Prosiguen matanzas en Siria

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No hay día en que no mueran ciudadanos sirios a manos de las fuerzas policiacas y militares dedicadas a reprimir con lujo de violencia las manifestaciones multitudinarias que continúan exigiendo el fin de la dictadura del régimen de Bashar al Assad. El viernes pasado, las víctimas pasaron de veinte, y unos días antes, la ciudad de Hama perdió más de un centenar de personas justo al inicio del mes sagrado islámico del Ramadán. La prohibición de la presencia de medios de comunicación internacionales en Siria hace que la información sea muy imprecisa, pero diversas organizaciones de derechos humanos calculan el número de muertos desde el comienzo de las protestas en cerca de dos mil, mientras que los heridos, presos y desaparecidos registran cifras de varios miles.

El periódico árabe Asarq Alawsat ilustró la brutalidad de la represión mediante la presentación de un caso particular: el de un oficial sirio de nombre Ahmed Khalef, quien huyó de su país a causa del riesgo que significó para su vida el haberse negado a obedecer las órdenes de disparar indiscriminadamente contra manifestantes, entre los que había mujeres y niños. De acuerdo con las declaraciones de este hombre, el mandato gubernamental de sofocar a sangre y fuego las protestas ha derivado en la deserción de cerca de 4,500 oficiales, tan sólo en la ciudad capital de Damasco, quienes ahora están expuestos a gravísimas represalias.

Otra de las medidas que ha echado leña al fuego en Siria ha sido la decisión del gobierno de cerrar un número indeterminado de mezquitas para evitar así la congregación de los ciudadanos en ellas. En un país que se define como árabe y musulmán, esta es una decisión ciertamente insólita y, por supuesto, indignante para las mayorías, las cuales viven como un atentado más a sus derechos el que el régimen haya simultáneamente inaugurado una nueva estación de televisión islamista llamada “Nour a Shams TV” para difundir “la comprensión correcta del verdadero Islam y la sharía (ley islámica)”. Es decir, Assad y sus acólitos pretenden que la única voz religiosa que se escuche en Siria sea la sometida a la visión y los intereses del régimen baathista que maneja al país.


Así las cosas, llama la atención cómo ante todos estos hechos la respuesta internacional y del mundo árabe sigue siendo tan tibia y tan ineficaz para poner un alto a las matanzas y demás brutalidades de la dictadura siria. Es cierto que en el Consejo de Seguridad de la ONU por fin se emitió hace unos días una resolución de condena (respecto a la cual Líbano, como miembro temporal del Consejo se abstuvo), pero dicha condena no ha implicado medidas concretas, económicas y políticas, capaces de afectar significativamente al gobierno de Assad, ya que Rusia y China se niegan a imponerle sanciones en verdad severas.

Es muy triste de reconocer, pero cada nación del mundo y cada miembro del extenso conglomerado árabe justifican su pasividad con argumentos basados en criterios pragmáticos dentro de los cuales una postura más enérgica contra Assad y su gobierno les significaría costos, inconveniencias y complicaciones que no están dispuestos a padecer. En otras palabras, la ética aquí cuenta muy poco, ya que resulta evidente cómo en las actuales circunstancias la sangre de los sirios vale menos a ojos del mundo que la de los libios, los palestinos o los egipcios. Como en tantos otros genocidios y masacres, la atención y prestancia del mundo y de la opinión pública a actuar para detenerlos está mediada tanto por factores de realpolitik como por los efectos de la labor de los medios de comunicación masiva, lo mismo que por ideologías peculiares para las cuales ciertas causas y ciertos pueblos son más merecedores de defensa y protección que otros.

Fuente:Excélsior

Acerca de Esther Shabot Askenazi

Licenciada en Sociología egresada de la UNAM (1980), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana. (1982-1985) Fue docente en la ENEP Acatlán, UNAM durante 10 años (1984-1994). Actualmente es profesora en diversas instituciones educativas privadas, judías y no judías.De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional" tratando asuntos del Oriente Medio.Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior donde trata asuntos internacionales.Es comentarista sobre asuntos del Medio Oriente en medios de comunicación electrónica.Publicaciones:"Los orígenes del sindicalismo ferrocarrilero". Ediciones El Caballito S.A., México, 1982.En coautoría con Golde Cukier, "Panorama del Medio Oriente Contemporáneo". Editorial Nugali, México, 1988.Formó parte del equipo de investigación y redacción del libro documental "Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México en la primera mitad del siglo XX" publicado por la UNAM, Tribuna Israelita y Multibanco Mercantil, México, 1992.Coautora de "Humanismo y cultura judía". Editado por UNAM y Tribuna Israelita. José Gordon, coordinador. México, 1999.Coordinadora editorial de El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto en México. Ed. Memoria y Tolerancia, México, 2002.Redactora de la entrada sobre "Antisemitismo en México" en Antisemitism: A Historical Encyclopedia of Prejudice and Persecution". Ed. ABC CLIO, Chicago University, 2005."Presencia judía en Iberoamérica", en El judaísmo en Iberoamérica. Edición de Reyes Mate y Ricardo Forster. EIR 06 Enciclopedia Iberoamericana de Religiones. Editorial Trotta. , Madrid, 2007.Artículos diversos en revistas de circulación nacional e internacional.

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