Shabat Shalom
¿Cómo poner en práctica nuestros objetivos?
Rab Shimshon Pinkus escribió una carta en la cual un joven le confiesa sentirse desesperado por no poder en práctica sus aspiraciones, a pesar de haberlo intentado varias veces.
El Rab, con su acostumbrada dulzura y sensibilidad, le contestó con una carta, la cual se publicó posteriormente (el texto fue ligeramente modificado, para facilitar identificarnos con ella):
Querido(a) hermano(a):
Leí tu carta y, aunque no me siento calificado para dar consejos, intentaré compartir mis impresiones sobre la situación en la cual te encuentras.
Me doy cuenta de que eres una persona que ha luchado poderosamente para lograr sus aspiraciones. Sin embargo, a pesar de todo tu esfuerzo, veo que has llegado a un punto en el que ya no puedes seguir avanzando porque te has dado cuenta de que no puedes lograrlo tú solo y necesitas ayuda externa.
La razón es simple: deseas cumplir perfectamente tu función, pero para conseguir metas extraordinarias se requiere también de una fuerza extraordinaria.
Me gustaría recomendarte el nombre y la dirección de alguien a quien puedes recurrir para solicitar ayuda en todo momento: ¡Su nombre es Dios! Él es capaz de todo, porque es el Creador de todo. Además, te ama de manera incondicional y espera ansiosamente que te dirijas a Él.
Siempre está accesible, ya que está en todos lados. Incluso ahora, mientras lees esta carta, puedes hablarle; siempre estará dispuesto a escucharte.
Mucha gente relaciona la oportunidad de hablar con Dios a través del rezo formal o alcanzando altos niveles espirituales. No obstante, eso no es lo que define nuestra relación con Él, sino lo importante es entender que Él no es algo, sino “Alguien”.
Debemos ser conscientes de que Dios está aquí. Es verdadero y real para entablar una relación directa con Él o discutir nuestras aspiraciones y necesidades —incluso mundanas—, con la certeza de que quienes así se conducen, nunca serán defraudados.
Sé que otros podrán darte diferentes sugerencias, pero créeme, todo es una pérdida de tiempo cuando puedes dirigirte inequívocamente al Único que realmente puede ayudarte.
Sigue insistiendo y ruega hasta que hayas obtenido todo lo que tu corazón desea.
¿Hay algo que te gustaría lograr y estás seguro de que es imposible?
Intenta pedir a Dios, al menos una vez al día, que te ayude a lograrlo.
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