La historia judía cobra vida a través de la música en un nuevo museo

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El Museo de la Música Hebrea, recién inaugurado en Jerusalén, recupera la historia del pueblo judío a través de una colección única de instrumentos traídos de los cinco continentes que reflejan la fuerte influencia de otros pueblos en las melodías israelíes más tradicionales.

En pleno centro de la ciudad, el Museo es una iniciativa privada de dos judíos francófonos que han puesto cuerpo, alma y mucho dinero para compilar una de las facetas culturales más importantes del judaísmo: la música.

Sus siete salas están dedicadas a estilos tan dispares como la música de los judíos del Yemén, Balcanes, India, Asia Central, Marruecos y, cómo no, la Europea u “occidental”. La
séptima es Israel.


Unos estilos que estuvieron, y están aún, fuertemente marcados por los instrumentos que había en esos lugares y que han sido adquiridos en una gira mundial del mentor espiritual del museo, el ultraortodoxo Eldad Levy, o reconstruidos a
partir de bocetos.

En otros casos, como el de Siria, que hasta 1950 albergó en Alepo una de las comunidades judías más prominentes, fueron comprados a distancia a través de terceros.

Yaniv Levy, su director comercial, explicó a Efe que “de la misma forma que en la gastronomía aún no existe una comida propiamente israelí, tampoco su música es original, y consta de las influencias musicales que trajeron los judíos de la diáspora”. Así, hoy puede verse en sus vitrinas desde antiguas castañuelas usadas en el Sáhara a rudimentarios instrumentos de cuerda y percusión africanos, pasando por los más sofisticados violines y clarinetes, ambos imprescindibles para la música folclórica klezmer que se desarrolló en la tradición askenazí (centro y este de Europa).

También hay exclusivos laudes árabes, panderetas sirias, cítaras hindúes, violines beduinos, arpas orientales (swarmandal), liras, mandolinas, yembes y, por supuesto, el tradicional “shofar” (cuerno) hebreo, otrora instrumento de uso regular y hoy sólo litúrgico.

Sus techos profusamente decorados, muebles e instrumentos convierten la sala de Marruecos en una de las más bellas de toda la exhibición, que no ahorra tampoco en tecnología 3-D como herramienta museística, entre otras, para recuperar la vida cotidiana en el bíblico templo de Jerusalén.

“La destrucción del templo (por los romanos en el año 70) supone de hecho el comienzo de la historia que narra el museo: los judíos salen al exilio y se ven obligados a crear una nueva tradición musical”, explica
Yaniv Levy.

En tiempos antiguos, subraya, el templo era “un centro de música en el que los levitas tocaban (sus instrumentos), esa es la razón por la que nuestro personaje (que actúa de guía en las tabletas) es el ‘Abuelo Levy”.

Y agrega que la razón por la que los judíos empiezan a utilizar otras herramientas musicales es que “los instrumentos que usaban en el templo se los quitaron (los romanos)”.

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