El Rab Abraham Twersky, escribe en sus libros:
—“Soy ya una persona anciana. He recorrido el mundo entero. Puedo entender por qué la gente no ayuna en Kipur o por qué no se abstiene de comidas prohibidas, ya que son privaciones de los deseos, pero hay algo a lo que no tengo respuesta, ¿Por qué la gente no cumple Shabat?
Los dichosos que asumieron en sus vidas el cumplimiento estricto de este día maravilloso, se preguntan retroactivamente… ¿Cómo vivíamos antes sin Shabat?”
NOS DESCONECTAMOS DEL MUNDO EXTERIOR
Luego de una semana agotadora y estresante, en la cual nuestro ser eterno se subyuga a las necesidades y urgencias materiales, llega el día tan esperado.
Nos desconectamos del mundo exterior para conectarnos con nuestro mundo interior. No podemos mirar hacia “dentro” todo tiempo que somos literalmente bombardeados por lo de “afuera”. Esta desconexión es un requisito indispensable.
Los teléfonos se apagan, las cortinas de nuestros negocios se cierran, nuestras pláticas son diferentes, los temas mundanos y laborales que tanto nos acucian durante la semana quedan cubiertos por un manto de santidad e introspección. Un disfrute inexplicable. Una alegría auténtica. Una experiencia de tal magnitud, que apenas termina Shabat, estamos contando los días que faltan para que llegue el próximo (Dr. E. Cohen).
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