A pesar de la pandemia del coronavirus, Israel ha podido celebrar con éxito su jornada de votación para elegir a los representantes del Parlamento israelí, la Knesset, que buscará salir del estancamiento político que lleva más de dos años.
La exitosa y ampliada campaña de vacunación de Israel tiene inoculadas con ambas dosis de la vacuna de Pfizer a 4,6 millones de israelíes, la mitad de su población. Cabe destacar que una proporción de la ciudadanía, incluyendo a menores de 16 años y personas que no son aptas por condiciones preexistentes, no son elegibles para la vacuna.
El ciclo electoral, como los tres anteriores, gira en torno al primer ministro Benjamin Netanyahu. El terreno se ha movido desde la última votación – con rivales de derecha que lo desafían por primera vez, y el desafío centrista montado por Benny Gantz, de Azul y Blanco, que se ha desvanecido – pero Netanyahu ha conseguido hasta ahora mantenerse en pie, con encuestas que le muestran ganando terreno a expensas de sus rivales en las últimas semanas.
Las elecciones no podrían llegar en un mejor momento para el primer ministro: la vacunación ha permitido reabrir prácticamente toda la economía israelí y los contagios y casos graves muestran un marcado descenso. Esto se suma a las recientes declaraciones del CEO de Pfizer, Albert Borula, quien recientemente reveló que la insistencia del mandatario, con más de 30 llamados, fue lo que llevó a la empresa estadounidense a elegir a Israel como su “conejillo de indias” para probar los efectos a gran escala de la vacuna.
Los colegios electorales abrieron a las 7 de la mañana del martes para las cuartas elecciones de Israel en dos años, mientras el país busca una salida a un período de disfunción política sin precedentes.
La votación del martes es la segunda que se celebra bajo la sombra de la pandemia. La anterior, en marzo de 2020, se desarrolló con la tormenta del coronavirus aún en el horizonte y con relativamente pocos casos en Israel. Desde entonces, el virus ha inundado el país, matando a más de 6.000 personas y hundiendo la economía.
Pero el brote en Israel está retrocediendo gracias a la campaña de vacunación líder en el mundo encabezada por Netanyahu, que lleva 12 años en el cargo. Los históricos acuerdos de normalización que ha alcanzado con los Estados árabes desde las últimas elecciones también jugarán probablemente a su favor. Sin embargo, su juicio por corrupción y la división de su gobierno no le favorecerán, ya que se enfrenta a rivales tanto a su derecha como a su izquierda.
El país ha tomado precauciones para acomodar a sus 6.578.084 votantes con derecho a voto durante la pandemia, y la logística ha convertido las elecciones en las más caras de la historia de Israel. Sólo se permite un máximo de 650 votantes en cada colegio electoral, y se han tomado medidas especiales para que los pacientes de COVID-19 puedan votar.
De unos 15.000 portadores del virus, sólo unos 1.000 se han inscrito en las listas especiales que les llevarán a los colegios electorales designados, dijo el lunes el Comité Electoral Central. Los pacientes sólo pueden votar en esos colegios, diseñados para evitar infecciones, y sólo pueden llegar utilizando las lanzaderas estatales.
También se han establecido disposiciones de votación para los israelíes que vuelen al aeropuerto Ben Gurión el martes.
La jefa del Comité Electoral, Orly Adas, dijo el lunes que el recuento de votos probablemente tardará varios días -más de lo habitual- debido a las precauciones contra el coronavirus y a la próxima festividad de Pascua. Advirtió que el retraso podría ser “terreno fértil” para los crecientes esfuerzos por deslegitimar los resultados.
El principal problema es el aumento del número de las llamadas papeletas de doble sobre, que no se cuentan en los lugares de votación sino que se llevan a la sede principal del Comité Electoral Central en la Knesset para su recuento después de las papeletas normales. En años normales, estos incluyen los votos de los soldados, el personal médico y los pacientes de los hospitales, los presos y los discapacitados, así como los diplomáticos en el extranjero, que votan antes que el resto de la población.
Sin embargo, este año también incluyen los de las personas infectadas de coronavirus y las personas en cuarentena y en residencias de ancianos. Se espera que el número de votos dobles aumente de unos 330.000 en las anteriores elecciones a entre 500.000 y 600.000 esta vez, o el equivalente a 15 escaños en el Parlamento. Con varios partidos rondando actualmente el umbral electoral del 3,25%, esto podría provocar cambios radicales en la composición final.
Se espera que la participación sea un factor clave en los resultados finales. En las tres votaciones anteriores, la participación subió ligeramente, a pesar de las predicciones de fatiga de los votantes, hasta el 71,5% el pasado marzo. Los analistas han pronosticado una menor participación el martes.
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