Una dotación de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) proporcionó la prueba clave a Estados Unidos en la que el Gobierno de Obama se basa para acusar al régimen sirio de atacar con armas químicas a civiles en las afueras de Damasco con un balance de muertos que los rebeldes elevan a 1.400.
La unidad 8200 de las FDI, encargada de la vigilancia de las comunicaciones enemigas, interceptó el 21 de agosto, el mismo día del bombardeo, una conversación en la que un alto oficial del ministerio de Defensa sirio pedía respuestas sobre el uso de gases tóxicos a un mando de la división de armas químicas.
La información fue desvelada por un ex agente del Mossad a la revista alemana «Focus», que agregó que dicha grabación fue entregada de inmediato a la Casa Blanca.
La revista «Foreign Policy» corroboró la existencia de la conversación y añadió que el tono entre los funcionarios era de «pánico». La pregunta, resaltó el magazine, es si el ataque fue obra de una orden directa del Gobierno o un mando militar intermedio se extralimitó en sus funciones.
Las FDI llevan semanas asegurando que unidades como la 8200 tienen una «muy buena información, de amplia confianza» sobre lo que está ocurriendo en Siria, tanto de los pasos del Gobierno como de la oposición, que preocupa a Israel por su ala islamista.
El Canal 2 israelí también informó que el ataque químico de Ghouta fue ejecutado por la brigada 155 de la Cuarta División del Ejército de Bashar al-Assad, que comanda su hermano Maher. Los proyectiles cargados con gas tóxico se habrían lanzado desde las montañas del este de Damasco.
A una semana de Rosh Hashaná, el año nuevo judío, cuando la población estaba más centrada en la reanudación de las clases, esta situación tensa está empezando a sentirse en el ánimo de la ciudadanía israelí.
Las peticiones de máscaras antigás, que hoy cubren sólo al 60% de la población, como informó una subcomisión del Parlamento, se incrementaron en un 300%.
Además, pueden verse largas filas en los centros de distribución de material y en las fábricas, donde se buscan repuestos para los filtros o la dosis de atropina que reduce los efectos de los gases, en el caso de quien ya dispone de máscara.
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