VI
Neil Postman era un periodista empedernido y pensaba que el Internet estaba repleto de afirmaciones extraordinarias, afirmaciones que influenciaban a la mayor parte de los niños a la edad en que empezaban crecer.
-Se trata de un volumen de información tan profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los días.
Muchas personas creían que las afirmaciones del Internet pertenecían al campo de la ciencia y que debían creerlas para sentirse conectadas, por extraordinarias que resultasen, como por ejemplo la existencia de un supuesto consejo de sabios de Internet elegidos por una confederación intergaláctica de seres de otros mundos. Los hombres estaban obsesionados en omitir la referencia al autor que inspira su pensamiento o que citaban. Los anotadores futuros suplieron esta menudencia.
Su hija se había graduado como doctora en Psicología y profesora titular del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad de Yale, pero se había separado de ella, porque Neil tenia un carácter ofuscado, como un astuto zorro desencantado.
El periodismo había sido su profesión, y habría dado todo por escribir sobre una verdad simple y objetiva, reconocida por el medio gracias a las evidencias según el peso justo de la historia, pero en la era del Internet era imposible porqué había lanzado al mundo las ideas más sorprendentes sobre la psicología humana, pero no eran considerarlas probadas. Estas afirmaciones eran a veces simplemente falsas y otras sencillamente indemostrables. Escribió diversos trabajos de investigación en revistas internacionales, y había colaborado en la Universidad de York con grupos internacionales en el estudio del estrés histórico, motivo por el cual la humanidad se alejaba cada vez más de la historia escrita en libros, y se acercaba cada vez más a las nuevas fuentes de información del Internet y los medios electrónicos. Incluso participó en la Universidad de Princeton en el desarrollo de un proyecto sobre cómo razonan las personas con ciertas tendencias de personalidad.
En lugar de leer cuentos infantiles a su hija Leslie, le leía reportajes de los periódicos y las revistas políticas más prestigiadas. Por ello era incapaz de explicar el desarrollo humano, la implantación y desaparición de recuerdos, las enfermedades mentales, las normas sociales, el fundamento de cualquier manifestación cultural y hasta por qué nos hacen gracia los chistes.
Neil se sentía como los cangrejos de río y las larvas de las lampreas, pero esta línea de investigación no le hubiera reportado la fama que obtuvo tras abandonar el camino del método científico, y dedicarse a la crítica sobre los nuevos medios y las manipulaciones de las altas tecnologías enfocadas a las masas.
En su opinión, las generaciones futuras buscarían esa información, pero el sufrimiento de sus defraudados biógrafos no le causaba tristeza, y sin duda, ya no temía ser objeto de estudio de sesudos eruditos. El método científico era necesariamente lento: lo que un investigador puede demostrar es siempre mucho menos de lo que es capaz de imaginar y escribir. Sus textos estaban continuamente esmaltados de citas de clásicos grecolatinos, por lo cual se excusaba haciendo notar la inutilidad de “volver a decir peor lo que otro ha dicho primero mejor”.
Neil mostró su aversión por la violencia y por los conflictos fabricados por hackers, enfrentamientos con la policía, pues estos siempre daban pie a miles de nuevos links en el Internet, y convertía a los hackers en algo así como héroes invisibles, como para desmentir la espléndida esperanza que los humanistas habían puesto en lo escrito. A pesar de la piedad que le embargaba hasta el fondo de su alma, debió asistir a esta despreciable caída del humanismo en la ficción y la deformación histórica.
Sus seguidores -escritores de tabloides- que no gozaban de fama ni prestigio- tomaron buena nota de su estilo y no se dejaron amedrentar por lo limitado de los datos a la hora de construir explicaciones o pies de nota en sus artículos. La mayoría eran estudiantes de periodismo y ciencias de la comunicación, y nada entendía de programación ni hackers, eran menos bien genios frustrados, por lo que Postman era atacado. Su hija Leslie lo había admirado, tanto como a nadie, ni siquiera como a su abuelo quien había trabajado en el archivo de la nación, pero en su correspondencia de los últimos años Leslie llegó a escribirle que el Internet podría evitar la Tercera Guerra Mundial, cosa que molestó a Neil.
Neil había recibido una educación a la vez clásica y humanista; muy niño su padre lo envió a convivir con los campesinos de una de las aldeas de su propiedad para que conociera la pobreza; le despertaban siempre con sonrisas, y es por ello que había encontrado su humanismo en el hombre de campo, libre y simplista, pero nunca aun así se alejaba de las fuentes del pasado histórico y de su conocimiento del latín. Le respondió a Leslie escribiendo que uno no tiene que demostrar que no existen platillos volantes: pero debe exigir a quienes afirman que son naves extraterrestres que aporten las pruebas suficientes para soportar tal teoría. Y que además esas pruebas sean extraordinarias, es decir, que no sean circunstanciales o un conjunto de casos curiosos.
Durante sus primeros ocho años de vida aprendió el latín como su lengua materna; luego su padre le enseñó griego y después que lo dominó por completo comenzó a escuchar francés.
Un día escapó de su casa, sin experiencia en la vida más que los impresos y los archivos de la nación de su padre. Se fue a vivir con una prostituta. Conociendo a todas las prostitutas de la vecindad comenzó a escribir historias, historias que comenzaron a ser publicadas en los tabloids amarillistas.
Estos reportajes lo llevaron a conflictos y peleas callejeras, hasta que una mujer lo atacó con un cuchillo y Neil decidió huir con una de las mujeres, su prostituta favorita. Jamil le había explicado que había herido los sentimientos de las mujeres en sus reportajes, y que debería cortarse el pescuezo, pero en lugar de atacarlo se casó con él. Jamil lo aguantó bastante, los reportajes llenos de críticas y exactitudes, pero cuando Leslie nació Jamil huyó y desapareció para siempre de la vida de Neil. Neil se quedó solo como un perro abandonado con una criatura en brazos, se arrepintió de sus sucios reportajes acerca de las colonias nocturnas, y decidió empezar a escribir cosas serias.
Neil escribió cartas que fueron publicadas. “Quiero que me veas en mi forma simple, natural y ordinaria, sin contención ni artificio, pues yo soy el objeto de mi propio libre albedrío”. Entonces empezó a escribir artículos más serios sobre historia y religión, hasta sobrepasar los artificios para desvelar su yo más íntimo en su esencial desnudez.
Trató de ser un moderador y de contemporizar con los dos bandos enfrentados, los rebeldes y el gobierno, pero cuando apareció el Internet como medio de comunicación en la luz pública, comprendió que existía una nueva casta de rebeldes, quienes estaban creando no solamente una nueva forma de escribir y programar, sino de pensamiento. El pensamiento del mundo estaba cambiando con una velocidad impresionante, y pronto los impresos serían sustituidos por las pantallas digitales. Sabía que la variabilidad y la inconstancia eran dos de las características esenciales del Internet, y comenzó a temer que el mundo cayera en nuevas formas de hegemonías e imperialismos. El imperio de las empresas de computadoras, el imperio de la información digital. Sintió espanto al ver como el mundo olvidaba lentamente un principio fundamental del método científico, expresado en la máxima de Hume: “el peso de la prueba reside en quien hace la afirmación”.
No fue sino hasta que se enteró que su hija Leslie estaba enferma de cancer y se había internado en un hospital en Barcelona, que se dio cuenta que existe algo más que él mismo y sus ideas, algo más que el mundo y que la vida. Enrabiado criticó todo lo que estaba a su alrededor, y maldijo a Jamil por haberse ido de su lado. Se dio cuenta de lo peor, que la vida era una batalla pérdida, y que el mundo era una perrera disfrazada de cosas maravillosas. Investigó el tema y leyó que el cáncer tenía un origen exclusivamente psicosomático: se produce en el fondo por una actitud negativa y auto destructiva del paciente. La terapia que podía curarle era conseguir que elimine tal negatividad, mediante terapias de grupo, olvidándose de los tratamientos “convencionales”. Decidió abandonarlo todo, abandonar su vida de periodista, e ir a vivir al lado de su hija Leslie, al lado del sentido más profundo de la muerte. Rentó un departamento cercano al hospital, e iba a visitarla día y noche, donde sus posturas se reconciliaron en un abrazo, fue entonces que recibió un telegrama del archivo de la nación, su padre había muerto, y le había heredado toda su fortuna. Neil pasó las noches rezando, a los dos meses también murió Leslie, y se sintió sólo como un niño recién nacido, cruzó sus manos como en un altar, y comenzó a llorar.
Fue a recoger su fortuna a un banco de Roma. Mientras estaba en Roma visitando las catedrales, conoció a un cardenal, un hombre que le hizo creer nuevamente y ver la vida en una nueva forma. Caminaron por la ciudad del Vaticano, y entraron en un cuarto que era un archivo, una bóveda sin humedad alguna y comenzó a leer libros de historia y religión. En la parte alta de la bóveda había una ventana y sobre esta en cuyas vigas del techo estaba grabada una cita: Que sais-je? (¿Qué sé yo? o ¿Yo qué sé?), y allí una medalla con una balanza cuyos dos platos se hallaban en equilibrio.
-El Internet está destruyendo nuestro mundo-. Dijo el Cardenal Tanttani.
-El Internet y muchas cosas más, vivimos en un mundo avorazado.
-Usted amigo que vive en los Estados Unidos seguramente sabrá, ¿qué es esto sobre el Consejo de Sabios del Internet?.
-Son un grupo de criminales, o como le llamamos nosotros, cyber criminales,
que se hacen pasar por sabios. Inventaron una leyenda que dice que el novena sabio elige un cuerpo humano y se convierte en el líder del mundo.
-¿Alguna vez alguien ha visto a alguno de éstos sabios?.
-No, nunca, nunca han aparecido en público, ni revelado su nombre. Son personajes inventados por hackers. Me encontré con un farsante en un programa de televisión, un tal Sr. Haker, que exigía un alto a la tala de árboles.
-¿Entonces por qué tanta fama?.
-Es alimento para los ingenuos.
-Es peligroso para la Historia.
Neil se mordió los labios, apretó las mandíbulas, y aprendió que vivían en una sociedad manipulativa, especulativa, imaginativa. Pero de ser así, ¿que significado tendrían las palabras y los signos?. Si éstos eran tan leves como los mitos.
-Los supuestos sabios del Internet no pueden hacer daño alguno-. finalmente dijo Postman.
-Se equivoca. Hay que detenerlos a toda costa, y si bien no existen, hay que evitar que ese mito se expanda.
-¿Porque? ¿Cuál es el peligro?.
-Bien, algo similar afirman los llamados creacionistas evangélicos, para quienes la Biblia es literalmente interpretativa. Si alguien intenta explicar que es imposible que el mundo se creara hace sólo seis mil años, como afirman, porque hay fósiles y rocas más antiguos, porque ahora nos llega la luz de galaxias mucho más lejanas que seis mil años luz, ellos responden que Dios, en su infinita providencia, creó tales pruebas falsas: creó la luz en camino hacia la Tierra, y plantó los fósiles y rocas antiguas…
-No entiendo.
-Hazlo por el recuerdo de tu hija Leslie, encuentra a quien manipula la verdad, y verás la verdad …
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