre del Creador”. Quienes de esta manera operan, invitando de manera masiva a excluir a cientos e incluso miles de judíos de la colectividad en Argentina, no solamente persiguen herir y humillar a estas personas sino que actúan contra sus familiares y amigos, contra toda la comunidad judía y contra los grandes sabios de nuestra generación.

Generalmente el objetivo de estas afirmaciones no es otro más que humillar y amedrentar a quienes, dentro de sectores muy concretos de nuestra comunidad, pueden estar planteándose abrazar su propia realidad abandonando la oscuridad del asfixiante armario. Pareciera, por consiguiente, que se trata de una expresión de odio fundamentada en el pánico, en el temor a que otras personas asuman la libertad como principio en sus existencias. Esta reacción nada innovadora es siempre la desesperada respuesta de quienes se aferran a una fantasía infantil en la que todos somos idénticos reflejos del humano modelo que estas personas parecen idolatrar. Es evidente que este tipo de afirmaciones son habitualmente expresadas en la intimidad de algunos hogares, en instituciones educativas concretas y en contadas sinagogas, pero adquiere un carácter especialmente grave cuando se realizan de manera pública, hablando en nombre del Creador y violentando los principios de la Torá.

En referencia a lo hasta aquí expresado sirva de muestra un botón. Hace ya casi una década Yigal Guetta, un parlamentario jaredí israelí miembro del ultra religioso partido Shas, acudió a la ceremonia de casamiento de su sobrino con otro hombre. Lo hizo convocando a todos sus hijos, con el objetivo de compartir la alegría de su sobrino, con el consentimiento de su rabino y aclarando de antemano que su perspectiva vital es diametralmente opuesta a la de su sobrino. Dos años más tarde el propio Rab Yigal Guetta relató la experiencia de acudir a aquel casamiento en una radio. Con su declaración trataba de explicar el sabio que no es necesario que estemos de acuerdo en todo y que podemos convivir respetando las posturas ajenas. Entonces fue expulsado de su partido político, generándose un escándalo de grandes proporciones en Israel. La “transgresión” del rabino Guetta fue responder con comprensión a una persona que abrió su corazón frente a él y estar dispuesto a compartir la alegría de sus seres queridos. Por esta acción tan acorde a los principios de nuestra amada Torá fue humillado públicamente y aislado. Junto con él también fueron humillados su sobrino, su familia y toda la población del país.


Nos enseñaron nuestros sabios en la tradición oral que todo el que humilla a su semejante en público se equipara a quien revela caras de la Torá sin respetar los principios interpretativos (Véase: Pirkei Avot perek 3, mishna 11). Ninguno de ellos tiene lugar en el Olam haBá o mundo por venir. Por tanto todo el que llama a humillar a un semejante en público sería mejor que, como dicen jazal, se lanzase a las brasas en vez de hacerlo (Véase: Talmud Babli, Mesejet Sotá 10b), evitaría de esta manera perjudicar a otros. Quienes ya han emitido estas opiniones de manera pública pueden omitir el lanzarse al fuego, debido a que su grave transgresión se ha materializado. Aún así resultaría recomendable que no continúen dispersando sus palabras de odio ya que poseen el potencial de confundir a otras personas y vulnerarían así otra gravísima prohibición de la Torá: no establecer un obstáculo frente al ciego (Véase: VaYikrá perek 19, pasuk 14).

Puede ser también que el objetivo de estas declaraciones sea no solamente humillar a los semejantes, sino que tal vez estén tratando de impedir que se desarrolle una discusión formal e informada en torno a los afectos en el seno de los foros de sabios de nuestro pueblo. No parece lógico semejante despliegue y exposición pública a no ser que también se pretenda cercenar la libertad de expresión de quienes tienen legitimidad para obrar un cambio. Se trata de un vil intento de secuestrar la verdad que se encuentra en posesión exclusiva del Creador del mundo. Todo esto en un momento especialmente delicado para nuestro pueblo.

Si bien resulta grave humillar al semejante mucho más lo es la expresión de lo que llamamos “sinat jinam” u odio gratuito, ya que por este motivo fue destruido el segundo templo hace ya casi dos mil años (Véase: Masejet Yomá perek 2, mishna 9). Las palabras de quienes difunden el odio hieren a las personas y a sus seres queridos, siendo sus emisores responsables de la fragmentación del pueblo judío. La Torá condena categóricamente el odio gratuito (Véase: VaYikrá perek 19, pasuk 17) y, paradójicamente, quienes pretenden generar una nube de odio contra los gays del pueblo judío lo hacen vulnerando el tan proclamado amor gratuito. Al igual que una transgresión conduce a otra, como hemos podido ver, también el odio genera más odio, y la única forma de resolver esta situación es haciendo Teshuvá y abriendo un auténtico diálogo en torno al asunto, abandonando las formas de Bet Shamay en el llamado “día de las gezerot” que, además, fue equiparado con la jornada en la que fue idolatrado el becerro de oro (Véase: Talmud Babli, Masejet Shabat 17a). En el caso de que logremos expandir este amor gratuito o “ahavat jinam” estaremos construyendo juntos una sociedad en la que la aceptación del otro sea una realidad, circunstancia de la que también se beneficiarán todas las personas judías sin importar la corriente de pensamiento o espiritual con la que se identifiquen.

En su tiempo Najmánides expresó con gran lucidez un principio de nuestra tradición, enseñándonos que el Creador nunca nos expone nada que no podamos asumir y\o superar. Nuestros sabios nos enseñaron que Aharon perseguía la paz y nos ordenaron actuar como él. Es por ello que nuestra generación se encuentra obligada a cumplir con el mandato moral de hacer visible un cambio con respecto a las personas gays, transexuales, lesbianas y bisexuales en la sociedad y en la ley judía. Esta es una acción de amor gratuito, es una tarea que indudablemente podemos asumir y realizar, por ardua que les pueda parecer a algunas personas. Las personas gays judías no tienen que cambiar sus afectos, sino que nuestro pueblo y sus grandes sabios han de demostrar la valentía que siempre nos ha caracterizado para comprender que una persona no puede ni debe luchar contra los elementos inalterables y positivos de su experiencia. La elección del camino de la vida nos obliga a perseguir la justicia en este sentido.

Siempre decimos que desde Tzion saldrá la Torá y en estas semanas hemos observado un vano intento de eliminar una línea de teléfono anónima que acompaña a personas dentro del mundo jaredí (ultra religioso) que desean salir del armario. Afortunadamente, una vez más, la población Israelí a pesar de las difíciles circunstancias se está posicionando en favor de la justicia y el sostenimiento de esta línea de auxilio. Esta es la luz de la Torá que nos ilumina, llega nuevamente desde Israel y ha de aclarar el camino de quienes conducen los destinos de la colectividad también en la diáspora. Lastimosamente parece que, en Argentina, algunos líderes comunitarios siguen paralizados por el pavor en vez de celebrar que podemos continuar dialogando.

1 comentario en «Inclusión y derechos LGBT+ en la comunidad judía: el llamado contra la discriminación»
  1. Muy bien lo de no humillar, hacer pasar vergüenza, pero también deberían abordar la otra parte de estos actos los cuales están prohibidos por la torah y que también son muy graves, no tengo la necesidad de mencionarlos ya que el mismo tema los describe,el permitir que esto esté bien llevaria a un aumento de estos comportamientos en la comunidad especialmente a los jóvenes lo cual terminaría muy mal, deberían trabajar en la corrección de estos comportamientos ayudando a las personas que tienen estas desviaciones, pero nunca haciendo creer que están bien.

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