Anteriormente escribí un artículo para el DiarioJudío.com, titulado: “Significado y orígen de algunas expresiones cotidianas “, en el cual mencioné la palabra chiripa que significa: por suerte, por casualidad, pero haciendo un poco de historia sobre ésta palabra, tenemos lo siguiente:
Hace varios siglos, la isla de Ceilán (actualmente Sri-Lanka) era conocida por los navegantes árabes como Serendipia, ésta isla se hizo famosa en la antiguedad por un cuento persa llamado: “Los tres príncipes de Serendipia”, que fué traducido al italiano y publicado en Venecia en 1557. En éste cuento, los tres jovenes solucionaban sus problemas a través de grandes casualidades y coincidencias.
En 1754 Horace Walpole utilizó la palabra “Serendipia” inspirándose en el cuento persa. De allí que en el idioma inglés “serendipity” se refiera a un descubrimiento afortunado e inesperado realizado accidentalmente.
El término en español “chiripa” tiene su orígen etimológico preciamente en la palabra “Serendipia”, es decir en la isla de Ceilán, en alusión al cuento persa, donde los problemas se solucionaban por “serendipia”, o sea por “chiripa”. Según la Real Academia Española, la palabra chiripaen el juego de billar, significa: suerte favorable en el que se gana por casualidad, por extensión, casualidad favorable o casualidad oportuna.
Los tres personajes (príncipes) de Serendipia.
Esto es lo que les sucedió a los tres príncipes de Serendipia, tres hermanos que utilizaron distraídamente su inteligencia. El padre de ellos, era el arquitecto del gran Shá de Persia y habían sido educados por los mejores profesores de la región.
Ahora se encaminaban en un viaje hacia la India para servir al Gran Mogol, quien era muy apreciado por el Islam y por su sabiduría. Sin embargo, tuvieron un percance en su camino.
Una tarde, caminaban rumbo a la ciudad de Kandahar, cuando uno de ellos afirmó ver unas huellas en el camino:
= Por aquí ha pasado un camello tuerto del ojo derecho, ya que había observado que la hierba de la parte derecha del camino, la que daba al río, era la más atractiva, porque se encontraba intacta, mientras que la de la parte izquierda, la que daba al monte, estaba más seca y consumida. El camello no veía la hierba del río.
El segundo príncipe que era más sabio, dijo:
= Le falta un diente al camello, la hierba arrancada mostraba pequeñas cantidades masticadas y abandonadas.
El tercer príncipe que era mucho más joven, pero aún más perpicaz, dijo:
=El camello está cojo de una de las dos patas de atrás, la izquierda, seguro, las huellas eran más débiles en ese lado.
El Mayor del pueblo, muy enterado en ésta competencia, afirmó: por mi puesto de arquitecto mayor del reino, les digo que éste camello llevaba una carga de mantequilla y miel.
Se había fijado que en un borde del camino había un grupo de hormigas que comían en un lado y en el otro se había concentrado un verdadero enjambre de abejas, moscas y avispas.
= Se trata de un difícil reto para los otros hermanos.
=El segundo hermano bajó de su montura y avanzó unos pasos. Era el más mujeriego del grupo, por lo que no es extraño que afirmara: en el camello íba montada una mujer. De inmediato se puso rojo de excitación al pensar en el pequeño y frágil cuerpo de la joven, porque hacía días que habían salido de la ciudad de Djem y no habían visto ninguna mujer aún.
Había notado unas pequeñas huellas de pies sobre el barro del costado del río.
El tercer hermano, absolutamente herido en su orgullo de adolescente por la inteligencia de sus otros dos hermanos mayores, dijo:
=Es una mujer la que se encuentra embarazada, -hermano-, tendrás que esperar un tiempo para cumplir tus deseos.
Se había percatado que en un lado de la pendiente ella había orinado, pero tuvo que apoyarse con sus dos manos, porque le pesaba el cuerpo al agacharse.
Los tres hermanos eran muy listos. Sin embargo, su sabiduría les trajo muchas desgracias, precisamente por su soberbia de jovenes.
Al acercarse a la ciudad, contemplaron un mercader que gritaba enloquecido.
Uno de sus camellos y una de sus mujeres habían desaparecido, aunque realmente estaba más triste por la pérdida de la carga que llevaba su animal, echándole la culpa a su joven esposa que también había desaparecido.
=¿Era tuerto tu camello del ojo drecho?, -le dijo el hermano mayor-
=Sí, -le contestó el mercader intrigado-=¿Le faltaba algún diente?
=Era un poco viejo -dijo rezongando- y además se había peleado con un camello más joven.
=¿Estaba cojo de la pata izquierda trasera?
=Creo que sí, se le había clavado la punta de una estaca, llevaba una carga de miel y mantequilla, una preciosa carga y una mujer, por cierto muy descuidada, ella es mi esposa que, estaba embarazada, pore sobre todo se retrasaba continuamente con cosas que tenía que hacer y yo, pobre de mi, la dejé atrás un solo momento.
=¿Dónde los habéis visto?
=No hemos visto jamás a tu camello ni a tu mujer, buen hombre le dijeron los tres príncipes, riéndose alegremente.
El buen mercader estaba muy irritado, cuando los vecinos del mercado le dijeron que habían visto tres salteadores tras su camello y su mujer, lo que le obligó a denunciarlos de inmediato
Habían señalado todas las características del camello con tanta exactitud, que ninguno les creyó cuando afirmaron no haber visto jamás al camello y que además se habín reído del mercader.
Hubieron muchos testigos, por lo que fueron detenidos y llevados a la cárcel para ser condenados a la pena de muerte, ya que en Kandahar, el robo de camellos era el peor de los delitos, más que el rapto de esposas.
La cosa no acabó tan mal. La esposa se las ingenió para escaparse de la cárcel y pudo llegar antes de que los tres hermanos fueran llevados a la plaza pública, como era costumbre y así castigar a los ladrones de camellos.
El poderoso Emir de Kandahar se divirtió bastante con la historia y nombró ministros a los tres príncipes.
Conclusión:
Está demostrado en ésta historia que la casualidad (chiripa) fué factor determinante para los tres hermanos por haberse salvado de la pena de muerte, la suerte fué un factor determinante y oportuna en la cual el problema fué resuelto de buena ley gracias a la serendipia.
“La sabiduría tiene su premio. La casualidad los salvó y de ésta manera aprendieron a ser mucho más prudentes a la hora de manifestar su inteligencia ante los demás”
Fábula persa
Referencias:
Diccionario de la lengua española.
Serendipia: Descubrimientos accidentales de la ciencia, autor: Roston M. Roberts.
Artículos Relacionados: