Cuando pensamos en la ExUnión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el pasado de esta gran nación con sus Zares y varios despiadados jerarcas -entre ellos a Stalin- que mantuvieron férreamente al comunismo hasta ya casi la terminación del pasado siglo, opaca sin lugar a dudas -por su corto presente- a un gran territorio ahora más libre, pero dividido en varios países, supuestamente autónomos y que se rigen por determinadas características, incluyendo el idioma de determinada región.
En lo que no pensamos mucho de ese pasado, es en la propuesta que un número de camaradas comunistas influyentes y de origen judío, le hicieron a uno de los más desalmados y crueles dictadores del pasado siglo; sin embargo en 1928, el mismo Stalin aceptó la transformación de unos 36,300 kilómetro cuadrados, en una provincia o entidad autónoma para población judía, distante unos 8,400 kilómetro de Moscú. Fue hasta 1934 que su autorización se volvió una realidad, habitando para 1937 en esas tierras lejanas de la capital, un total aproximado de 37,000 judíos, declarando además como idiomas oficiales de la región el Ruso y el Idish.
De aquel entonces a la fecha, sus habitantes ya llegan a casi 190,000, pero a diferencia de principios del siglo pasado con un 90% de población judía, a principios del presente siglo, los judíos forman una minoría tan sólo de 1.2%, aunque continúan con los mismos estatus y posibilidades de representación en la dirigencia, manejo administrativo y política. La economía de la zona, no ha tenido muchos cambios desde entonces, pues se basa en la minería, maderas, agricultura limitada y algo de manufacturas ligeras, principalmente textiles y procesamiento de alimentos.
En realidad encontramos los orígenes de su fundación, en las políticas del mismo Vladimir Lenin, quien sostenía que daría autonomía a provincias o regiones a grupos nacionales o culturales, siempre y cuando formaran parte de la Unión Soviética y su sistema. Pensaba que en el caso del judaísmo, bien podía terminar en una Sión Soviética, donde la cultura hebrea proletaria podría crecer. Al llegar Stalin al poder, varios ideólogos comunistas judíos, entre ellos el influyente Dov Ber Borojova, afirmaban que para resolver el dilema ideológico del pueblo judío que no tenía territorio, era el concedérselos, para formar parte de la nación mediante una provincia o como se dice en ruso un “Óblast”.
Fue tal el impacto de la creación de Birobidján, que desde varias partes del interior de la URSS y sobre todo del extranjero -incluyendo Palestina- llegaron emigrantes que en poco tiempo lograron una población significativa, no obstante quedar muy alejada de las principales ciudades rusas, ser de un clima bastante extremoso y desértico. Está tan retirado, que en sus tierras pasan los últimos kilómetros de vía del Transiberiano, que pasa después a China.
Después de la gran implosión de la URSS en 1991, el número de judíos que emigró hacia Israel y otras naciones del mundo, fue muy grande, quedando unas 6,000 personas con ese origen; y curiosamente en los últimos años, dicha población judía aumenta a un paso de 150 personas por año. Debido a esto y a la voluntad de tener de nueva cuenta una comunidad de importancia, ha llegado a la lejana localidad Mordejai Sheiner y su familia. Sus funciones como joven rabino son en la nueva sinagoga inaugurada en 2004. También cuentan con una escuela judía y un club para jóvenes, donde se practican bailes; además otro club para personas de la tercera edad, un periódico en Idish y un festival anual de la cultura judía.
Entre las antigüedades que se han conservado, existe una gran colección de objetos y documentos, que dan cuenta de la historia de sus pobladores en las diferentes épocas, incluso una bella estatua en memoria de Sholem Alejem, intelectual de mucha importancia para sus habitantes, cuyas obras sirvieron en todo tiempo de vínculo del idioma materno; incluso existe un memorial materializado en una calle de la población con el nombre de Y.L. Peretz. No cabe duda que se hicieron esfuerzos para adaptar la cultura rusa al Idish, algo que pasa, pero a la inversa, en otras comunidades judías del mundo, en el que el idioma materno de muchos judíos como el Idish o el Ladino, con el tiempo pierden uso y ganan debilidad entre sus colectividades.
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