En un vistazo a vuelo de pájaro, resulta que el primer semestre del 2008 no ha tenido soluciones a muchos problemas que se vaticinaban desde el pasado año. En México los proyectos de la Federación chocan con la voluntad de las Cámaras, mientras la ciudadanía sufre los embates de una inflación que algunos sitúan en un 5%, pero que en la realidad -sobre todo en los bolsillos de los consumidores- a todas vistas ha tenido un incremento mucho mayor.
En el plano mundial los cambios tampoco han sido muchos, destacando únicamente el acuerdo de tregua entre Israel y la organización integrista Hamas. Sobre el mismo tema de relaciones y gracias a la intervención del gobierno turco, Israel y Siria -por el momento- se dicen satisfechos con los primeros diálogos efectuados, pues se llevaron a cabo en un clima positivo a la vez que constructivo.
Una noticia que destaca en los últimos días, derivada de una declaración del Primer Ministro israelí Ehud Olmert, quien señala que hay que cambiar el paradigma de Israel con la diáspora. Por otro lado él mismo señala que la migración masiva judía a su país ya está llegando a su fin, por lo que hay que dejar de hablar en términos de hermano mayor o menor, para cambiar a términos de dos hermanos que marchan de la mano y se apoyan uno en el otro, para que el pueblo judío, en Israel y el resto del mundo, tenga un mejor futuro.
Estas expresiones las dio en la reunión de la Junta de Gobernantes de la Agencia Judía para Israel (SOJNUT). Remarcó atinadamente que la población judía del mundo está en crisis, y citó varias estadísticas que muestran mayores índices de asimilación y matrimonios mixtos; agregando que: “durante los últimos 60 años, Israel fue el proyecto del pueblo judío. Para los próximos 60, el pueblo judío debe ser el proyecto conjunto de Israel y de los judíos”.
Pensamos que la proyección del Primer Ministro israelí es la correcta y sus objetivos de reforzar la educación judía, que incluya el estudio del hebreo, aumentando el conocimiento de la cultura y el patrimonio judío, es imprescindible, pues así se fomentarán los valores del judaísmo en general y se profundizarán los lazos entre las comunidades de todo el mundo con Israel.
Una pequeña prueba de ello, es la excelente iniciativa -que damos cuenta en la página 52 del presente número- que esperamos no sea la última y que sirva para administrar mejor los recursos de las comunidades, no sólo para fines de cultura, sino para cubrir necesidades económicas y de salud, sobre todo para correligionarios que ya han llegado a cierta madurez y a los que la crisis -no sólo de México- les ha llegado y que continúan con el orgullo de no ser una carga para los familiares o su comunidad.
Pensamos que las declaraciones de Ehud Olmert y en algunos casos la cruda realidad que se vive silenciosamente, deben tomarse en cuenta, sobre todo por todos nuestros dirigentes diaspóricos y de Israel.
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