Las Encíclicas Papales

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La encíclica Caritas in Veritate (CV) presentada por el Papa Benedicto XVI el ocho de julio pasado, constituye una visión actualizada de la Iglesia Católica (IC) sobre los problemas del desarrollo en el contexto de la globalización bajo una óptica humanista, cuyos antecedentes inmediatos son los planteamientos de la encíclica Popolorum Progressio del Papa Juan Pablo XI de 1967, y los más remotos de la Rerum Novarum, que fue la primera encíclica promulgada por el Papa León XIII el 15 de mayo de 1891. Las encíclicas, “cartas circulares”, han sido documentos publicados del Sumo Pontífice que “expresan su enseñanza en materia relevante para la sociedad”; con las encíclicas las IC busca “enseñar sobre temas doctrinales o morales; avivar la devoción; condenar errores; informar a los fieles sobre los peligros para la fe procedentes de corrientes culturales; amenazas del gobierno cuando tratan de cuestiones sociales, económicas o políticas, y no son sólo dirigidas a los católicos, sino a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”.

Las encíclicas se han convertido en un instrumento guía para el mundo católico, reforzando la influencia de la IC en la sociedad en general. Sin embargo, el desempeño de esta institución en sus más de 2000 años de existencia ha enfrentado situaciones críticas por las que ha sido estigmatizada; quizá la más relevante fue la Santa Inquisición, a través de la cual las autoridades eclesiásticas mostraron un rostro cruel a millones de personas en el mundo. La Santa Inquisición reveló una ortodoxia intolerante que ocultó intereses económicos y políticos; con la cruz y la espada la Santa Inquisición acompañó al Imperio Español a someter a los pueblos indígenas de América y arrasó con su cultura y su religión.

Asimismo, durante la Guerra Civil Española las autoridades de la IC fueron fieles colaboradoras de los fascistas, y posteriormente, en la Segunda Guerra Mundial, con su silencio frente al Holocausto Judío, se hicieron cómplices de las hordas nazis. Más recientemente, religiosos católicos en todo el mundo han sido acusados de pederastas; muchos de ellos fueron juzgados con benevolencia por los tribunales eclesiásticos.


Los episodios negros de la IC han tratado de ser enmendados; a partir del Papa Juan XXIII, la IC ha tendido puentes con diferentes credos. A los judíos, sus “hermanos mayores”, les pidió perdón y se eliminaron párrafos abiertamente antijudíos de la liturgia católica; también se ha buscado la reconciliación con los católicos ortodoxos, con los protestantes y los mahometanos, principalmente.

Sin embargo, se faltaría a un espíritu de objetividad el no valorar las acciones humanitarias de la IC. Así, desde la encíclica Rerum Novarum, el centro de atención de la IC ha sido el hombre. En esta carta de elevado contenido social, el Papa León XIII apoya el derecho de los trabajadores para formar sindicatos y propone que las relaciones entre gobiernos, empresas, trabajadores y la Iglesia sean manejadas por medio de una “organización socioeconómica” que más tarde seria denominada corporativismo; la idea básica de la organización se refería al establecimiento de principios para buscar la justicia social en la economía.

León XIII rechazó las teorías del socialismo marxista en boga durante parte de su Pontificado (1878-1903); él no estaba de acuerdo en que los bienes de los individuos formaran parte de la comunidad, porque pensaba que ello agravaba la condición de los obreros; estos al no poder disponer libremente de sus salarios” se les arrebataba la esperanza de mejorar su situación económica y de obtener mayor provecho”. La defensa de la propiedad privada constituía “un derecho natural de los hombres dentro de los limites de justicia”. La Rerum Novarum es evaluada como la carta de fundación de la doctrina social de la Iglesia. El Papa León XIII tuvo un efecto profundo en la IC, empero, su apoyo a los trabajadores fue percibido por diversos sectores como una actitud “radicalmente izquierdista” y reclamaron a la IC que abandonara sus posiciones políticas y se centrara en su oficio religioso ecuménico.Los principios de la Rerum Novarum fueron complementados por encíclicas posteriores, especialmente por la Cuadragésimo Anno (1931) de Pio XI; por la Mater et Magistra (1961) de Juan XXII; por la Popolorum Progressio (1967) de Pablo VI y la Centesimos Annus (1991) de Juan Pablo II.

En el marco de egocentrismo, de pobreza extrema, y de conveniencias sociales en el que vivimos, la encíclica CV significa un impulso para un auténtico desarrollo de la persona en lo individual, y de la humanidad, en lo general. En el mundo inequitativo de la globalización del Siglo XXI, el Papa Benedicto XVI enfatiza los criterios fundamentales para el desarrollo de la sociedad: la justicia y el bien común; considera que el “subdesarrollo” en el que vive una aparte importante de la población mundial, no únicamente deriva de las desigualdades existentes en las sociedades, sino que la raíz está en la voluntad, el pensamiento y la falta de fraternidad entre los hombres y los pueblos.

Benedicto XVI consigna que la caridad es “la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia”; empero, la caridad necesita de la verdad. “Un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, sin embargo, marginales”. Así, la caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de la persona y de la humanidad. Sólo con la caridad, iluminada por la razón y la fe, es posible alcanzar objetivos de desarrollo dotados de valor humano. Es factible que los términos caridad con verdad puedan ser interpretados como solidaridad verdadera.

De acuerdo a la encíclica CV, la caridad va más allá de la justicia, al mismo tiempo “yo no puedo dar al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Amar a alguien es querer su bien y actuar en esa dirección; gracias al bien común la caridad adquiere una dimensión social”; de alguna forma la caridad se puede equiparar con la acción de compartir.

En las encíclicas CV se cuestionan las distorsiones del proceso de desarrollo actual como son las actividades financieras “altamente especulativas”; el deterioro ambiental, resultado de una explotación irracional de los recursos y las graves situaciones que viven los trabajadores indocumentados, mismas que demandan para su superación de la cooperación internacional, ya que no se puede considerar al emigrante como una fuerza laboral, sino como un ser humano que posee derechos inalienables que deben ser respetados.

Benedicto XVI expresa especial preocupación por la existencia de beneficios en el capitalismo como un fin y no como un instrumento para el bien común. “el objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza”. No se puede anteponer a todo la productividad y la utilidad; la lógica de los beneficios debe estar “ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad sobre todo de la comunidad política”; uno de los mayores riesgos es que en el mundo globalizado la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversionistas en detrimento de la dimensión social. Así, para el correcto funcionamiento de la economía, ésta debe basarse en la ética, “no en una ética cualquiera, sino en una ética amiga de la persona”.

Benedicto XVI recuerda como la encíclica Centecimus A nnus indica la necesidad de un sistema basado en tres instancias: el mercado, el Estado y la sociedad civil. Subraya que hacen falta “formas de economía solidaria”. Tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco. El Papa hace una valoración del fenómeno de la globalización, que no debe entenderse como un proceso socioeconómico: la globalización necesita “una orientación cultural personalista y comunitaria abierta a la trascendencia” y “capaz de corregir sus disfunciones”.

Por otra parte, Benedicto XVI hace hincapié en el “escándalo del hambre”, la cual se precisa enfrentar con instituciones económicas capaces, que puedan asegurar que la población tenga acceso a el agua y a la comida regularmente. Paralelamente, hace referencia al principio de la subsidiariedad, que ofrece una ayuda a la persona a través de los cuerpos intermedios. La subsidiariedad “es el antídoto más eficaz contra toda forma de asistencialismo paternalista” y es más adecuada para humanizar a la globalización. Benedicto XVI exhorta a los Estados ricos a dedicar mayores recursos del PIB para el desarrollo, respetando los compromisos adquiridos. Esta solidaridad “se manifiesta ante todo en seguir promoviendo, también en condiciones de crisis económica, un mayor acceso a la educación”.

La IC reconoce como un hecho positivo que los países superen el atraso económico, aunque ello “no solucione la problemática compleja de la promoción del hombre”, es decir, su estado existencial que se alimenta del espíritu. En este sentido, afirma que la técnica no basta para resolver los problemas de la humanidad y pone en guardia ante la “pretensión prometeica” según la cual “la humanidad cree poderse recrear valiéndose de los prodigios de la tecnología”. “El absolutismo de la técnica tiende a producir una incapacidad para percibir todo aquello que no se explica con la pura materia. Sin embargo, todos los hombres tienen experiencia de tantos aspectos inmateriales y espirituales de su vida”. El campo primario de la lucha cultural entre ese absolutismo y la responsabilidad moral del hombre es hoy el de la bioética. “la razón sin la fe está destinada a perderse en la ilusión de la propia omnipotencia”. La cuestión social se convierte aquí en cuestión antropológica.

“La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados”. Sin embargo, está contra las formas excesivas de protección de los conocimientos por parte de las naciones ricas, por medio del empleo demasiado rígido del derecho de propiedad intelectual. Reconoce que la técnica nacida de la creatividad humana como instrumento de la libertad de la persona puede substituir a las ideologías.

La IC comprende que en un ambiente globalizado, “para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios, para lograr un oportuno desarme integral, para la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y para regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera autoridad política mundial”. En la encíclica CV se establece que la cooperación internacional requiere de individuos que participen en un proceso de desarrollo económico y humano mediante la solidaridad de la presencia, el acompañamiento, la formación y el respeto; plantea que los propios organismos internacionales deberían preguntarse sobre la eficacia real de sus aparatos burocráticos y administrativos frecuentemente demasiado costos.

En la encíclica CV se indica que la crisis obliga a revisar el camino, a dar nuevas reglas y encontrar una nueva forma de compromiso. La crisis se convierte en una “ocasión de discernir y proyectar de un nuevo modo”. A nuestro juicio, la encíclica CV no es un instrumento retórico o una cuestión de fe, constituye una filosofía de amor al ser humano que sostiene un compromiso para su desarrollo en un marco de valores y el reconocimiento de que “forma parte de una sola familia como propone la revelación cristiana”, aunque los individuos no necesariamente crean en esta última.

Acerca de León Opalín

De nacionalidad mexicana, estudió Economía en el ITAM, logrando además una maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalem y diplomados en el Instituto Español de Turismo así como en el Británico. También ha realizado estudios sobre comercio internacional en Holanda.Pertenece y es reconocido por varios institutos y universidades importantes de México y el extranjero y su incursión en las letras inició en temas económicos y finanzas en el periódico Financiero y la revista ANIERM. Por muchos años ha sido colaborador de "Foro" y asesor de varias compañías. Sobre las materias que domina, sigue dando conferencias en planteles y universidades.

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