Cambio de camiseta

Vamos a ver: ¿Qué dirían ustedes si este escribidor, repentinamente pergeñara lo que sigue?

• El recibimiento que el Congreso de los Estados Unidos otorgó al Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, fue pagado por el “lobby” judío.
• El Ministro de Relaciones Exteriores de Israel debió haber calificado las recientes elecciones rusas como fraudulentas.
• Los incidentes en Yehuda y Shomron, en particular las pedradas de unos “colonos” hacia soldados del ejército israelí fueron la respuesta al desmantelamiento de asentamientos ilegales que los extremistas establecen donde se les antoja.
• El gobierno de Israel permite la discriminación de mujeres en autobuses de transporte público.
• En Israel, el gobierno otorga prebendas al sector religioso por encima de los derechos de laicos y moderados.
• Israel impone la “ley mordaza” a sus residentes, restringiendo la libertad de expresión.
• Israel penaliza a quien boicotea los productos de Yehuda y Shomron (que en lo sucesivo llamaré “territorios ocupados”).
• Israel se encuentra en medio de una guerra cultural.

Estoy cierto que ustedes dirían: “Este tipo ya cambió de camiseta. De ser un sólido defensor de las mejores causas israelíes – y por consecuencia judías -, parece estar solicitando trabajo en Al-Jazeera o algún medio similar”.

Agregarían: ” ¿Para qué estuvo escribiendo tanto en contra de los ‘políticamente correctos’; de los peligros que, según él, amenazan a Israel; del Holocausto y de su familia; de la solidaridad que debe existir de la Diáspora para con Israel; de los valores judíos, etc., si a final de cuentas nos sale con que Israel y su gobierno son una caterva de tramposos?”

Por fortuna – y por convicción – nunca me expresaré de esa mala manera, pero sí les digo quién: el inefable Thomas Friedman, judío él, columnista del New York Times, nada menos.

En alguno de mis artículos anteriores lo mencioné “de pasada”, como quien trae una pequeña piedra en el zapato, pero esta vez ya me colmó el plato, al igual que a otros – estos sí – distinguidos periodistas y contribuyentes de la información.

No sólo me molestan sus ideas – cada quien es libre de pensar y escribir lo que quiera – sino la actitud de un furibundo atacante de pueblo y gobierno israelíes. El diario Ha’aretz de Israel lleva esa línea también.

En este mismo ForoJudío leo opiniones diversas de gente respetable, algunas opuestas a las de este escribidor. En las mesas de discusión con mis amigos, también “se arman las de San Quintín” por la diversidad de opiniones, con la salvedad de que nadie insulta, nadie desautoriza y, por supuesto, todos contribuyen de manera positiva.

Entre lo poco que he aprendido está una idea: si vas a criticar o a censurar, termina aportando algo. Si no lo haces, lo que dijiste o escribiste no sirvió.

Thomas Friedman – sin tomar en cuenta que dice ser judío – ha hecho apologías de gente que va desde F.D. Roosevelt y el infausto rechazo del barco que llevaba a casi 300 judíos a EUA, lo cual originó que fuesen víctimas del Holocausto, hasta el juez Goldstone – otro judío – que condenó públicamente a la gente de Israel y su política, pasando por el asunto Walt- Mearsheimer y la justificación de los manifestantes de la UCLA que negaron el derecho de la palabra al Embajador israelí.

Entre nosotros existe la práctica de preguntarnos el porqué de los hechos y las opiniones. Los más viejos de la comarca judía me dicen, encogiéndose de hombros, que siempre hay alguno de los nuestros que piensa diferente.

Sí, ya lo hemos establecido. Dos judíos, tres opiniones y cuatro partidos políticos, pero ¿No será el caso de Friedman un reflejo de los asuntos políticos de los Estados Unidos? La lucha por la presidencia de ese país se está volviendo una verdadera guerra de palabras, como toda campaña a favor de votos partidarios. “Rara Avis”. ¿Será el voto judío tan importante que todos los contendientes lo cortejan? ¿Será Thomas Friedman una especie de promotor a favor de ciertos intereses? Vimos al Presidente de ese país en una cena con los “reformistas” judíos. Lo escuchamos decir, entre otras cosas, que ningún presidente había apoyado tanto a Israel. Por otra parte, todos los precandidatos republicanos se han declarado a favor de Israel. Uno de ellos dijo que el pueblo palestino es un invento. Otro declara que la embajada de su país debe estar en Jerusalén. Otro más dice que no hay mejor amigo de los Estados Unidos que Israel y viceversa. Suma y sigue.

¿Será el voto judío en EUA tan importante que provoque todos estas reacciones?

Puede ser, pero sólo un porcentaje mínimo de la población votante en ese país es judío. O qué: ¿alguien va a hacer eco de lo que dicen los antisemitas de “Occupy Wall Street”, que los judíos manejan la economía estadounidense – y que por lo tanto, son los causantes de la debacle financiera y económica en la que se encuentran?

Sea lo que fuere, la camiseta está bien puesta, así como los principios. Querido lector: ¿los tuyos también?