* He situado mi vida, no en el corazón, que se quebranta, ni en los sentidos, que se embotan sino en el cerebro, que no se desgasta y que sobrevive a todo.
El querer nos abraza.
En su desenfreno, cuando los limites se van desdibujando…
A medida que se avanza se va convirtiendo en una ambición sin medida…
Cuando se trata de un querer egoísta se pierde finalmente el rumbo.
Con sus inevitables resultados:
Intranquilidad, desgracia, frustración, depresión.
El poder nos destruye…
El ser humano orgánicamente nace muy limitado orgánicamente, empieza de menos a mas, y después de tiempo a mucho menos… Porque es mortal.
El poder casi sin límites, cuando se instala en la profundidad del ser humano se convierte en una fuerte droga; llega a ser un vicio…
El poder excesivo nos embriaga, nubla la inteligencia, se pierde contacto con la realidad, para terminar viviendo en una mentira.
Somos rebasados por nosotros mismos con graves consecuencias….
El Pensamiento se constituye en nuestro débil organismo, en un perpetuo estado de calma.
Y es ahí en ese estado de calma donde nuestro pensamiento se fortalece más y mas…
Se definen con el tiempo valores y metas; se rechaza lo inútil lo superfluo…
Es entonces cuando el pensamiento se torna en la sana Razón.
Permitiendo así un crecimiento espiritual que nos fortalece.
La vida adquiere un nuevo sentido por los valores adquiridos.
No situamos en una realidad que nos permite entender a nuestros semejantes.
Se aprende a dar, para poder recibir…
Existe aquí y ahora un famoso escultor capaz de transformar grandes rocas en notables esculturas, pero hoy no te voy a decir de quien se trata… Adivínalo tú.
Nissim Mansur T.
Para escribir este artículo me base en el libro La Piel de Zapa de Honorato Balzac.
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