Dice un viejo dicho:
“Dime con quien andas y te diré quien eres…“
Mi amistad con Rafael data de muchos años.
Era nuestra época escolar primera donde nació nuestra amistad.
Me acuerdo que Rafael se la pasaba todo el tiempo llorando porque extrañaba su casa, se sentía débil, desprotegido, y con mucho miedo.
Lo cual influía en mi ser poniéndome triste yo también, a veces yo también lloraba.
Reflexiono que en esos ayeres nuestras almas se parecían mucho…
Quizás porque convivíamos mucho juntos, éramos vecinos en nuestras casas. Aun cuando finalmente éramos distintos en nuestra forma de pensar y actuar.
Yo tendía a ser disciplinado el no.
Desde temprana edad me hice practicante del deporte el cual practico regularmente hasta hoy.
Rafael, todo lo contrario, comodidad, poco esfuerzo, buen diente.
Yo delgado el gordito como resultado.
Si hablamos de honestidad es un punto en que los dos estamos de acuerdo:
No hay tolerancia al respecto: Hay que ser honestos, coincidimos.
Nuestro afán de logro es bien distinto en cuanto a gustos y metas a alcanzar.
Dispuestos al esfuerzo, la lucha, y dedicación para alcanzar nuestras metas.
Iguales en ocasiones muy distintas en otras.
Tratando que sean definidas y claras.
Debo reconocer que el es mas valeroso que yo…
Se aventura mas cuando se trata de conseguir algo, yo soy menos valiente.
Lo cual a veces, no siempre, resulta mejor.
Actualmente soy un creyente, Rafael es un poco escéptico.
Lo que inevitablemente nuestra perspectiva de la vida es diferente.
El ser yo, creyente, abre para mí una infinitud de posibilidades positivas.
En el francamente no lo sé.
Ya para finalizar debo hacer una confesión que resulta ser el único cuerpo de este artículo:
Rafael soy yo.
Artículos Relacionados: