Honrar la vida

El aroma de tostadas blandas, untadas de olor a éter se sacudían en esos carritos odiosos.

Las cuentas del rosario brillaban el sudor de sus manos.
Levantó la mirada a ese cielo virtual huérfano de estrellas, soles o lunas.
Y se animó a una plegaria de culpa y ruego: “Qué Dios se apiade de su alma y se lo lleve”
¡Difícil! ¿Cómo  podría Dios,  llevárselo así?
¡Con tanto equipaje científico adosado!
Manos de Juramento Hipocrático, le habían conectado a  esa maraña de tubos entrelazados.
Ese cuerpo querido, le dolía, penetrado de tanto compromiso de Ciencia y tanta humillación de violencia inútil para mantenerlo “vivo”. ¡¿Eso era “vida”?!
¡A papá! Qué un día -selló sus labios-  y pareció decidir que ya no estaba dispuesto a recibir alimento alguno. Que era tiempo de partida.
Ahora, engrillado de sonda, como mascota de duelo, yacía inerte.

…

 -¿Y doctor?
– Ya no hay lo que hacer. Sólo esperar.
-¿Esperar qué?
El médico se encogió de hombros. Le regaló una mirada solidaria. Siguió su ruta de pasillo de condenas y esperanzas.

Y le dio rabia. Y pensó. Cuando se trata de una criatura o una persona joven- se debería hacer todo cuánto se pueda para retenerle en este mundo y aún más ¡Con tubos, remedios, respiradores o lo que sea!
Pero quienes han tenido el privilegio de haber cumplido el ciclo de la vida, todo;  deberían irse sin ser sometidos a dolor alguno, sin transitar la  humillación del deterioro; regidos de leyes complejas, de intereses encontrados.
Y pensó: “¿Quién soy yo para decidir sobre esos últimos suspiros de alguien querido? Pero, “La Ciencia”: ¿Lo es?
Porque a Dios…digamos, no le facilitan mucho “Su” tarea de llevar a esas criaturas a “Su Reino”- por estos tiempos.
Y yo, no me quiero investir con derechos o potestades que no me fueron otorgadas: Ni  por “El Todopoderoso” ni por los “Hombres”.
LO ÚNICO QUE QUIERO,
Porque a mis Amores, Quiero: Es…
Honrar la Vida