Turquía se está convirtiendo rápidamente en uno de los países más interesantes de Oriente Medio, y no para bien.
Una organización terrorista denominada Unidad de Defensa del Pueblo detonó un coche bomba ante una comisaría de policía de Estambul. El kurdo PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) hizo volar por los aires un vehículo policial blindado y disparó y mató a un soldado que volaba en helicóptero. En cuanto al Partido Revolucionario para a Liberación Popular (DHKP-C), atacó el consulado norteamericano en Estambul.
Ninguna de estas organizaciones está afiliada al ISIS. Tampoco son islamistas. Son todas ellas deizquierda radical.
La Unidad de Defensa del Pueblo es una organización de nuevo cuño, mientras que el DHKP-C tiene décadas de existencia. Son maoístas de línea dura y de la vieja escuela y darían risa si no asesinaran a gente. Se escindieron en 1978 de la Vía Revolucionaria, que a su vez se escindió del Partido para la Liberación del Pueblo Turco, que a su vez se escindió de la Federación Juvenil Revolucionaria.
Así que sí, los Estados Unidos han sido atacados por comunistas. En 2015.
Y aunque pueda usted confundirlo con el cuasi comunista PKK kurdo –que es de alguna manera proamericano, desde que ayudamos algo a sus aliados en Siria–, el DHKP-C no es un movimiento kurdo y no tiene nada que ver con las luchas kurdas contra los Gobiernos de Irán, Irak, Siria y Turquía. Esta gente piensa que el Estad turco es un brazo del “imperialismo americano” en la región y tratan de aniquilarlo. Para ellos, aún estamos en 1978, aunque tampoco entonces fuera Turquía un brazo del “imperialismo americano”.
Hace unos días la edición inglesa del Daily Sabah reportó que se había detenido a 335 personas en los distintos operativos llevados a cabo en Turquía contra el ISIS, el PKK y el DHKP-C. Los ataques posteriores, presumiblemente, habrían sido represalias.
Así que Turquía está ahora en guerra con los izquierdistas y los islamistas simultáneamente. Hace unos pocos años, un editorial del Hurriyet sentenciaba: “La estrategia del ministro de Exteriores, Ahmet Davoutoglu, de no detener problemas con los vecinos ha derivado desgraciadamente (…) en una realidad de ‘estamos sin amigos’”. Lo cierto es que la situación es aun peor.
Los turcos habrían sido bien aconsejados para no hacer esfuerzos de utilería en lo relacionado con la cuestión kurda, finiquitar ese problema de una vez por todas y unirse a la lucha internacional contra el ISIS. Pero pero el Gobierno prefirió doblar la apuesta y acabó incendiando el país. Es interesante de observar. Desde la distancia.
Es difícil de creer que Turquía fuera en su día un serio candidato a la UE. Su mayor ciudad es mayoritariamente europea y buena parte del país se siente cuasi europeo, de la misma manera que Rusia, pero es una nación en la encrucijada con todos los problemas del Mediterráneo, todos los de los Balcanes y todos los del Medio Oriente. A la vez.
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