¿Puede el bien neutralizar el mal?

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El capítulo 18 del Libro de Génesis describe el dilema que se presenta cuando se enfrentan sociedades que no sólo violan los derechos humanos de sus ciudadanos, sino que ponen en peligro a toda la civilización. Sodoma y Gomorra son el paradigma bíblico de esas sociedades.

Los males de estas sociedades, tal como lo describiera el fallecido profesor de estudios bíblicos en la Universidad de Brandeis, Nahum Sarna, no son el deshonrar u ofender a Dios. Lo que despierta la ira de la Deidad no es el descuido de ofrendas y sacrificios, el desaire de un enunciado oracular, o la realización de un juramento falso. Los pecados pertenecen totalmente al plano moral y la idolatría no es ni siquiera susurrada. Al igual que en el caso del Diluvio, el relato de Sodoma y Gomorra se basa en la existencia de una ley moral de aplicación universal por la que todos los seres humanos son responsables ante Dios.

Luego cita al filósofo y estudioso de la Biblia israelí, Yehezkel Kaufmann:
La idea de que existe una conexión íntima, de hecho, inextricable, entre la condición socio-moral de un pueblo y su destino final es uno de los principales pilares sobre los que descansa toda la interpretación bíblica de la historia.


Teniendo en cuenta estos entendimientos, el hecho de que la Torá traiga a cuenta los cuestionamientos de Abraham de la justicia Divina, no deja de ser sorprendente. En especial cuando se considera que cuando Dios le dice a Noé: “Yo estoy trayendo el diluvio … para destruir toda carne,” este no discute ni hace preguntas. Tal como lo comenta Richard Eliott Friedman, profesor de Biblia de la Universidad de Georgia, cuando Dios da a conocer a Abraham que “el clamor de Sodoma y Gomorra aumenta” Abraham abre la boca y comienza uno de los más notables entre enfrentamientos en la Biblia entre un ser humano y Dios.

Jon D. Levenson, profesor de Biblia en Harvard nota que, a primera vista, parecería como si el patriarca está protestando el elemento de destrucción indiscriminada en el plan del Señor y pide que esta sea sustituido por un solo golpe quirúrgico contra los delincuentes. Sin embargo, una mirada más atenta revela que en realidad lo que Abraham está pidiendo es que la existencia de una minoría de justos prevenga la destrucción de toda la ciudad, pecadores incluidos.

En otras palabras, Abraham está argumentando que quizás los malvados deban ser preservados no sólo por misericordia y compasión por los justos, sino tal vez porque la existencia de una minoría de justos puede que neutralicen hasta el mal de la mayoría.

Es esta creencia la que lleva a muchos de los líderes del mundo libre al igual que a grandes sectores de la opinión pública del hemisferio occidental a vacilar frente a la necesidad de enfrentar robustamente el mal que amenaza al mundo.

Es esta tolerancia del mal es la que crea la ventana de oportunidades que permite la continuación de la miseria, el terror, el sufrimiento y la muerte que se abate sobre millones de seres humanos en el Medio Oriente y partes de África.

El pecado de Sodoma y Gomorra, así como el de sus contrapartidas modernas, es una monstruosa corrupción moral y social, un arrogante desprecio de los derechos humanos básicos, una insensibilidad cínica del sufrimiento de los demás.

Todo líder responsable, desde los aliados que tuvieron que decidir el bombardeo de Dresde o arriesgar bajas aliadas adicionales y dejar a Hitler en el poder, a los funcionarios del gobierno israelí que deben responder a los ataques indiscriminados con cohetes lanzados contra la población civil de Israel, se preguntan, tal como Abraham, si es que no hay otra posibilidad .

El TaNaKh registra el cuestionamiento que Abraham hace a la justicia última, porque eso es lo primero que cualquier ser humano decente tiene que hacer: considerar a la vida inocente por encima de la verdad y la justicia.

La Torá, sin embargo, no esta basada en ilusiones, es el resultado de la confrontación de las esperanzas más sublimes de la humanidad con la más dura de las realidades.

Después de que Abraham lanza su esperanzado desafío de encontrar las metafóricas cincuenta personas inocentes, se ve obligado a ir gradualmente reduciendo su número. Cuando llega a diez se ve forzado a reconocer que la existencia de una minoría no compensa la tolerancia del mal.

El mensaje del relato de Sodoma y Gomorra es que el mal solo puede ser erradicado decididamente. En el mundo nunca hay suficiente bondad capaz de contrarrestar el poder de destrucción de los que carecen de respeto por la vida humana.

Acerca de Moshe Pitchon

Moshe Pitchon es un pensador judío y el director de BY un centro de estudios e investigación del judaísmo contemporáneo basado en el sur de la Florida en los Estados Unidos.

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