Durante Janucá celebramos los milagros. El milagro de unos Macabeos sin experiencia que derrotaron a un enorme y poderoso ejército. El milagro de un pequeño frasco de aceite puro que duró ocho días en lugar de uno. El milagro de la supervivencia del pueblo judío durante miles de años a pesar de los desafíos y obstáculos sin fin.
Este es un tiempo que alumbra al pueblo Judío en general y a cada Yehudi en particular, las velas de Januca, son luz de esperanza, cada vela por mas pequeña que sea quita otro poco de oscuridad hasta que iluminan las ocho velas y nos dan claridad completa. Es por eso que podemos tomar esta oportunidad para buscar maneras de como convertir la oscuridad en luz.
1. Reformular metas. En lugar de pensar en lo que no nos gusta de nosotros mismos o de nuestra vida, nos debemos concentrar en lo que sí tenemos y podemos aprovechar. Cuando nos enfocamos en nuestra pureza y nos perdonamos por errores cometidos, quitamos del camino aquella barda imaginaria que no nos deja avanzar.
2. Miremos a través de un lente espiritual. El mundo material esta representado por sus limitaciones. Mirando la vida a través de un lente físico y material, vemos celos, disputas, cansancio y a menudo caos. El mundo espiritual es amplio y abundante. No tiene limites. Es una fuente de energía constante ya que con ese lente todo tiene un propósito, hay un orden dentro del caos. Hay una luz que emana de nuestra neshamá y que aclara las dudas. Es verdaderamente como prender la luz en un cuarto obscuro lleno de cosas que parecen tropiezos, pero con la luz prendida se convierten en oportunidades.
3. Abraza el cambio. Cuando nos sentimos atrapados en hábitos y rutinas, la vida puede parecer aburrida e imposible de cambiar. Pero el cambio puede suceder en cualquier momento, y crear profundas marcas positivas. Si somos humildes y dejamos de dar tanto valor a cada pensamiento, podemos erradicar de raíz comportamientos que nos alejan de la persona que realmente podríamos ser. Esto se parece al que tiene un foco de pocos watts prendido y vive a media luz y decide “cambiar” el foco por uno más potente y se da cuenta que al final sólo dependía de pequeños cambios para traer luz a su vida.
4. Ama y conéctate a tu familia. Nuestra pareja o hijos son la fuente de luz más importante, de allí tomamos las fuerzas y dirección para cualquier situación que se nos presenta en la vida. En muchas ocasiones prestamos más atención a otros y olvidamos que los más cercanos nos dan paz y tranquilidad para actuar de la mejor forma.
5. Acércate a D-s. No te dejes llevar por ideas que crean falsas creencias o caminos, que en un principio se ven muy alumbrados, para darnos cuenta que lo único que trajeron fue mas obscuridad. Apunta tu rayo de luz a la dirección correcta y camina sobre un camino ya alumbrado por muchos siglos, que no esta alumbrado por un foco o un faro, sino esta alumbrado por la LUZ máxima, la LUZ divina y la luz de la Torá.
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