Estudiaba Cine y Televisión en la Universidad de Tel Aviv en 1990 y una de las materias que llevaba se llamaba “Introducción al Cuento”.
Durante el semestre, leíamos y analizábamos a profundidad la obra de los mejores cuentistas del mundo. La última lectura del ciclo estaba dedicada al mejor cuento escrito hasta entonces según mi profesor. Se trataba de Aura de Carlos Fuentes. Mi maestro se daba la licencia de considerar la novela corta publicada en 1962 como un cuento y nos encargo su lectura.
Unos meses antes había releído Aura, tan solo por placer y había dejado mi libro en México. Corrí a la biblioteca a buscar un ejemplar y por supuesto había cuatro copias, todas en hebreo. Al darme cuenta de que no tendría posibilidad de conseguir la novela en su idioma original, me arme de paciencia y comencé a leer a Fuentes de derecha a izquierda.
Fue increíble disfrutar de su estilo usando la segunda persona y de las direcciones de las calles de la Ciudad de México escritas en hebreo.
Mientras leía crecía mi admiración por el escritor mexicano, mientras me hacia consciente del alcance de su literatura.
No he leído un cuento o novela corta mejor que Aura. Y de las veces que la he leído, la mejor fue cuando no pude abrir sus paginas en el idioma que comparto con el escritor.
Gracias Carlos Fuentes
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