Civismo y la cloaca

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Cada cierto tiempo suceden cosas que nos indican que algo está mal y que nos mueven a una reflexión profunda.

Lo primero que sentimos es que alguien destapó las cloacas y el hedor invade nuestro ámbito, llegando a lugares de trabajo, las calles que transitamos, las instituciones y hasta nuestros hogares.

En esta ocasión, una persona de nuestra Comunidad es exhibida públicamente en unos actos absolutamente reprobables. No nos interesa cómo llegaron al dominio público, ni tampoco las razones – si las hubiera, Lo que nos importa es el efecto que causaron tanto la actitud como lo hechos.


La pestilencia se esparce con mayor fuerza cuando los medios de comunicación inundan sus espacios con la noticia, los diversos reportajes y los editoriales.

Nuestra reacción va desde la sorpresa hasta el temor. pero en el ambiente flotan aires que esparcen un concepto, una angustia que llevamos dentro, y que necesitamos ya darle un nombre definitivo: Antijudaísmo.

Por años hemos utilizado otros sustantivos. Antisemitismo, antisionismo, etc., para definir lo que han sido los orígenes y las razones de los ataques a nuestro Pueblo, a nuestra manera de ser y vivir. Ya es hora de definiciones, de utilizar las palabras adecuadas para nombrar con exactitud esa pestilencia que estalla cada vez que cualquiera de nosotros comete alguna falta, tiene algún desvío o conflicto. Igualmente es aplicable a todas las reacciones contrarias al Estado de Israel.

Los incidentes que ya los medios se han encargado de repetir ad nauseam, han traído a flote los más oscuros sentimientos de discriminación guardados al interior de nuestra sociedad.

Como muestra dolorosa, leemos los comentarios vertidos por lectores de los diversos diarios. En “Excélsior” de enero 12, al momento de que escribo esto, hay 32 páginas con siete u ocho párrafos cada una, a cual más insultante, con referencias hitlerianas, absolutamente antijudías, llenas de improperios hacia nuestra Comunidad, Israel y nuestro Pueblo.

Algunos comentaristas de las diversas estaciones de radio y televisión, ya sea directa o tangencialmente, acusan, denuncian a todo judío, de aquí o de allá, dejando el sello de su propio sentido y reacción.

Las redes sociales – facebook, twitter, etc. – se llenan de basura arrojada sin recato alguno, desenfrenadamente.

A nuestra computadora llega un enorme número de correos electrónicos, muchos de ellos plagados de ese mal endémico: el antijudaísmo.

También llegan mensajes, preguntas, observaciones y advertencias de gente de bien, propios y extraños, pero son los menos.

Inmersos como estamos en ese ambiente, mezcla de confusión, letargo, ira reprimida y suciedad, comenzamos a buscar algo que nos devuelva el equilibrio, y de manera natural, buscamos culpables.

De inmediato nos regresan las imágenes y las voces del incidente original. Estas nos impactan más que la primera vez que las vimos y escuchamos.

Nuestras primeras preguntas son: ¿Quién es ese individuo que originó esta situación? ¿Cómo llegó a eso? Luego de consultar con nuestros conocidos, nos enteramos y las respuestas no son nada agradables.

Las siguientes: Con su actitud, ¿No debió prever el daño que nos iba a originar? ¿Acaso no conoce las leyes más elementales? ¿Supondrá que no hay nadie a quien rendirle cuentas?

Nuestras cavilaciones llegan más lejos, y recordamos hechos pasados en los que otros miembros de la Comunidad se vieron envueltos en escándalos. ¡Carambas! No entendemos o ¿ no queremos entender?

No queremos, no podemos justificar esos actos, pero hay algo que flota en nuestra mente. Sí, ya lo definimos. Se llama Civismo. ¿Dónde quedó ese arte, esa cualidad de vivir en una sociedad?

Recordamos nuestros días de escolapios. Lunes. Honores a la Bandera. Himno Nacional. Todos alineados, zapatos limpios, respeto.

Secundaria. Clase de Civismo. Introducción al Derecho. Igualdad entre los hombres y mujeres como entre las naciones.¿Qué sucedió? ¿Por qué se borró de la lista de materias? ¿Dónde quedaron los profesores de traje y corbata? ¿Quién inventó que tutearse es lo moderno?

¿Cómo llegó a polarizarse nuestra sociedad?

Recordamos la Historia de nuestros padres, que llegaron a este bendito País y la sociedad los incorporó en libertad e igualdad.

Entonces: ¿Cuándo surgió y dónde se originó el hecho de que un mexicano insulte a otro mexicano llamándole “indio”? ¿Por qué una “niña bien” adjetiva “prole” a quien exhibe la incultura de su padre?

¿Desde cuándo las creencias religiosas, los orígenes o las costumbres hacen mejores a unos que a otros?

¿Dónde, entonces, quedó el Civismo?

Todo este “imbroglio” fue originado por una sola persona. Ojalá hubiera podido quedarse en la oscuridad como tantos otros incidentes, pero ya vemos que no fue así. Además, no es tras bambalinas como se modifican los hechos, por más esfuerzos extra-legales que se quieran hacer.

¿Lecciones? Es indispensable que deriven de todo esto.

Recato, discreción, buen juicio y, por supuesto, respeto, son las mejores herramientas para nuestro comportamiento y nuestra vida en sociedad. ¿Cuántas veces se nos ha recomendado que no hagamos ostentación, que cuidemos nuestras formas?

¿Es necesario que nuestro Comité Central emita declaraciones y recomendaciones por nuestros actos? Meditemos un poco. Civismo y la cloaca son incompatibles. Nos corresponde escoger y, al mismo tiempo, hacer que nuestros hijos entiendan y capten el mensaje.

Acerca de Salomón Lewy

Nacido el 30 de Enero 30, 1939, se considera oriundo de Orizaba, Veracruz, donde residía su familia y fue llevado a los tres días de nacido.Su Creación Literaria abarca grandes reconocimientos como: Primer Lugar en los Certámenes XVIII y XIX del C.D.I., Mención Honorífica en el Certamen XX del CDI.Dentro de sus publicaciones podemos encontrar: MI AMIGO ISAAC, EL CORAZÓN NO ES UN PASAJERO (Editorial Libros para Todos, EDAMEX).Idiomas:Español, Inglés, Alemán, Hebreo, Yiddish.Especialidades:Temas Judaicos, Israel, Política Mexicana, Relaciones Internacionales, Costumbrista Mexicano.

1 comentario en «Civismo y la cloaca»
  1. Cuando me entere de la situación de semejante energumeno me indigne, cuando leí su nombre me indigne todavía mas y al mismo tiempo, me dio vergüenza. Y si, pensé lo mismo que usted. Que van a decir. En el twitter, incluso muchos querían resucitar a Himmler y a Hitler (imaj shemo). Es cierto que un energumeno puede ser cualquier persona, de cualquier estrato social o de cualquier religión. La furia y la íra no distingue nada de eso. Dice usted que "Ojalá hubiera podido quedarse en la oscuridad como tantos otros incidentes…". Si, no quisieramos que pasara esto que avergüenza a nuestra comunidad y la pone en "tela de juicio" con la gente. Pero esto nos da una señal amarilla muy clara que aún en los más reconditos sentimientos de la gente existe algo que hay que decirlo por su nombre: antijudaísmo. Esto fue una gran lección para todos. Algo tenemos que aprender.

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