Hoy recomendamos: Nuestros Héroes

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“Obviamente las cosas cambian. El tiempo avanza irremediablemente. Así es la vida, así lo registra la historia. Lo que queda para siempre es recuerdo por el valor de los héroes. La entrega de la vida -si es necesario- de los idealistas, de los Kadoshim de nuestro pueblo. Queda la Memoria” Zijrona Lebrajá.

En la historia de los judíos, no se reportan muchas batallas, ni hay conquistas realizadas por grandes ejércitos, si exceptuamos la conquista inicial de la Tierra Prometida bajo el mando de Josué, después de la muerte de Moshé Rabenu, quien no pudo entrar a Canaán. Esta tierra fue prometida, por D’os a los judíos, aparentemente para entregárselas vacía, lista para construir asentamientos Ani Mavtiaj, “Yo prometo”, dijo Hakodesh Baruj Hu a Abraham Avinu. Aunque, la miel y la leche, los enormes racimos de uva, no crecen solos, eran símbolos. Allí había gente y bastante gente. Pueblos bien armados quienes ocupaban estas tierras, y las defendieron. Hubo que pelear, y pelear duro, para conquistar Eretz Israel. Seguramente hubo muchos héroes judíos que la Biblia no nos reporta. Aparentemente los muros de Jericó cayeron, porque Hashem así lo quiso; pero en realidad, hubo combates. En estos combates seguramente se distinguieron unos más que otros, Amalek –un enemigo acérrimo- les dio mucho que hacer a los judíos, cansados después de caminar cuarenta años en el desierto. Pero no cejaron hasta conquistar toda la tierra.

Los defensores de Masada, que sacrificaron sus vidas, antes que entregarse a los romanos, reportado por el historiador Josefus Flavius. El luchador Bar Kojba, quien con su actitud y rebeldía inspiró a muchos para seguirle en la insurrección, contra el ocupante romano. Antes que él Matatiahu y sus hijos los Macabeos, lucharon contra los ocupantes sirio-griegos. A estos héroes los recordamos cada año en Januka.

Yosef Trumpeldor, un joven inmigrante ruso, con experiencia en el ejército del Zar (era su oficial), fue un héroe en Tel-Hai, en Galilea en 1920, defendiéndose contra numerosos atacantes árabes, quienes lo mataron una y otra vez.

Ya en nuestra era, están los héroes del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, en Pésaj, abril de 1943. Mordejai Anielevicz -el comandante- es el más conocido, pero hubo muchos más. Todos sabían cuando se levantaron con las armas en la mano, que no podían ganar la batalla contra el poderoso ejército alemán. Dieron sus vidas por el honor del pueblo judío. Para las futuras generaciones Im lo ajshv, Vee matai ¿Sino ahora, cuándo? “Si no hacemos esto ahora, quien querrá ser judío en el futuro”, dijo Leib Rosenthal un poeta del Ghetto de Vilna. En este Ghetto, también hubo un levantamiento capitaneado por Itzjak Tenenbaum. En Byalistok, también hubo resistencia, liderada por Antek Zuckerman.

En la Guerra de Independencia en 1948 y en las subsiguientes guerras, la del Sinaí en 1956, la de Yom Kipur en 1973, hubo héroes. Algunos fueron condecorados con Ot Hagvura, la Medalla del Valor, que es la más alta condecoración militar que otorga el Tzahal, el Ejército de Israel. Hanna Szenes, joven judía húngara que vivía en un Kibutz en Palestina, fue arrojada en paracaídas detrás de líneas alemanas en Hungría para ayudar y organizar a los judíos de éste país. Fue arrestada, torturada y ejecutada en 1944.

En 1976, Jonathan Netaniyahu, siendo comandante de la acción armada para liberar a los secuestrados del vuelo de Air France en Entebbe, Uganda, murió como héroe. Fue la única baja israelí en la operación de rescate.

En la Prensa Israelí, acabo de leer sobre un héroe no muy conocido de la Segunda Guerra del Líbano del año pasado. Ro’i Klein, de treinta y un años de edad, estaba atendiendo a su oficial, que yacía herido, cuando vio que una granada aventada por un terrorista del Hezbbolá, había aterrizado en el suelo delante de ellos. Inmediatamente se lanzó sobre el artefacto mortífero, absorbiendo la explosión con su cuerpo, salvando así la vida del oficial.

Desde luego, desde la existencia del Estado de Israel y las guerras en que ha tenido que estar constantemente envuelto, hay más soldados reportados, que murieron a consecuencia de un acto heroico. Seguramente a lo largo de la historia, hay muchos héroes no reportados de los que no sabemos nada. Durante el Holocausto, entre 1933 y 1945, debieron existir casos en los que una persona le salvó la vida a otra, o a varias. Seguramente hubo actos de sabotaje contra el enemigo en territorios ocupados, que nunca fueron reportados y que le salvaron la vida a desconocidos. En los Campos de Concentración, seguramente hubo actos de heroísmo que nunca sabremos.

Podemos encontrar heroísmo desde el Coliseo romano, hasta el de un rabino al que le cortaron poco a poco sus miembros; sadismo registrado en la ciudad de York, en Inglaterra. También hemos sabido de infinidad de hombres crucificados; decenas de ellos como Jesús de Nazaret, en cruces de madera que se levantaban y se observaban constantemente en los montes cercanos a Jerusalén, para que todo el pueblo los viera cuando visitaban el Bet Hamikdash. Como todos sabemos, el caso del nazareno no fue único, sino uno de cientos. Así se aplicaba la famosa justicia romana “Lex romanum”. Como esas barbaries, tenemos la de doce Kadoshm, judíos piadosos, que se encerraron para no ser ejecutados y que fueron quemados vivos, junto con las Torot, en una sinagoga de madera en Viena, llamada Or Zarua, durante la Guezera 1247 e.a. En Polonia, ni se diga, como el caso de Samuel Zygelboim, un joven judío miembro del Bund, que pudo salir del Ghetto de Varsovia, con la ayuda de la resistencia polaca, y llevado por la Armiya Krajova a Londres. Se presentó ante el Gobierno Polaco en el exilio, exigiendo que se hiciera algo; algo para salvar a los judíos polacos que estaban siendo asesinados, matados en Treblinka. Como sintió que nadie le hacia caso, se presentó nuevamente al día siguiente y frente a todos los ministros, se suicidó con una pistola, como sublime acto de protesta ante la inminente masacre de un pueblo. Todos ellos, héroes judíos con agallas.

Las guerras en Israel, desgraciadamente se suceden. Recuerdo la histórica canción de Sheme Ani Mavtiaj, Laj Yalda Ktaria Sheli; Esta va a ser la última guerra. Pero en la realidad, no es así: Seguiremos viviendo y muriendo a causas de la guerra, los hombres no las han podido olvidar.

Acerca de Peter Katz

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