Sería un pretexto, no una razón

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El Presidente de Egipto Hosni Mubarak advirtió que un eventual fracaso en las negociaciones de paz entre Israel y los palestinos, conduciría a “violencia y terrorismo en Oriente Medio y el mundo todo”. Sus declaraciones al respecto aparecen publicadas en la revista de las Fuerzas Armadas de su país, en el marco de una entrevista especial que concedió con motivo de un nuevo aniversario de lo que los árabes llamaron “la guerra de octubre”, en relación a la guerra de Iom Kipur de 1973.

Pero nosotros no tenemos duda alguna: si los terroristas vuelven a golpear, sea en blancos israelíes o en otras partes del mundo, por más que llenen a los medios de comunicados explicando que ello se debe a la “desesperación” de los palestinos, pues que esté claro ya ahora que estarán usando la crisis israelo –palestina de pretexto. Sus razones son otras, pero como excusa, lo que haga o deje de hacer Israel, siempre les vendrá bien.

El elemento de la “desesperación” o la falta absoluta de esperanza siempre fue manipulado eficazmente y a menudo se lo esgrima casi justificando explícitamente todo tipo de barbaridades. Sería relevante preguntar cómo es que ningún judío intentó volar blancos en alguna parte de Alemania después del holocausto.


Recordamos una impactante entrevista en “Al Jazira”, la cadena televisiva de Qatar, con la Dra. Wafa el-Sultan, una sicóloga sirio-norteamericana, que chocaba en vivo con un fundamentalista islámico egipcio cuya terminología era radical y absoluta, que condenaba a los judíos por todos los males del mundo y no lograba hallar ni una palabra adecuada para condenar a los que mataban inocentes en nombre de Alá.

Así dijo la Dra. Wafa Sultan:

“Los judíos han venido de la tragedia [del Holocausto], y
han obligado al mundo a que los respeten, con su conocimiento,
no con su terrorismo; con su trabajo, no con sus
aullidos y griterías. La humanidad les debe la mayoría de los
descubrimientos y la ciencia de los siglos 19 y 20 a los cientificos
judíos. Quince millones de personas, esparcidos a lo
largo del mundo, unidos y se ganaron sus derechos a través
del trabajo y el conocimiento. No hemos visto a ningún judío
volarse a si mismo en algún restaurante alemán.
No hemos visto a un solo judío destruir una iglesia. No
hemos visto ni un solo judío protestando, matando a gente.
Los musulmanes convirtieron tres estatuas de Buda en polvo.
No hemos visto ni un solo budista quemar una mezquita,
matar a un musulmán, o incendiar una embajada. Sólo los
musulmanes defienden sus creencias incendiando iglesias,
matando gente, y destruyendo embajadas. Este camino no
dará ningún resultado. Los musulmanes se deben preguntar
que pueden ellos hacer por la humanidad, antes de que exijan
que la humanidad los respete”.

Los terroristas atacan porque no aceptan discrepancias, porque desean eternizar, dondequiera que estén, las opciones bélicas, ya que la paz y la vida normal, contradicen su esencia misma. Golpean para imponer su ideario y neutralizar el pensamiento libre de quienes discrepan con su deseo de ser quien determina el rumbo de los acontecimientos.

En el caso de los fundamentalistas islámicos- que han sido los responsables de la enorme mayoría de atentados terroristas en los últimos años- el enfoque absoluto que divide al mundo entre los fieles a Alá y los herejes que deben ser combatidos, es la fuente del profundo problema. Es el deseo de controlar y ser el que rige el destino del mundo, el cual a criterio de los extremistas, tendrá que ser colocado, tarde o temprano, bajo el dominio del Islam.

Por eso los comunicados de Al Qaeda hablan a menudo (aunque eso se publique menos que las declaraciones de Osaba Bin Laden sobre los palestinos) de los infieles “judíos y cristianos”. Por eso hablan de recuperar Al-Andalus y el Califato de Córdoba…no pueden soportar haber sido sacados de España por un régimen católico que derrotó al islámico que allí se había instalado, construyendo mezquitas donde antes había iglesias.

Por todo esto, tenemos claro que si llega a haber nuevos atentados motivados supuestamente “por la falta de progreso” en el proceso de paz, más allá de la discusión acerca de cuáles son las armas para combatir eficazmente la desesperación, esa explicación será una burda mentira.

¿También en Lockerbie (Escocia), las Torres Gemelas, Bali, Atocha, Londres y Beslan -entre muchos otros sitios- las bombas volaron para ayudar a los palestinos?

En 1988, al estallar un avión de Pan Am sobre Lockerbie, Escocia, mueren 270 personas. Dos libios fueron hallados culpables del atentado.

El 11 de setiembre del 2001, casi 3.000 personas fueron asesinadas en los atentados contra las torres gemelas en Nueva York y otros blancos en Estados Unidos. Miles y miles resultaron heridas.

El 12 de octubre del 2002, un atentado contra una discoteca en Bali, Indonesia, deja 202 muertos y 300 heridos, en su mayoría de nacionalidad australiana. Yemaa Islamiya, la célula de Al Qaeda en el sureste asiático, reivindica los atentados.

El 16 de mayo de 2003, en cinco atentados casi simultáneos contra objetivos judíos y turísticos en Casablanca, Marruecos, hay 45 muertos, entre ellos 12 suicidas.

El 12 de mayo de 2003 mueren 35 personas, incluidos nueve estadounidenses y 12 terroristas suicidas, en un triple atentado en complejos residenciales de Riad. Al Qaeda se atribuye los ataques.

El 15 y 20 de noviembre de 2003, hay 63 muertos en cuatro atentados suicidas en dos sinagogas, el consulado británico y el banco británico HSBC. Uno de los muertos es el cónsul general británico. El Frente islámico de Combatientes del Gran Oriente y Al Qaeda.

El 11 de marzo del 2004, 191 personas mueren al estallar diez cargas explosivas en tres estaciones de tren en Madrid. Al Qaeda se atribuye los ataques. No fue el primer atentado de corte islamista perpetrado en España. Con anterioridad se produjo el Atentado islamista del restaurante “El Descanso”, en 1985 que dejó 18 muertos.

El 24 de agosto del mismo año, 90 personas mueren en Rusia en un doble atentado contra dos aviones comerciales. Un grupo islamista prochecheno se declara responsable.

El 3 de setiembre del 2004, murieron 336 personas, la mitad niños, a raíz del secuestro por parte de un comando pro-checheno (islámico) de los alumnos de una escuela en Beslan, Osetia del norte. En el asalto de fuerzas rusas, murieron 31 secuestradores pero también varios de los civiles atrapados.

El 7 de octubre del 2004, 34 personas murieron al estallar tres coches bomba en sitios turísticos en la península del Sinaí, en Egipto.

El 7 de julio de 2005, cuatro explosiones en el sistema de transporte público de Londres dejan 56 muertos –incluyendo los cuatro terroristas suicidas- y 700 heridos.

Ninguna de estas barbaridades-y claro está que la lista es más que parcial – fue cometida para ayudar a los palestinos. Las motivaciones, siempre son otras. Pero más allá de la intención, cabe analizar el resultado. Los atentados no ayudan a la causa palestina, no convencen más de sus derechos ni agregan legitimidad a la lucha de quienes realmente lo que quieren es sólo independencia y vida en paz.

Tampoco es por el bien de los palestinos que están organizándose ahora en Europa -según todas las informaciones de los últimos días- células terroristas prontas para actuar. Según las últimas noticias de fuentes dedicadas a la lucha anti.-terrorista en Europa, “más de cien islamistas peligrosos” se hallan en el continente, tal cual dijo Konrad Freiberg, jefe del principal sindicato de policías de Alemania, revelando además que al menos 40 de ellos “se han entrenado en explosivos, lo cual es muy peligroso para nosotros”.

Estados Unidos ha exhortado a sus ciudadanos a “tener cuidado” en Europa. De fondo, hay advertencias puntuales sobre sitios sumamente concurridos por turistas, que ya estarían en la mira de los terroristas. La propia Torre Eiffel sería uno de ellos, así como también la Catedral Central de París.

Los atentados manchan a todos. Los extremistas ensucian el nombre de los bien intencionados y socavan sus esfuerzos. Los atentados en nombre de Alá convierten a todo musulmán en un sospechoso en el que difícilmente se pueda confiar, siendo la mayor fuerte de injusticia contra el creyente musulmán promedio. El extremismo de los fundamentalistas, es el mayor enemigo del musulmán que ve en Alá un motivo para vivir y creer, no una inspiración para matar.

Acerca de Ana Jerozolimski / Semanario Hebreo JAI

Periodista, con sede en Jerusalem que cubre a Israel y los palestinos. Dedicada a los asuntos de Medio Oriente y cobertura especial de uruguay.

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