Muy estimados lectores de este tan querido Diario Judío:
Llevamos más de cuatro meses lamentando aquel sábado 07 de octubre que nos presentaba escenas de secuestros, violaciones, asesinatos indiscriminados y lanzamientos de misiles sin precedentes. También llevamos más tiempo de ver situaciones a nivel internacional similares en el grado de violencia y xenofobia que en lugar de ver las soluciones humanamente más fiables para una solución (aun cuando estas lamentablemente no escapen del marco de la reacción bélica) nos mueven política y socialmente en la aceptación de la frase tan común dentro de la supuesta resolución de los problemas “ante situaciones extremas, medidas extremas”.
Si bien, durante ese sábado y los días posteriores de contraofensiva a sionistas religiosos, sionistas seculares, pro palestinos, antisemitas, islamófobos y ajenos sin vinculación alguna (familiar, amistosa, religiosa o por estudio) han hecho pensar de forma casi inmediata (en su mayoría), actuar y comentar acerca de la problemática más en el apego de una narrativa como del logro de una medida extrema sin pensar en la pregunta más importante que está apareciendo en algunas personas en estos momentos … “y después ¿qué pasará?”. Justamente esta pregunta realizada por personas que he escuchado (fuera de antisemitas e islamófobos porque no es de mi gusto acercarme a ellos ni creo que les agrade mi presencia), me ha hecho escribir en esta ocasión a ustedes.
Una de estas veces que escuché esta reflexión fue durante una noche de Shabat en mi sinagoga local. En efecto, una mujer sionista comentaba su reflexión, tristeza y preocupación no únicamente de la tragedia del 07/10 sino del tiempo transcurrido de la operación contra hamas (y lo pongo en minúscula porque no merecen ninguna letra en mayúscula porque no hay honor de por medio) como de los daños colaterales humanos y físicos del lado palestino. Esto fue apenas en enero y empecé a escuchar más voces judías hablando en el mismo tono, sin olvidar a los secuestrados que faltan por volver a casa ni la memoria de quienes ya sufrieron a causa de lo ya comentado.
Llegó febrero y ha sido otro mes sin querer ver analistas o (des)informativos de medios de comunicación internacional que basan sus transmisiones en narrativas, parcialidad o irracionalidad. Un mes que podría ser el más preocupante por la escalada de tensión que se ha tornado en la región con los ataques houties y la respuesta militar por países liderados por Estados Unidos, agregando la insensata hostilidad de hezbollah (otro grupo del cual no pondré ninguna mayúscula por su nula existencia de honor). La incertidumbre es alta y el gobierno presidido por Likud en Israel mantiene su objetivo de llegar hasta donde sea por aniquilar a quienes gobiernan Gaza a costa de cualquier cosa, aun cuando las protestas de familiares y amigos de secuestrados en su contra reflejan una inconsistencia del objetivo principal, la garantía de devolver a los rehenes y la eliminación de cualquier amenaza beligerante contra los ciudadanos israelíes (contando a judíos, musulmanes, drusos, etc.). Este preciso febrero trajo consigo un nuevo mensaje desde la propia región, miembros de YaLa Institute y YaLa Academy invitaban a sus alumnis de sus programas a participar en una reunión virtual con el objetivo de emprender nuevamente la colaboración entre sus miembros. Desde luego acepté la invitación como alumni que soy, y tanto el desconcierto, el pesimismo de inicio, la tristeza, la ansiedad y la frustración se hicieron presentes al inicio cuando se abrió el espacio de presentarse y decir el sentimiento ante la circunstancia. Fue así como personas de Israel, Palestina y de otros países de la región aceptaron el reto y lograron en menos de dos horas conectar y colaborar con actividades no únicamente para su gente sino para cualquier persona interesada en dos cosas, el cuestionarse el “y después ¿qué pasará?” y “ante la situación extrema no es necesario acciones o medidas extremas”. Con ello se obtuvo una lluvia de ideas para generar espacios de comunicación y desarrollo humano.
Las situaciones extremas como la que nos ha llevado dentro y fuera de los lugares de conflicto a generarnos la posibilidad y realidad de las medidas extremas también tienen un reloj de arena en el que su límite nos hace optar por nuevas reflexiones y nuevas medidas. Solo bastaron en dos meses dos ocasiones de reflexión de una situación muy extrema que nos toca vivir en la historia y en nuestro mundo para tener cuestionamiento y acciones para reconstruirlo con medidas lejos del mismo nivel de lo extremo. Tanto en el presente como en el futuro a corto plazo se abrirá más espacio a esta reflexión y proyección de ideas como de acciones que alejarán la mente de la generalidad a las particularidades, al igual que del fracaso de una medida extrema ante una situación extrema en cualquier parte de nuestra sociedad global como en la local.
#ThereMustBeAnotherWay
Gracias por su atención y espero su respetuosa opinión en el espacio de Diario Judío o en las redes sociales de un servidor: @PabloQZepeda
Gracias Pablo por compartir tu opinión mesurada y profundamente llena de los valores universales!
Un abrazo