El Reporte sobre el Conocimiento Árabe 2009 fue publicado en octubre pasado. Se trata de un documento fruto del esfuerzo conjunto entre el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Fundación Mohamed bin Rashid al Maktoum con sede en los Emiratos Árabes Unidos. Su objetivo fue evaluar la producción de conocimiento en las sociedades árabes, y para tal propósito, recurrió a un cúmulo de datos y estadísticas concernientes a dicho tema. En términos generales, reporta que aún cuando se ha registrado un progreso considerable en cuanto a la libertad económica, el panorama resulta sombrío en lo que se refiere a la creación y difusión de conocimientos.
Las áreas concretas investigadas fueron: el estado general de la educación, el uso de tecnologías de información y comunicación, y la importancia de la investigación en las sociedades árabes. En el primer punto, las conclusiones apuntan a “una gran preocupación” por el estado de cosas. Porque a pesar de haber gastado a lo largo de los últimos 40 años el 5% de su PIB y 20% de sus presupuestos generales en el rubro de la educación, más de una tercera parte de su población adulta -60 millones- se mantienen en el analfabetismo, siendo dos tercera partes de este conglomerado, mujeres. Otro dato alarmante es sin duda que cerca de 9 millones de niños no asisten a la escuela.
La calidad de la educación universitaria también fue evaluada, e igualmente los resultados no fueron optimistas: hay grandes deficiencias en cuanto a ciencia especializada y tecnologías modernas, con lo que la región sufre de la ausencia de la necesaria masa crítica de profesionales altamente calificados y con capacidad de innovar y responder a los requerimientos del mercado local y global. Como responsables de esta situación se señalan la insignificancia de los recursos invertidos en investigación y desarrollo (0.3% del PIB de la región) y las camisas de fuerza impuestas por restricciones ideológico-religiosas que coartan la posibilidad de emergencia del pensamiento crítico imprescindible para cuestionar y cultivar, por ende, proyectos novedosos. La pobreza en la inversión en educación superior e investigación es patente en la cifra de 4 dólares per cápita, cifra que contrasta de manera monumental con el promedio mundial general que es de 1000 dólares. Y si bien hay países árabes en que la escasez de recursos nacional justifica esta baja inversión, están también los grandes productores de petróleo que a pesar de su abundancia de recursos, no rebasan esta magra cantidad de un puñado de dólares en inversión para educación superior e investigación.
Cabe señalar, sin embargo, que el cuadro es menos grave en lo que se refiere al uso de la información y las tecnologías de comunicación, rubro en el que existen ciertos avances: el número de árabe-parlantes que utilizan internet está dentro de los diez conglomerados que crecen más, no obstante que la totalidad de los países árabes, excepto los Emiratos, Qatar, Kuwait y Bahrein, presentan porcentajes de usuarios por debajo del 21% que es el promedio global mundial.
En síntesis, el reporte en cuestión propone un plan de acción cuyo objetivo es integrar la región a la sociedad global del conocimiento mediante una ampliación de la libertad de pensamiento y expresión, una mayor inversión económica en tales áreas y la transformación de los tradicionales métodos de enseñanza que han privilegiado la memorización por encima del razonamiento y la duda. Y es evidente que todo ello podrá conseguirse siempre y cuando se produzcan cambios radicales en las políticas gubernamentales, las cuales deberán modificar el rango de sus prioridades que hasta ahora han tenido como ejes fundamentales un armamentismo descontrolado y niveles estratosféricos de despilfarro y gasto en consumo suntuario por parte de las élites dominantes.
Excélsior, 3 de enero, 2010.
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