Para las antiguas culturas amerindias, el universo se organizaba según un esquema cuatripartito. Cuatro eran las direcciones del espacio y las edades del tiempo; cuatro los colores, los ciclos solares, las manifestaciones de cada divinidad. Sobre esta cosmogonía se construyeron religiones y estados en Mesoamérica y también en el área andina.
Esta ciudad situada al sureste de Perú, estuvo a su vez dividida en cuatro barrios proyectados al conjunto del Imperio, dando lugar al Tabuan Tinsuyu (el Reino de las Cuatro Regiones), que las tropas de Francisco Pizarro conocieron y derribaron. Debido a que los incas no tenían escritura, lo que se sabe de sus orígenes deriva de mitos y tradiciones transmitidos oralmente, que algunos cronistas de las Indias recopilaron con posterioridad a la conquista española. La mayoría de ellos coinciden en señalar los alrededores del lago Titicaca como los orígenes incas, con Manco Capac y su hermana y esposa Mama Ocllo, a quienes su padre el Sol había dado una vara de oro que utilizarían para determinar el lugar del centro del universo, cuando al apoyarla en la tierra esa vara se hundiese.
Así es como estos personajes fundan Cuzco, leyenda parecida a la de Tenochtitlán donde se refleja una migración de un pequeño grupo étnico. Esto se calcula sucedió en el Siglo XIII, pero según se dice dicha región ya estaba habitada desde la prehistoria. También por leyendas se dice que ocuparon el trono ocho descendientes de esos fundadores, siendo el único dato fehaciente la coronación de Pachacuti en 1438. En menos de cien años de imperio, éste abarcó el sur de Colombia, norte de Argentina y Chile en base a conquistas militares y alianzas por vínculos matrimoniales.
El 15 de noviembre de 1533 Pizarro y sus hombres llegan a Cuzco tras la muerte del inca Atahualpa y aunque apenas encontraron oro en ella, quedaron deslumbrados de la grandeza de la ciudad, con sus anchas calles empedradas y palacios decorados con exquisitos tejidos. Consumada la conquista, Cuzco se convirtió de modo natural en capital del nuevo virreinato, siendo su refundación el 23 de marzo de 1534 y dándole Carlos V el título de “Gran Ciudad y Cabeza de los Reinos del Perú” en 1540.
Tal como sucedió en México, los españoles en Cuzco construyeron sus edificios sobre el mismo trazo indígena, por lo que la ciudad adquirió un carácter mestizo que aún conserva. Se puede afirmar que prácticamente no existe hasta la fecha un edificio de importancia, que no tenga un basamento de sólida cantera inca.
Su plaza mayor fue escenario de un dramático episodio que cerraba definitivamente la conquista, pues el último rey inca, fue decapitado ante una multitud de indios cuyos gritos de dolor hicieron estremecer los muros de la ciudad. Con él se extinguía la estirpe de los Hijos del Sol y el último foco de resistencia a los invasores, manteniendo a raya a los conquistadores durante casi 40 años.
En 1542 la capital del virreinato se trasladó a Lima por su situación próxima a la costa, sin embargo, Cuzco no dejó de prosperar, gracias a su estratégica situación sobre la ruta que unía Lima con Buenos Aires y, sobre todo, por ser lugar de paso para el mercurio que procedente de las minas de Huancavélica, se dirigía a los ingenios de Plata de Potosí. Esa época de esplendor de las minas también lo fue para la vieja capital inca, aunque surgieron de ella muchos productos agrícolas y artículos de lujo como muebles, tejidos y pinturas. Tras un gran terremoto en 1650 en que se vieron obligados a reconstruir varios edificios caídos, Cuzco alcanza como ciudad colonial uno de los perfiles más opulentos de América Latina por su barroco, aunque se conoce también como estilo limeño, cuyos rasgos más característicos son el uso de columnas salomónicas, portadas rematadas por frontón roto y grandes claraboyas ovaladas.
De nueva cuenta en 1821 y por breve tiempo, Cuzco vuelve a ser la capital del Perú y aún de todo el imperio español en América del Sur; pero posterior a la independencia se inicia su declive por los fracasos de la pretendida unión entre Perú y Bolivia y el hundimiento de su industria textil, provocada por la libre importación de tejidos de Inglaterra y Estados Unidos, un fenómeno que al parecer se repite en nuestros tiempos con la tan sonada globalización.
En vista de la gran importancia por su larga historia, por las joyas arquitectónicas que en ella se conservan, y siendo un gran centro turístico, la UNESCO la nombró como parte destacada del patrimonio de la humanidad.
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