En este año 5780 que se va y para el 5781 que llega, quiero compartir con ustedes dos pequeños cuentos y un deseo como regalo de fin de año.
El desaliento
En la región se había corrido la voz de que el diablo por fin dejaba el negocio. Y parece que era así nomás, porque en la puerta de su enorme mansión había un largo caballete con todas sus herramientas puestas a la venta.
Por ahí estaban los odios, las guerras, las epidemias, todo, todo allí expuesto y los interesados preguntando precios.
Un judío entrado en años requería ¿Cuánto me cuesta esta guerra? Y por dos ¿Me hace precio? Y así estaba hasta que en un costado vio una herramienta con forma de cuña, muy gastada, muy usada.
Entonces el judío le preguntó al diablo: Y eso ahí ¿Qué es? ¡Ah! Mi amigo, le contestó Lucifer, eso, eso es el desaliento. Y ¿Cuánto vale? insistió el judío.
La respuesta lo dejó anonadado. Un despropósito el precio. Pero dígame ¿Por qué tan caro?
¿Sabe por qué mi amigo?, respondió con seguridad el diablo. Cuando a mí las otras herramientas ya no me dan resultado, apelo al desaliento. Con el desaliento, me meto en la persona y hago con ella lo que quiero.
Bueno, el desaliento era tan pero tan caro que el diablo no lo pudo vender, así que aquí va una advertencia para este 5781:
Anden con mucho cuidado porque el desaliento sigue siendo propiedad del diablo.
El espejo
Cierta vez un judío muy rico fue a pedirle un consejo a su rabino.
El rabino lo tomó de la mano, lo acercó a la ventana de su cuarto y le dijo: “Mire”.
El rico miró por la ventana a la calle.
El rabino le preguntó: “¿Qué ve?”
El judío respondió: “Veo gente”
El rabino volvió a tomarlo de la mano, lo llevó ante un espejo y le dijo: “¿Qué ve ahora?”
El rico respondió: “Ahora me veo yo”
“¿Entiende? – insistió el rabino – En la ventana hay vidrio y en el espejo hay vidrio. Pero el vidrio del espejo tiene un poco de plata. Y cuando ya hay un poco de plata uno deja de ver gente y comienza a verse sólo a sí mismo”.
Un deseo
Levanto mi copa deseándoles que sigamos brindando por la vida, el amor, la salud y la felicidad, tal vez en los términos que lo expresaba Jean Paul Sartre: “Somos lo que hacemos con lo que la vida ha hecho de nosotros”.
¡Shaná Tová Umetuká!
Artículos Relacionados: