Sarona

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Tel-Aviv se apresta a conmemorar en 2009 el centenario de su fundación. Con este motivo y en los planes de reurbanización de la ciudad ha vuelto a surgir, el casi olvidado nombre de “Sarona”, colonia agrícola fundada en agosto de 1871 por templarios alemanes en la planicie de Sharon (de ahí su nombre), a escasos 4 kms. de la ciudad de Jaffa, a orillas del río Yarkón.

Actualmente esta zona está situada en el corazón de la ciudad, en el área llamada Hakirya, enfrente del Ministerio de Defensa y a escasos metros de los edificios Azrielli, considerados los más altos del Medio Oriente.

Esos templarios, que nada tienen que ver con los caballeros del mismo nombre en las Cruzadas, son miembros de la Sociedad Templaria, institución fundada en el Estado de Wurttemberg en 1861. Acá la palabra templo proviene del concepto de una comunidad cristiana descrita en el Nuevo Testamento, considerado como un “templo” en el que habita el espíritu de Dios. A Jesús se ve como un ejemplo a seguir y no como hijo de Dios. Lo que unifica a todos los templarios es su deseo de trabajar por el Reino de Dios en la Tierra, y la meta de sus fundadores fue promover la cooperación espiritual para avanzar la reconstrucción del Templo en la Tierra Santa (Palestina), puesto que de esta manera se adelantaba la segunda llegada de Cristo.


En Palestina, atrasada provincia bajo el poder turco, los templarios contribuyeron a elevar el nivel de la agricultura, de las artesanías, de la investigación científica y de la construcción. No faltan quienes mencionan que constituyeron una fuerza primordial en los principios del establecimiento del Yishuv judío, y quizá un modelo para el movimiento sionista de la época.

Recordemos que en 1871 no se había organizado aún la primera Aliá, la de los Bilu quienes recién en 1882 llegan en forma organizada a establecer colonias en la Galilea y otras como Rishon Lezión y Petaj-Tikva; la ciudad de Tel-Aviv no existía ni en los sueños. Los templarios compraron tierras y se establecieron en Haifa, en Jerusalén, en Atarot, y en Belén Galilea. Sarona fue su primera colonia agrícola y sus naranjas hicieron popular el nombre de “Jaffa” en Europa. En la etapa inicial, por el difícil trabajo y las condiciones climáticas murieron muchos de los primeros colonizadores. Para eliminar la malaria, cuya causa era desconocida en esa época y atribuida al “mal aire”, cultivaron la pantanosa tierra y lograron la primera reforestación en gran escala en la moderna Palestina, sembrando 1.300 eucaliptos, árbol que se creía “hacía desaparecer la fiebre”. Los habitantes de Sarona trajeron los primeros implementos mecánicos modernos a la Tierra Santa. Se especializaron en cultivos y productos que se podían vender rápidamente, y esta “agricultura comercial” constituyó una innovación económica en el país, que por siglos había poseído una agricultura para su propio consumo. Primero sembraron granos y elaboraron productos lácteos, y más tarde cultivaron huertos y viñedos. Como carecían de recursos económicos, establecieron un sistema de trabajo obligatorio, en el que cada miembro de la comunidad debía dedicar cada mes una cierta cantidad de horas de trabajo a la comunidad (idea adoptada posteriormente por los kibutzim). Y así construyeron carreteras, caminos, drenaje y establecieron servicios comunitarios. Sus productos principales eran uvas, cítricos, verduras así como lácteos y miel.

El comercio jugó un papel importante en los ingresos de los templarios. La construcción de edificios y el transporte por carretera constituyeron una importante fuente de ingreso. Los carruajes eran prácticamente desconocidos como medios de transporte y turismo. Los templarios establecieron un servicio regular de transporte entre Haifa y otras ciudades, y para 1875 existía una floreciente industria turística, especialmente de peregrinos, entre Jaffa y Jerusalén.

En noviembre de 1917, al finalizar la Primera Guerra Mundial, Sarona fue ocupada por los ingleses, y por ser los templarios ciudadanos alemanes, enemigos del gobierno inglés, sus habitantes fueron deportados a Egipto, cerca de El Cairo, junto con otros de Jerusalén, Jaffa y Wilhelma (hoy Bnei Atarot). En abril de 1920, 270 colonos fueron repatriados a Alemania y finalmente en julio de ese año, el gobierno inglés permitió a los restantes regresar a Palestina. Encontraron una Sarona ruinosa y saqueada. Algunas casas habían desaparecido totalmente, el ganado no existía y los viñedos y huertos estaban abandonados. Las negociaciones con los ingleses les permitieron recuperar en algunos casos hasta el 50% del valor perdido. El Banco de la Sociedad Templaria, fundado en 1925 con su matriz en Jaffa y sucursales en Jerusalem y Haifa, se convirtió en una de las más importantes instituciones de crédito en Palestina

Con la creciente inmigración de judíos a Palestina (80.000 entre 1920 y 1926), la colonia de Sarona prosperó debido al creciente mercado para sus servicios y productos. Las relaciones con el Yishuv eran cordiales, pero en 1933, con el ascenso del partido nazi al poder, se establecieron movimientos juveniles nazis en las colonias templarias, e inclusive algunos se enlistaron en el ejército nazi. La propaganda nazi cundió apoyando a los árabes en todas sus actividades, y debido a ello, los productos de los templarios fueron boicoteados. De los protocolos del partido sionista en Alemania se desprende que trataron de influir en el gobierno alemán para impedir la inmigración de judíos alemanes a Palestina, e inclusive trataron de impedir que pudiesen sacar parte del dinero y propiedades permitidos. De este modo, al lado de la floreciente Tel-Aviv crecía y se ejercitaba una militante colonia nazi.

El estallido de la segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939 marcó el principio del fin de las colonias templarias en Palestina. Negociando con los británicos los ciudadanos alemanes lograron no ser deportados a Alemania. Sarona, Wilhelma y Bethlehem Galilea fueron bardeadas con alambre de púas y en ellas se concentraron también otros alemanes residentes en Palestina. Así, en Sarona vivían cerca de 1.000 personas rodeadas por una bien cuidada barda de 4 metros de alto. Pero en julio de 1941, 200 de sus habitantes, junto con otros 400 de otras poblaciones, fueron repentinamente enviados a Australia, donde permanecieron en Victoria Australia hasta 1947. Para noviembre de 1944, la mayoría de los que habían quedado en Sarona fueron trasladados al campo de Wilhelma, y los pocos restantes lo fueron en septiembre de 1945. Debido a su propaganda antijudía, por decisión de los jefes del Yishuv, Gotthilf Wagner, el último alcalde de Sarona, fue eliminado en Tel-Aviv en marzo de 1946, sin que los ingleses lograran descubrir al asesino.

En 1948 los británicos abandonaron Sarona, que fue ocupada por el gobierno israelí. Con el rápido crecimiento de Tel-Aviv, el área quedó englobada en el corazón de la gran ciudad y parte de las casas fueron ocupadas por múltiples oficinas del gobierno y agencias del Ministerio de Defensa, por lo cual fue llamada Hakirya. Con sus sólidas casas, sus techos de tejas rojas y frondosos árboles, esta área se convirtió en un oasis en medio del creciente desarrollo y ampliación de la ciudad. En 1962, el Estado de Israel pagó 54 millones de marcos alemanes como compensación a los deportados templarios.

Cuando en 1970 se aceptó un nuevo plan de desarrollo para esa zona, se decidió no demoler el área sino preservar las construcciones con un especial valor aquitectónico, tanto las de los primeros años de 1870, como las de los años de 1930; 18 estructuras han sido catalogadas como de valor histórico, y para lograr ampliar la calle de Kaplan, el gobierno usó un sistema y técnicas especiales para mover algunas de las casas hasta 100 metros. La parte turística ya se ha empezado a desarrollar, pues muchos templarios o sus hijos han estado viniendo a recordar sus raíces, visitando las casas en las que nacieron o vivieron.

El área se llamará Jardín de Sarona, en recuerdo de las colonias templarias y en su logo figura lo “viejo” la bodega de vinos y lo “nuevo”, los altos edificios al fondo.

Acerca de Tzila R. de Chelminsky

Nacida en México y cursando sus estudios hasta la preparatoria en planteles de la red judaica, obtiene en la UNAM el título de Licenciada en Economía.Su actividad social en México y en Israel ha sido intensa, llegando a ser Presidenta de varias organizaciones. En Israel ha sido fundadora y directora del Fondo Rosario Castellanos para llevar a esas tierras la cultura mexicana. Ha sido agregada cultural de la Embajada de México en Israel de 1993 a 1998 y asesora en asuntos culturales hasta el día de hoy. Colaboró en varios periódicos y revistas en México y desde hace 13 años escribe mensualmente desde Israel en "Foro".

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