El pasado 21 de mayo se llevó a cabo en la ciudad de Sarajevo, la presentación del libro “El idioma judeoespañol en Bosnia-Herzegovina” del escritor bosnio Eli Tauber.
En este contexto, el autor explicó que su obra es resultado de años dedicados a la investigación en archivos, periódicos, museos, biografías, memorias y conversaciones con expertos y amigos.
Explicó que hasta la Segunda Guerra Mundial cerca de una quinta parte de la población de la capital Sarajevo (unas 12.000 personas) era de origen sefardí y el ladino se hablaba en todas partes de la ciudad.
Agregó que el ladino local tuvo fuerte influencia de otras lenguas de la zona, como el turco o idiomas eslavos de la región, como el serbio o el croata.
Señaló que su libro desea mostrar “con cuánto amor los sefardíes han guardado y preservado ese español medieval, el lenguaje de Cervantes” a lo largo de los siglos por lo que se trata de un valor que “sin duda debe ser respetado.
Por su parte, Moris Albahari, de 81 años – quien es una de las únicas dos personas que siguen hablando ladino en Sarajevo – recordó que hasta la Segunda Guerra Mundial, la ciudad era “una pequeña Jerusalem” y se refirió a la convivencia pacífica de las tres grandes religiones monoteístas en la entidad, en cuyo centro se encuentran a pocos cientos de metros sinagogas, mezquitas e iglesias cristianas.
Los primeros documentos escritos sobre los sefardíes en Bosnia datan del año 1565, a pesar de que algunas décadas antes llegaron a Sarajevo y otras zonas de los Balcanes, entonces bajo el Imperio Otomano, desde Estambul a Salónica, donde se habían quedado primero tras su éxodo forzoso de España en 1492 y donde se unieron a otros judíos procedentes de Europa central.
En el año 1580, varias familias sefardíes construyeron en Sarajevo un barrio propio. En el siglo XIX y hasta que estalló la Segunda Guerra Mundial, la ciudad fue un importante centro para los judíos en los Balcanes. Sin embargo, los nazis asesinaron al 85% de la población judía de Sarajevo conformada entonces por 12,000 sefardíes y 2,000 ashkenazíes.
Actualmente sólo quedan cerca de mil judíos en Bosnia Herzegovina, de los cuales unos 600 viven en la capital.
El libro de Tauber fue editado por la asociación cultural y humanitaria judía de Bosnia “La Benevolencia”, misma que durante el asedio serbio a Sarajevo jugó un papel importante en la recolección y recepción de ayuda humanitaria para la ciudad.
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