Su victoria conlleva la confrontación con reformistas, conservadores, seculares y mujeres, todos los cuales, según Davidf Azoulay, del partido ortodoxo Shas que llamo a estos grupos “provocadores que son un desastre para Israel” lo cual desde su perspectiva radical es 100% correcto pero claro, desde la de quienes no son ortodoxos – la inmensa mayoría de los judíos de Israel y sobretodo del mundo – no es mas que una actitud fanática, extremista y excluyente que no traerá nada bueno al profundizar en las diferencias entre todos.
Como ya es costumbre, los reformistas – según Haarretz – están esperando una carta de Netanyahu distanciándose de estas declaraciones y cuestionando la posibilidad de que Azoulay mantenga su posición ministerial que recibió a cambio de los votos de sus seguidores a quienes, arengo unos días antes de la elección acordándoles que la derrota de Netanyahu significaría una victoria de los “ashkenazim”.
En realidad esto se traduce en una clara advertencia sobre la posibilidad de que si Netanyahu perdía, los seguidores de Shas podrían perder los beneficios sociales que este partido de judíos orientales (aunque el se mal-llama sefaradí) conllevan empezando por el beneficio de recibir un sueldo semanal a cambio de rezar en las sinagogas de shas (y claro, votar por el partido).
Asi las cosas, los reformistas americanos seguirán enviando dinero para mantener a los ortodoxos de Shas y esperaran sentados una declaración clara de Netanyahu que se ha caraterizado por estar de acuerdo con todo lo que le conviene y en desacuerdo con todo lo mismo si asi es como mas le conviene en ese momento.
Así que, bienvenidos a las nuevas confrontaciones en el Kotel donde reformistas, mujeres y “todos esos” son mal venidos y donde el “nuevo” Israel, el de Netanyahu y sus millones de seguidores de Shas continuara extrayendo limosnas del exterior para financiar el extremismo interior en un ciclo que solo se repite y nunca con buenas conclusiones.
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