Razón y escritura en Don Sem Tob, 2da. parte

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Las  estas coplas se iban recitando paso a paso por Agustín García Calvo a lo largo de la charla, pueden oírse en el siguiente enlace:
http://bauldetrompetillas.es/agustin-garcia-calvo/cosas-varias/razon-y-escritura-en-don-sem-tob/

La escritura ha sido siempre de los señores, de los señores y de sus oficiantes, y de sus sacerdotes. Siempre ha estado allá arriba, en los cultos del Poder, en el palacio, en las cuentas ocasionalmente de los palacios, que son los primeros testimonios de las culturas micénicas y, mucho antes todavía, los primeros testimonios de las escrituras de sumerios y asirios y otros pueblos mesopotámicos, en los palacios o en los templos, siempre han estado allí, esto segundo de la manera más característica con los egipcios y el sacerdocio destinado de una manera específica a la escritura. Y, durante muchos siglos hasta la actualidad, parece que la escritura era un privilegio que se reservaba por lo menos en cierta medida para las clases altas. La escritura pertenece a la Cultura. Es de la parte de arriba, de la parte superficial de nuestras almas, y lo mismo que pertenece a los señores pertenece a esa parte superficial o superior de nuestras almas.

Es, consiguientemente, cosa relativamente moderna: en el caso de las estimaciones más avanzadas, podemos decir que la ocurrencia empezó hace diez mil años apenas, si es que se llega a contar como escritura la aparición de las piececitas, de las prendas de barro, representando ganados y agrupadas en ánforas en varios puntos de la Mesopotamia; diez mil o, si no quieren ustedes aceptar esto como escritura, ocho mil años: una cosa reciente.
Pero el lenguaje no tiene que ver nada con la Cultura; está por debajo de todo eso, no pertenece a nuestras facultades superiores, no sabemos cómo hablamos. El lenguaje funciona de una manera ajena a nuestra conciencia y a nuestra voluntad, a las llamadas facultades superiores. Cuando la conciencia y la voluntad intervienen, el lenguaje, la gramática del lenguaje empieza a chirriar y se habla mal, se empieza a hablar mal por la intervención misma de conciencia y voluntad. Está por debajo de todo ello.


Consiguientemente, es mucho más profundo también, considerado desde el punto de vista cronológico. Supongamos que hacemos caso a la Ciencia, cosa que me hace poca gracia, pero bueno, de momento, a beneficio de inventario, utilizando la Historia o la Ciencia, hagámoslo: según sus estimaciones serían, alrededor de los quinientos mil años desde que hablan las gentes por el mundo. Comprendan ustedes que los diez mil de la escritura y de la Historia entera son, casi nada, en comparación. Y esa desproporción conviene tenerla presente. Y eso es lo que está por debajo: es una cosa que, como gramático, a veces llamo, utilizando el término freudiano, con más precisión de la que lo utilizaba Freud, también más amplitud, la subcosciencia técnica. No pertenece a nuestras facultades superiores, ni siquiera es propiamente individual, sino esencialmente común, comunitaria, esta especie de subcosciente.

No es cosa de estendernos más en esto, pero les recuerdo que hay entre lo uno y lo otro una guerra incesante. El lenguaje no es de nadie, en ese sentido se puede decir que es del pueblo, en la medida que no sabemos qué es pueblo, pero, desde luego, sabemos muy bien lo que no es pueblo, lo que se presenta falsamente como pueblo. No es de nadie, es común, de verdad, es lo único gratuito, no tiene que ver con el dinero: es el único bien humano que se le da a cualquiera y gratis, más gratis que el agua y que el aire; se da gratuitamente a todos, mientras que la escritura es de Arriba, es de los señores, es de las facultades superiores, y la Cultura es dinero, se compra y gana como dinero.

Y entre lo uno y lo otro hay una guerra incesante, que, a veces, me ha movido, cuando percibía una invasión desde la escritura, desde arriba, sobre el lenguaje hablado, a pronunciar un juramento como el que publiqué en un diario ilustre, en este país nuestro, ya hace dos años y pico, juramento de no emplear jamás, nunca más, ortografías que pudieran engañar a los locutores de radio y televisión, es decir, no escribir nunca más cosas como «exterior» y «transporte», porque me temía que a lo mejor lo iban a decir, como de vez en cuando lo dicen.

Eso es un ejemplo de cómo, desde arriba, en esta guerra, se puede llegar a infligir una cierta derrota a estamentos especiales, especialmente concienciados, como los locutores de radio y televisión. La gente nunca llega a caer en semejantes escesos: nadie dice «ek-sterior» ni «tra-n-sporte», ni cosas por el estilo hablando con su vecino.

Tienen ustedes un ejemplo eximio de esta invasión de la escritura sobre la lengua hablada, una pequeña derrota en esta guerra: lo tienen ustedes en el programa de estas Jornadas y en el cartel mural que tienen ustedes por todas partes: ahí se van a encontrar ustedes escrito extremeño y Extremadura, me parece que cuatro veces, con ‘x’, como está mandado. Por supuesto ninguno de ustedes ha dicho jamás ek-stremeño ni Ek-stremadura. Esto ha sido siempre estremeño y, en algunos casos, ehtremeño, pero desde luego ekstremeño jamás. Sin embargo, no ya solo los organizadores de estas Jornadas, sino ustedes en general obedecen: se lo han enseñado en la escuela y dicen «pues habra que escribirlo con x, porque nos lo mandan». Esto es un ejemplo de imposición desde arriba, de la escritura sobre la lengua; y supongo que el ejemplo es lo bastante elocuente para que no haga falta insistir más.

Sin embargo, sí, hay siempre un ascua bajo la ceniza; nunca la muerte es perfecta. Ella se cree que sí, y los señores se creen que sí, cuando practican la administración de muerte; pero nuestro aliento de vida es que nunca es perfecta; nunca el Dominio se establece de una manera enteramente cerrada, y nunca, por ejemplo la cultura del libro, de la letra, del poder, puede llegar a apagar del todo las brasas vivas, las ascuas que están en eso que no sabemos qué es y que llamamos pueblo y que está, sobre todo, en el lenguaje comente.

De la letra, a pesar de todo, gracias a esa imperfección, puede de vez en cuando resucitar el verbo, por decirlo de una manera solemne. Puede volver a surgir fuego o, por lo menos, a echar chispas, como suele decirse, con nuestra locución. También las letras pueden echar chispas, y esto ya es algo muy apreciable.

Respecto a esta posibilidad va una segunda lectura del libro de don Sem Tob, que es la lectura referente a una técnica de escritura muy especial, que a él le hacía especial gracia, y a la que daba mucha importancia, que es la que él llama escritura de tisera, es decir, una escritura hecha no con cálamo, no con pluma, sino con tijera, dejando en hueco los rasgos de las letras. Es dudoso si Sem Tob estaba pensando en letras hebraicas o en letras latinas o incluso arábigas. Sabemos que se manejaba muy bien en las tres lenguas: respecto al árabe lo conocemos como traductor en Soria de los preceptos de Israelí, entre otras cosas, traducidos del árabe al hebreo. Y bueno, no sabemos qué forma de letras imaginar, es muy posible que las hebreas, porque algunos de los manuscritos más viejos, el más viejo que tenemos de él, está justamente, aunque en castellano, escrito en letras hebraicas. Pero es lo de menos, lo que importa es que se trata de letras en hueco y el manejo que él hace de esta manera de escribir en hueco es lo que merece ahora nuestra atención.

He separado estos versos del cuerpo de las ‘Glosas’ donde estaban indebidamente insertos en la tradición, y figuran como el número 4 de mis ‘Otras rimas’ de don Sem Tob, al que titulo ‘Escarnio del escrito de tijera’:

«Un desgraciado creía que era por demostrar lo ingenioso que era yo por lo que le enviaba un escrito hecho a tijera.»

IV. 1

Un astroso cuidava
que por mostrar que era
sotil yo l’ enbiava
escripto de tisera.

«El necio de él no sabía que lo hacía en son de mofa, porque no quería yo desperdiciar con él tinta»:

5

El necio non sabía
que lo fiz’ por refierta
porque yo no quería
perder en él la tinta;

«Pues, por no demostrarle aprecio, hice vacío lo lleno, y no le quise regalar el papel bueno y entero»:

9

ca, por no le deñar,
fiz’ vazía la llena,
e no l’ quise donar
la carta sana buena.

«Como aquel que cogía para él los meollos de las avellanas y le daba al otro las cáscaras vacías, así yo saqué del papel las razones que contenía: con ellas me quedé, y a él le dí papel vacío»:

13

Commó el que tomava
meollos d’avellanas
pora sí, e donava
al otro caxcas vanas.

17

yo del papel saqué
la razón qu’y dezía:
con ella me finqué
e díl’ carta vazía.

 Este juego con el vacío, a propósito del escrito de tijera, es lo que me interesa.

Continuará…

 

Agustín García Calvo, Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos. Hervás, 16, 17, 18 y 19 de marzo de 1995.

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