La innovación y el crecimiento económico

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La Escuela de Negocios para el Mundo (Insead, por sus siglas en inglés) dio a conocer la semana pasada el Índice Global de Innovación (IGI) para 2011. El IGI se suma así a otros índices internacionales —el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), o los de la OCDE, del World Economic Survey o del Instituto Internacional de Gestión y Desarrollo— mismos que se han convertido en referencias importantes del progreso mundial, al evaluar a los países del mundo y ubicarlos en escalas de desarrollo y de competividad.

La Insead ha publicado este índice a lo largo de los últimos cuatro años, y ha evolucionado, inspirado tanto por los índices mencionados como por los reportes de instancias como la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y la Organización Mundial de Telecomunicaciones. La novedad del IGI es que ha procurado construir una visión más comprensiva de la innovación.

La definición clásica de ésta toma en cuenta principalmente indicadores como la Investigación y el Desarrollo (I&D), la propiedad intelectual y protección de patentes, y las publicaciones científicas. El IGI propone añadir también criterios más “suaves”, tales como son las innovaciones sociales, las innovaciones en modelos de negocios y de tecnologías bajas (low tech), donde el foco se centra precisamente en el impacto de dichas innovaciones.


Esta definición más amplia facilita la identificación del nivel de innovación en países desarrollados así como en países en vías de desarrollo, toda vez que la innovación es concebida como uno de los elementos claves en el crecimiento económico.

Este año Israel ha sido ubicado por el IGI en el decimocuarto lugar de 125 países. Si observamos más claramente este índice, Israel ocupa el primer lugar en las siguientes indicadores del IGI: calidad en las instituciones de investigación, artículos en revistas científicas y técnicas, acceso al capital de riesgo y gasto grueso en I&D (en 2008 este gasto fue de 4.27% del PIB).

Estos datos concuerdan con otros índices publicados en el último año. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) ubicó en 2010 a Israel en el décimo quinto lugar en la escala de los países más desarrollados del mundo.

Israel ocupa el vigésimo cuarto lugar de 139 países de acuerdo al World Economic Survey de 2010. Está en el primer lugar en calidad en investigación científica, en el cuarto lugar en utilidad de patentes por cada millón de habitantes y en el séptimo lugar en capacidad de innovación.

De acuerdo con el Instituto Internacional de Gestión y Desarrollo, en 2011 Israel ocupa el décimoséptimo lugar de 60 países en competividad (lugar al que ascendió desde el vigésimo cuarto lugar en 2009) y está en segundo lugar en gasto público en materia de educación.

Los datos dan cuenta de la historia de la economía israelí en la última década, mostrando cómo la inversión en I&D y el desarrollo de la alta tecnología se han convertido en el motor del crecimiento, subrayando así la importancia de la educación y del capital humano.

El IGI permite, por medio de sus indicadores, una mirada más cercana a diferentes economías y un análisis de sus fortalezas y debilidades. De esta manera, en el capítulo de la Insead dedicado a América Latina se reconoce la estructura típica de las economías basadas fundamentalmente sobre recursos naturales y sectores como la agricultura, las minas y la industria petrolera, y en menor medida sobre la inversión en I&D.

El IGI también toma en cuenta los índices del desarrollo ambiental y de la economía verde, variantes en las cuales se presentan datos positivos en países como México. El vínculo entre la innovación y el medio ambiente está establecido y la innovación constituye un factor primordial en el combate en contra de la devastación ambiental.

De la lectura atenta de este índice se desprende que el aliento a la innovación puede y debe ser fomentado de diferentes maneras, siendo una de las fundamentales el fortalecimiento de las capacidades humanas, mismas que constituyen la clave para acceder a un desarrollo integral y dinámico.

* Artículo publicado en la columna “Ideas mediterráneas” en Excelsior el 7 de julio, 2011.
Rodica Radian-Gordon es Embajadora del Estado de Israel en México.

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