El perfeccionamiento de las cualidades personales es un valor reconocido universalmente. Al preguntar si el hecho de refinar las cualidades personales es un objetivo en el cual vale la pena invertir nuestro tiempo y esfuerzo, prácticamente todos —de manera unánime— estarán de acuerdo. Sin embargo, en el judaísmo el concepto de refinar las cualidades personales adquiere una profundidad y un significado mayor. Más que simplemente convertirse en una “mejor persona“, quien se esfuerza por mejorar sus cualidades personales está esforzándose por imitar los atributos Divinos y, por tanto, se apega aún más al Creador. El mayor modelo que guía nuestro desarrollo personal es Dios mismo.
Hay una Mitzvá en la Torá respecto a seguir los caminos de Dios, así como está escrito: Vehalajtá Bidrajav, “Y andarás en sus caminos”.
Sin embargo, este mandato es difícil de entender. ¿De qué manera es posible imitar a Dios? A final de cuentas, Dios es un ser infinito y se encuentra fuera de la capacidad del entendimiento humano. ¿Qué es lo que nos están diciendo que debemos hacer?
“Imitar a Dios” significa que debemos copiar las maneras y los actos que Dios nos reveló. Al actuar con nosotros de determinada manera, Dios nos está demostrando qué espera que hagamos.
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