Sirios sufren la brutalidad de su régimen

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Han pasado once semanas desde que estallaron los primeros brotes de protestas populares contra la dictadura del presidente Basshar al-Assad, de Siria, y las cosas continúan en el mismo tenor. Las manifestaciones siguen produciéndose en una diversidad de ciudades, diariamente se reportan decenas de víctimas mortales entre la población civil confrontada con el armamento pesado del ejército sirio, Al-ssad sólo ofrece cambios cosméticos que no convencen a nadie y la comunidad internacional reprueba e impone sanciones económicas que por lo visto no han sido capaces de contener el ímpetu asesino con el que las fuerzas de seguridad gubernamentales reprimen a los civiles en las calles. Tan sólo el viernes pasado activistas de derechos humanos y ciudadanos comunes que lograron filtrar información reportaron al menos 63 muertos en esa jornada, calculándose el número total de caídos desde el inicio de las protestas en más de mil. El país continúa sin permitir la entrada de periodistas extranjeros, por lo que se sospecha que la situación debe ser peor aún que la conocida. Por ejemplo, corre el rumor de que policía de seguridad ha disparado contra soldados que se han negado a atacar a sus conciudadanos.

En consecuencia, crecen entre la población siria insurrecta la desesperación y la amargura. A pesar de su tenacidad y valor para mantenerse en pie de lucha a fin de derrocar al régimen tirano, se dan cuenta de la soledad en la que llevan a cabo su combate. Las voces opositoras sirias que han conseguido hacerse oír fuera de su país señalan su decepción respecto a diversos actores que no se han comportado a la altura para contribuir al fin de la tiranía. Resienten que en comparación con los casos de Egipto, Túnez y Libia, ellos han sido abandonados a su suerte sin un apoyo eficaz.


De acuerdo con un reporte firmado por N. Mozes y publicado por Middle East Media Report Internacional (MEMRI), los principales reclamos de los activistas sirios son hacia:

–Estados Unidos, por su tibieza en el manejo de la relación con Al-Assad. Porque a pesar de las condenas verbales y las sanciones, no es mucho más lo que el gobierno de Obama ha estado dispuesto a hacer.

–Francia, cuyo gobierno actual promovió hace no mucho tiempo que Siria fuera un miembro aceptado por la comunidad internacional. Se reprocha que Sarkozy visitara Damasco en momentos previos a la revuelta, cuando pesaba sobre Siria la acusación de ser un Estado promotor del terrorismo y al mismo tiempo represor de las libertades esenciales de su población. La responsabilidad francesa de dotar de legitimidad a Al-ssad se subraya por el hecho de que fue precisamente Francia la metrópoli colonial que tuvo el dominio sobre Siria entre las dos guerras mundiales.

-La Liga Árabe, criticada por diversas voces sirias en el exilio indignadas por el silencio de este organismo ante los horrores que acontecen día a día en Siria. Tales voces señalan la notable diferencia en el comportamiento de la Liga Árabe con el caso libio. Exigen por tanto la expulsión de la Liga de los delegados sirios y el apoyo abierto de ese organismo a las resoluciones internacionales para investigar las acciones del régimen de Al-Assad contra su pueblo.

–Los intelectuales y medios de comunicación sirios que se han doblegado ante el terror o ante los incentivos del régimen y han optado por alinearse en la defensa de éste, enarbolando y reproduciendo las acusaciones de Al-Assad de que las protestas son producto de conspiraciones de diverso origen, sin razón ni legitimidad alguna.

No cabe duda que todos estos reclamos de la población siria asediada son esencialmente justos. Describen en efecto lo que pasa y revelan que más allá de los valores morales y de la solidaridad debida a un pueblo sometido al terror, existen fuertes consideraciones de realpolitik y de realidad objetiva general desfavorables que en este caso contribuyen al abandono y trágica soledad del pueblo sirio.

Fuente: Excélsior

Acerca de Esther Shabot Askenazi

Licenciada en Sociología egresada de la UNAM (1980), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana. (1982-1985) Fue docente en la ENEP Acatlán, UNAM durante 10 años (1984-1994). Actualmente es profesora en diversas instituciones educativas privadas, judías y no judías.De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional" tratando asuntos del Oriente Medio.Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior donde trata asuntos internacionales.Es comentarista sobre asuntos del Medio Oriente en medios de comunicación electrónica.Publicaciones:"Los orígenes del sindicalismo ferrocarrilero". Ediciones El Caballito S.A., México, 1982.En coautoría con Golde Cukier, "Panorama del Medio Oriente Contemporáneo". Editorial Nugali, México, 1988.Formó parte del equipo de investigación y redacción del libro documental "Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México en la primera mitad del siglo XX" publicado por la UNAM, Tribuna Israelita y Multibanco Mercantil, México, 1992.Coautora de "Humanismo y cultura judía". Editado por UNAM y Tribuna Israelita. José Gordon, coordinador. México, 1999.Coordinadora editorial de El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto en México. Ed. Memoria y Tolerancia, México, 2002.Redactora de la entrada sobre "Antisemitismo en México" en Antisemitism: A Historical Encyclopedia of Prejudice and Persecution". Ed. ABC CLIO, Chicago University, 2005."Presencia judía en Iberoamérica", en El judaísmo en Iberoamérica. Edición de Reyes Mate y Ricardo Forster. EIR 06 Enciclopedia Iberoamericana de Religiones. Editorial Trotta. , Madrid, 2007.Artículos diversos en revistas de circulación nacional e internacional.

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