“Políticamente correcto”

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¡Vaya adjetivo! Desde que se introdujo este concepto en la vida social y política, particularmente en la prensa escrita – de cualquier nacionalidad –, ha sido utilizado como andadera, muleta, auxiliar de equilibrio, representante de dicotomías, asistente de opiniones y calificativo de tantas y tantas opiniones y tendencias que, al cabo de un tiempo, terminó por ser adoptado por “intelectuales” o supuestos hacedores de corrientes ideológicas que se dicen propender lo justo, lo bueno y la defensa de las mejores causas.

Y digo de cualquier nacionalidad para que nadie – o todos – se den por aludidos.

En EUA leemos cómo la revista “Newsweek” dedica una semana y otra, artículos y editoriales a la “liberación palestina” de los opresores israelíes, incluyendo en sus páginas las fotografías de la terrible situación en las que los habitantes de Gaza y los “territorios ocupados”. Los diarios “Washington Post” y “New York Times”, en cada número, ocupan grandes espacios para resaltar los logros de la unidad palestina, otorgando gran importancia al acuerdo alcanzado entre PLO y Hamas, al grado que algunos de sus comentaristas otorgan al tema la calidad de “principio básico” para el establecimiento de un estado vecino a Israel. Hay otros derivados de nuestros políticamente correctos amigos: ocultar, como sea, las atrocidades que se cometen contra aquellos que no comulgan con las ruedas de sus molinos. Veamos: Apoyaron abiertamente a Libia, como lo hicieron con Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Y hoy, nada menos que con Siria, para que éstas tuviesen un asiento en ¡el Consejo de Derechos Humanos! en la ONU.


Protestaron por la carnicería en la antigua Yugoslavia, culpando al intervencionismo yanqui de los hechos y solapando los horrores cometidos por musulmanes, señalando a serbios únicamente.

Quienes tienen un poco de memoria histórica – o que hayan leído publicaciones de la “guerra fría -, recordarán también la manera en que se ensalzaban los logros democráticos de la extinta Unión Soviética, la uniformidad de las sociedades del otro lado de la cortina de hierro, los adelantos médicos o del espacio – sí, Gagarin contra Shepard, y en especial, el número de medallas olímpicas de los paises socialistas. Latinoamérica, con sus excepciones, era el mejor caldo de cultivo para esa tendencia, que tenía su base en el “anti-imperialismo”. Baste recordar los ataques físicos a los presidentes y dignatarios “yanquis” ocurridos como en el caso Nixon. Recordemos cuántos gobiernos centro y sudamericanos se fincaban en esa “protesta”. Hoy tenemos dignos herederos en Bolivia, Ecuador, Paraguay, y, claro, Venezuela.

Curiosamente, una de las contadas naciones realmente inspiradas en el socialismo, Israel, con su economía centralmente dirigida, con su idea de “kibbutzim”, igualdad de derechos, medicina social avanzada, educación laica, sindicatos fuertes y respetados, gobiernos abiertamente de izquierda, etc., no fue nunca digna del reconocimiento de aquellos “socialistas de vanguardia”.

Los tristemente famosos “movimientos de liberación nacional” que conformaron las corrientes de los sesentas del siglo pasado, (“prohibido prohibir”), y que parieron la teología de la liberación, provocaron el desconcierto en la desinformación, pero alcanzaron a influir en la creación de movimientos de protesta, mismos cuyos remanentes existen en la música, la pintura, escultura, latinoamericanas. Dichos movimientos se desenvolvieron hasta llegar a ser partidos políticos, tanto en América Latina como en África y Asia. La finalidad, como se vio, era conseguir el poder por el poder mismo.

El desmoronamiento del imperio soviético a partir de los ochentas del siglo pasado, además de dejarlos sin plataforma ideológica, dejó un resquemor amargo entre los miembros de las corrientes “progresistas”.

Fue en esta fase de la Historia en que algunas naciones de Europa, consideradas como faros de desarrollo y democracia, comenzaron a sentir que en su interior había corrientes que las descalificaban, que les atribuían signos dictatoriales en sus respectivos gobiernos. Mitterand en Francia fue el ejemplo claro de este temor. Impulsó reformas en la Ley francesa en franca concesión a las demandas de los grupos socialistas – reducción de jornada laboral, extensión de seguridad social y beneficios, apoyo irrestricto a sindicatos, apoyo al EZLN de México, respaldo a los movimientos “liberadores” de América del Sur, etc.

Sólo la alternancia del poder en Inglaterra y la firmeza de Alemania evitaron algo similar en sus países.

Ahora los políticamente correctos han tomado como bandera la emigración. Francia e Inglaterra están literalmente invadidos de extranjeros, la mayoría musulmanes, que están modificando la geografía política de ambos. Hay que reconocerles sus derechos, dicen los “correctamente políticos”. Lo que no dicen es que esos nuevos “súbditos” han creado enclaves dentro de las ciudades, a los cuales ni policías ni ambulancias pueden ingresar. Parecen ser ya regiones autónomas, con gobierno propio.

Pero tampoco Israel se salva de tener grupos “políticamente correctos”. El ejemplo claro es “HaAretz”, el diario de mayor circulación, sus editoriales y su tratamiento del concierto ofrecido por el maestro Daniel Barenboim en Gaza.

Fue más importante y ocupó más espacio que Yom HaZikarón. Como sabemos, el gremio artístico de Tel Aviv es “políticamente correcto”. Todos ellos son partidarios de un Israel no judío, un Israel multi…(¿racial, étnico, nacional?).

Ninguno reconoce que el Estado de Israel fuel fundado sobre las cenizas, en memoria y presencia de ¡seis millones de mártires!

A nuestros “amigos” eso no les es digno de tomarse en cuenta, como tampoco lo es Namibia, Birmania (como sea que se llame hoy), Sudán, Siria, Libia y todas las demás dictaduras opresivas y violadoras de Derechos Humanos.

Hay algo más en lo que dicen coincidir nuestros buenos amigos. Es en ese intangible que el todo mundo civilizado persigue: La PAZ… a su modo.

Según ellos, debe encontrarse mediante negociaciones, concesiones, ¡respeto a las posturas, sean las que sean!

En el caso mexicano NO será cediendo espacios a la delincuencia ni legalizando las drogas, como ellos proponen, pero luce mucho denostar al Presidente, señalar que México es un “Estado fallido” que hay que salvar. Léase “Proceso” o “La Jornada”, resumideros de injuria y revanchismo. En el caso de Israel NO será cediendo a las pretensiones de seudo-pacifistas, intelectuales con ropajes de marca y villas en Hertzliya – Pituaj, para quienes las vidas de muchachos caídos en defensa de su pedacito de tierra no tienen mayor valor. Para los políticamente correctos vale más un concierto que una tumba en Monte Herzl.

Acerca de Salomón Lewy

Nacido el 30 de Enero 30, 1939, se considera oriundo de Orizaba, Veracruz, donde residía su familia y fue llevado a los tres días de nacido.Su Creación Literaria abarca grandes reconocimientos como: Primer Lugar en los Certámenes XVIII y XIX del C.D.I., Mención Honorífica en el Certamen XX del CDI.Dentro de sus publicaciones podemos encontrar: MI AMIGO ISAAC, EL CORAZÓN NO ES UN PASAJERO (Editorial Libros para Todos, EDAMEX).Idiomas:Español, Inglés, Alemán, Hebreo, Yiddish.Especialidades:Temas Judaicos, Israel, Política Mexicana, Relaciones Internacionales, Costumbrista Mexicano.

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