Gracias Jacobo

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“Shlof she mir shoyn Yánkele main sheiner….”

Con estas palabras empieza una canción de cuna en Yiddish; una canción que el Lic. Zabludovsky -Jacobo- Yánkele, recordó en alguna conversación cuando platicamos el día que nos conocimos, cuando me pidió preparara la entrevista al caza-nazis, a Simón Wiesenthal, que acabábamos de transmitir en Canal 7 para retransmitirla en un corte breve en “24 Horas” y en versión completa en “Hoy Domingo”.

Con esta entrevista, la última que concedió Simón, la única completamente en Yiddish que Telesistema transmitió, la que se produjo gracias a Luis Gutiérrez y Prieto, Director de Cable 7, (el primer canal de Cablevisión en México, donde semanalmente se transmitía el programa de “la Hora Judía” y en donde habíamos producido una serie de 7 horas sobre el Holocausto que cerraba con esta entrevista que Jacobo vió y compró para “Hoy Domingo” un programa que transmitía semanalmente porque “no estaba suficientemente ocupado” con la transmisión diaria de 24 Horas programa que, según escuché, se había iniciado por iniciativa de él y el Lic. Miguel Alemán (y a pesar de la opinión de la Directiva de Telesistema Mexicano que aseguraba que nadie vería un programa noticioso a tan altas horas de la noche cuando había que trabajar al día siguiente).

Quizás ésto explica la famosa frase que quizás Usted recuerde: “Señora, despierte a su marido porque en unos minutos vendrá al estudio Olga Breeskin…” y tantas otras más.


Y así, con esta entrevista que se transmitió durante dos semanas en dos capítulos de 30 minutos cada uno, en Yiddish, con traducción al español se inició una relación entre él, el Maestro, y yo “el niño” que tuvo la suerte de aprender de los mejores, trabajar con el equipo original de ambos programas y crecer con ellos, quizás no tanto como ellos, pero por lo menos crecer a la sombra de gigantes.

Jacobo Zabludovsky en la Sinagoga Justo Sierra, en el marco del seminario sobre el barrio de La Merced
Jacobo Zabludovsky en la Sinagoga Justo Sierra, en el marco del seminario sobre el barrio de La Merced

Y es que “24 Horas” fue en su momento lo que hoy llamaríamos una “tecnología reconstructiva” porque no solo modificó para siempre los hábitos del público sino que además quitó a la prensa escrita su posición como el medio informativo (y publicitario) por excelencia para transferir ambos honores al medio electrónico con el mismo impacto, rapidez y fluidez con el que hoy los medios de internet han reemplazado a los impresos y electrónicos “tradicionales”.

Pero además, crear “24 Horas” requirió de valor, de agallas y de imaginación.

Para elaborarlo Jacobo tuvo que inventar movimientos de cámaras que no existían en los noticieros, inventar reporteros que no existían en México, asegurarse de que además de bonitas (y bonitos) fueran capaces, inteligentes y cultos en un país donde esa profesión era “escrita” y donde la carrera se llamaba “Periodismo y Comunicación Colectiva” que solo años después incluiría dos semestres de “Técnicas de Periodismo por Televisión” cuando Juan Ruiz Healy la empezó a impartir en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM antes de heredármela para ver si “así aprendes mientras trabajamos”.

Y sí, así fue, viendo a Jacobo todos aprendimos pero más lo hicimos quienes tuvimos la suerte de estar con él cuando acababa de leer un libro y emocionado nos recomendaba que lo leyéramos (en mi caso el que más recomendó fue “Relato de Un Náufrago” de García Márquez.)

Y es que Jacobo, honrando sus orígenes y siguiendo sus tradiciones era un lector voraz.

Una imagen del periodista al frente de '24 horas', en los años 70
Una imagen del periodista al frente de ’24 horas’, en los años 70

Quizás lo heredó de su padre, David Zabludovsky quien antes de llegar a México en 1926 se dedicaba a ser agente viajero en Polonia donde viajaba vendiendo libros (recuerda Usted a Mendele Moijer Sforim, el primer clásico de la literatura Yiddish cuyo nombre de pluma significa precisamente Mendele el Vendedor de Libros, una profesión desconocida en el resto del mundo pero muy común en los shtétalaj judíos donde estos vendedores ambulantes de libros llevaron consigo de pueblo en pueblo, la literatura, la cultura, la revolución y la información que finalmente le salvó la vida a él y su familia nos permitió a los demás conocer y aprender del tercero de sus hijos, Jacobo, quien habiendo nacido en México el 24 de Mayo de 1928, aprendió de su papá la importancia de la lectura, el conocimiento y la cultura que el primero aprendió en Yiddish, su lengua materna (su “mameloshn”) y la que no tuvo oportunidad de aprender en la escuela porque aun no había escuela que la enseñara en México (su tía Vele Zabludovsky sería más adelante, una de las creadoras de una escuela así, de Yiddish, de ese judaísmo secular que siempre distinguió a Jacobo y que llevó siempre consigo en el corazón.

En México, la profesión de vendedor ambulante de libros no tenía entonces – y menos ahora- un gran futuro por lo que don David, igual que tantos otros inmigrantes de la época tuvo que cambiar de profesión y, en lugar de vender libros, aprendió a vender ropa al mismo tiempo que aprendía el español.

Quizás el amor absoluto de Jacobo al periodismo de verdad, a la información documentada, a la noticia bien armada, a la cultura, haya surgido de esa tradición familiar de promover la cultura y la educación que su padre hacía con sus libros en Yiddish y que él, al traducir a sus noticieros, proyectó a un nivel masivo que nadie podía haber imaginado antes de que él lo lograra.

Piense Usted, antes de Jacobo, las noticias por televisión las leían Guillermo Vela (Mientras Usted duerme, Guillermo Vela…) y Pedro Ferriz quienes literalmente, leían las noticias o sea, compraban los periódicos del día, recortaban las noticias que les parecían más interesantes, las resumían y las transmitían y buena parte de este proceso lo hacía el mismo Jacobo quien en uno de sus primeros trabajos se dedicó a redactarles a las estrellas de entonces, las noticias que tenían que leer.

Y es que así como su padre cambió de venta de libros a venta de ropa Jacobo evolucionó de corrector de galeras con Luis Felipe Ureña a redactor de noticias para luego aprender a “locutear” en la XEQK (la famosísima estación de la hora exacta – a mi gusto el concepto más impecable de contenido básico para poder vender el tiempo restante (en este caso 58 segundos de cada minuto) como publicidad donde pagaban $1.25 la hora –siempre que el locutor hubiese leído todos los anuncios que debía haber leído-.

Así pues, Jacobo iba acumulando experiencia leyendo anuncios, escribiendo noticias, editando historias y en el camino siguió conociendo gente determinante.

A Luis Felipe Ureña lo conoció porque era su vecino en su vecindad, a Sarita su esposa – y en este caso la confirmación absoluta de que atrás, a un lado y delante de todo gran hombre hay una gran mujer, la conoció a unas cuadras en las calles en donde se cruzaban los estudiantes de Leyes con las del Bachillerato y ahí, en Leyes conoció a quien –yo creo- fue su otra mancuerna perfecta; Miguel Alemán, quien nunca tuvo miedo de buscar la excelencia en todo lo que hacía y arriesgarse a expandir las fronteras de la tecnología a cada paso, condiciones éstas que combinaban perfectamente con el espíritu y el profesionalismo de Jacobo.  Y así pasó de Ureña a Pages Llergo, a Sordo Noriega y a  Rómulo O’Farril.

Ya después se sumaron todos los políticos, artistas, intelectuales, pensadores, políticos, y personalidades que, para presumir de ser alguien tenían que haber sido entrevistados por Jacobo (“¿A quien tenemos en la línea Normita?…”

Jacobo marcó una era en el periodismo en México
Jacobo marcó una era en el periodismo en México

“24 Horas”, “Hoy Domingo”, “60 Minutos”, “Eco” son algunos de los programas donde lo acompañamos y aprendimos –unos mas otros menos- donde no se inventó la noticia pero definitivamente se inventaron los noticieros de televisión que reemplazaron a lo que había antes que eran “noticias por televisión.

Recuerdo una serie de conversaciones con Julio Scherer (Director de Excélsior) quien ‘acusaba’ a Jacobo de haber convertido el mundo de la noticia en entretenimiento – acusación que consideré entonces y ahora como cierta pero, a diferencia de Julio, como lo correcto a hacer en el nuevo medio y con el nuevo auditorio (Piense Usted realmente cuanta gente leía realmente los periódicos en el México de entonces – y conste que entonces eran porcentualmente más de lo que lo hacen ahora) – y cuántos llegaron a sumarse como auditorio de 24 Horas.

Pero además Jacobo no sacrificó calidad por rating.  Es cierto no había un telón que dijera “y ahora la sección cultural.” Pero todos aprendimos y nos volvimos más cultos gracias a Jacobo, sus entrevistas, sus comentarios bibliográficos y el nivel intelectual de su programa que tanto se diferencia de algunos que hay hoy y que son, descaradamente, servidores del maniqueísmo comercial o ¿será que con la edad estoy empezando a pensar como Scherer?

No, pero la verdad, donde comparar a una Rocío Villagarcía, Paty Suarez, Martha Venegas, Graciela Leal, Juan Ruiz Healy, Jaime Almeida, Raúl Hernandez, Arturo y Raúl Lomeli, Paco Ramírez y bueno las indispensables hermanas Garnica – y que me perdonen a los que no he incluido más no por eso dejo de tener en alto concepto- con algunos de los nombres de quienes hoy pululan los pasillos y que con su presencia, su cultura, su inteligencia, llenaron las pantallas de calidad siendo todos prácticamente productos de la imaginación –y el trabajo- de Jacobo y Miguel Alemán.

Jacobo Zabludovsky en 24 Horas.
Jacobo Zabludovsky en 24 Horas.

Y ésto, esta generación de periodistas, es lo que le debemos a Jacobo quien supo sumar sus orígenes culturales, con la humildad de su niñez, con sus amigos de la Merced, con quienes se reunía habitualmente por siempre, con nosotros con quienes –además de guiarnos e inspirarnos- convivió siempre como un amigo.

Por más que me esfuerzo no puedo pensar ni en Jacobo ni en Miguel como mis jefes porque siempre se portaron como mis amigos.  Nunca una pose de vedette, nunca un arranque de egotismo, siempre partes de un equipo en el que todos sabíamos que ellos eran las cabezas pero –por lo menos en mi caso- era fácil olvidarlo al discutir un buen libro, algún evento especial o simplemente platicar de nada.

Después de Televisa, en sus oficinas del Periférico, recuerdo como me enseñaba con orgullo los libros que tenia, las lecturas que acometía y los proyectos que mantenía, la herencia judía que tenia y su amor por la Merced y la comunidad, por los libros y la gente, por la lectura y la verdad, por la honestidad y la justicia siempre desde una posición de humildad personal donde, sin ignorar sus logros, estaba consciente de que al final del día era el público, con su decisión de quedarse en el canal el que finalmente emitía el juicio final.

Y es que Jacobo amalgamó noticia con entretenimiento, presente con pasado, herencia cultural con creación futurística, el alma del Yiddish con la del español, profesionalismo con trabajo, horas interminables en su oficina con una vida familiar que a veces se desarrollaba ahí mismo.

Jacobo, que a mis ojos parecía una postal, porque siempre se veía igual, siempre bien, siempre ecuánime, siempre en control fue para mí un ejemplo digno de seguir y para muchos una roca de estabilidad.

Recuerdo como cuando se fue a Florida en Presidencia les preocupa que su ausencia hacía parecer que el país perdía consistencia, perdía estabilidad.

Cuando hace unos días visitó el Shul que lo acompañó en sus años mozos y lloró, ¿quizás lo hizo porque en el fondo pensó que esta podría ser su última visita a este lugar?

Jacobo Zabludovsky en la Sinagoga Justo Sierra, en el marco del seminario sobre el barrio de La Merced
Jacobo Zabludovsky en la Sinagoga Justo Sierra, en el marco del seminario sobre el barrio de La Merced

Quizás lo hizo porque ahí volvió a recordar a la mamá que lo llevaba allá (según nos cuenta Schwartz –ejemplo de inteligencia vertida en el área de noticias deportivas- que Jacobo siempre llevaba una corbata negra y que lo hacía como un pequeño recuerdo diario a la memoria de su mamá a la que no olvidó ni un día y por la que, quizás, lloró en el Shul que se la recordó.

No lo sé y ahora ya nunca lo sabré.

Con él se fueron muchas memorias y con su paso se acaba el proyecto de digitalizar sus artículos, sus escritos, sus videos, sus fotografías para crear un archivo personal, nacional, digital.

Igual que los proyectos inconclusos queda pendiente el homenaje –conjunto con Miguel Alemán- que bajo la iniciativa de Rocío Villagarcia le preparábamos sus ex colaboradores (Norma Meraz, Manuel Lomelí, Jaime Maussan, Raúl Lomelí, Lolita Ayala, Juan Manuel Rentería, María Elena Rico, Salvador Estrada, Paco Ramírez y Jaime Almeida (quien desafortunadamente también acaba de fallecer dejando igual un hueco muy difícil de llenar).

Quedan ahora dos fechas, dos momentos que la tradición judía exige recordar: Uno, el de los “shloishim” (los 30 días) precisamente los 30 días después del fallecimiento –el próximo 3 de Agosto- cuando todos nos reunimos nuevamente para recordar y el segundo, el “Yortzaitn”, el aniversario anual, – que será el próximo 2 de Julio de 2016- fechas ambas en las que, el homenaje que teniase planeado debería realizarse para aprovechar la presencia de Sarita, de Miguel, de Abraham –digno representante de su papá- y del resto del equipo para recordar, reafirmar y promover los valores profesionales y el ejemplo personal que esta mancuerna Zabludovsky-Aleman nos imprimieron a quienes tuvimos la suerte de pasar por ahí.

Ahora, quizás más conscientes de que el tiempo no es eterno, se debe de organizar este evento no solo para honrar a quien honor merece sino para asegurarnos que su memoria, sus enseñanzas y su carácter no se pierdan en el éter de la infinidad sino que sean recordadas para ejemplo y beneficio, no solo de quienes por suerte nos tocó conocerlo y aprender con él, sino de todas las nuevas generaciones de periodistas mexicanos que hoy tanto se pueden beneficiar del ejemplo que dejó Jacobo y del que Miguel aun nos puede recordar.

Gracias Yankele, descansa en paz.

Acerca de Daniel Ajzen

Como reportero ha escrito para los principales diarios de México, incluyendo Excelsior, Novedades, UnoMasUno y las principales revistas mexicanas. Sus reportajes internacionales han sido reproducidos por O Globo en Brasil y La Nación en Argentina. En televisión, fué reportero para 60 Minutos y Hoy Domingo, condujo su propio programa y ha producido incontables programas de radio y televisión con gran éxito. Fué Director de Noticias Internacionales para Telesistema Mexicano hoy Televisa. Como reportero y productor de radio, ha recibido numerosos premios, incluyendo el reconocimiento al "Mejor Programa Cultural de Radio en México" en dos ocasiones. Ha sido catedrático para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Iberoamericana. Sus libros han sido usados como libros de texto. Para Internet, ha creado importantes sitios web como SaveTheMusic.com Jewishwebsite.com eastlandofficesupply.us etc. y con su experiencia en comunicaciones, noticias y producción, creo Wordmedianetworks.com e Hispanopolis.com; el primer centro hispano de contenido multimedia y chaptersync.com la primera plataforma para administracion y sincronizacion de contenidos en medios sociales para organizaciones no lucrativas y franquicias.

6 comentarios en «Gracias Jacobo»
  1. Cuando el Lic. Jacobo Zabludovsky fue director de OVACIONES, tuve el gusto y satisfacción de trabajar bajo su dirección, en ese entonces ocupe el cargo de jefe de redacción y tuve mucha liga con Juan Francisco Castañeda. De las personas, se aprende. De su carácter, se moldea el trato para con las personas y de su profesionalismo se copia el ejemplo para transmitirlo a otras generaciones que llegan a los medios en aras de ganarse un sitio.
    Gracias
    Rayón

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  2. El Lic. Jacobo Zabludovsky hizo crecer a varias generaciones cultural y periodísticamente. Su afable y preciso estilo que pulió a lo largo de su trabajo lo hizo querido, escuchado, cercano a nuestra vida diaria porque nos era familiar verlo en televisión y después escucharlo en radio. Queda mucho por recordar de él. Y sí… ¡Gracias Jacobo!
    Que descanse en paz. Que su familia no sepa más de penas.

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