Cuando conmemoramos el 25 de noviembre, como el día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres, pocas veces escuchamos referencias a por qué en este día en especial, se recuerda denunciar cualquier violación ejercida hacia todas nosotras como colectivo humano.
Lo anterior, radica principalmente a que los mismos países, no cumplen las políticas públicas que debieran orientarse a la erradicación de este flagelo que golpea la dignidad de las féminas, educando en valores éticos y morales que logren permear a los individuos desde muy temprana edad.
El movimiento feminista latinoamericano en 1981, alzó la voz por las tres hermanas Mirabal, María Teresa, Minerva y Patria, activistas políticas quienes fueron brutalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960 en República Dominicana, por orden del dictador Rafael Leónidas Trujillo.
Sin embargo, la realidad para muchas mujeres en la actualidad y en ese mismo país no ha cambiado mucho e incluso se siguen asesinando en diferentes partes del mundo, no solo a activistas, sino también a cualquier mujer solo por el hecho de serlo.
Así en países como México, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Brasil, Chile, Argentina, Nicaragua, Honduras, Haití y Guatemala, solo por mencionar algunos en América Latina, la violencia de género ha incrementado, declarándose en varios de ellos como una emergencia nacional. Por otra parte en África, la India o los países árabes al igual que China, los asesinatos de mujeres son muchas veces aceptados, más allá del doble discurso que impera hacia afuera.
Entonces qué hacer frente a una pandemia que nos está ganando la partida; algunos apuntan a endurecer las leyes, mientras que otros a que las mismas se cumplan pero de verdad, al igual que a invertir en una educación de calidad que asegure no solo la crítica y denuncia, sino también la reflexión racional, ante la continua violación a los derechos de quienes como colectivo humano, hemos sido esclavizadas al no ser consideradas en iguales condiciones que nuestros pares masculinos.
Con lo cual, es la familia el núcleo primero y el más vulnerable, donde se gestan una serie de atrocidades que nos han convertido en una sociedad de seres desarraigados con nuestras propias raíces y herencia materna.
Así que no debemos esperar a que sea 25 de noviembre, una fecha para cuestionarnos y recordar esta problemática, sino todos los días del año para cambiarla en la práctica…
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
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