Ya se aproxima la fiesta de Januka, fiesta en la cual nos reunimos en torno a la luz de las velas para conmemorar la victoria de los Hashmonayim sobre los griegos, y sobre la vasija de aceite que debería haber perdurado solo un día, y gracias al milagro de Ds, se mantuvo encendida durante ocho días.
Ese milagro simboliza el alma pura de cada persona, que sin importar lo que suceda en el exterior, en el contexto, el alma nuestra seguirá siendo una “luz interna pura”. Y que cuando la vela siga encendida, la esperanza de una vida mejor no se pierde.
Todos y cada uno de nosotros tenemos esa luz divina dentro de nosotros, una luz espiritual que brilla, nuestra alma pura. Sin embargo, hay seres humanos cuyas luces están apagadas. En la actualidad, en Israel hay más de 700,000 niños en situación de riesgo según las autoridades locales. Nuestra tarea (la mía y la de ustedes) es recordarles a todos esos niños que su vela interna continúa encendida, que su alma –a pesar de todos los males externos- es pura.
Nosotros desde Migdal Ohr procuramos mantener encedida el alma de los miles de niños y jovenes judíos allanando el camino de transición de la oscuridad a la luz; tomándo esos niños en situaciones violentas y otorgándoles hogar cálido, cuidado personal, valores sionistas y judios, estudios de primer nivel que constituyen para ellos una base sólida para un nuevo comienzo. En todos los años que hemos estado trabajando en pos de los niños de Israel, hemos sido acompañados por amigos que nos han apoyado y han permitido brindar a miles de niños un hogar cálido y amoroso. Es nuestro deber, individual y colectivo, iluminar el camino para otras personas.
Así como existe la mitzvá de agradecer el milagro que ocurrió de Januka, también existe una mitzvá de agradecer cuestiones de índole personal. En esta ocasión, mis queridos amigos y amigas de México, me gustaría agradecerle a Ds. Agradecerle por el milagro que yo recibí de él hace cuatro meses. En un accidente de tránsito, mi pierna y tobillo fueron destruídas y la consecuencia fue una operación compleja. La hospitalización no fue fácil, especialmente los días de recuperación. Jazal dice “el herido no se permite ser liberado de la prisión”, y esa fue mi sensación: en lugar de ir y venir, de reunirme con personas y estudiantes, de ayudar a familias carentes y visitar enfermos en hospitales, vivi esos últimos meses “atado y confinado” a mi hogar.
No obstante, Bendito sea Ds, único que ve la luz al final del oscuro túnel, hoy en día Ds me ayudó a dar mis primeros pasos fuera de mi casa, y regresar lentamente a mi rutina que no descansa desde 1968. Es por eso que estoy confiado, que con la ayuda de Ds seguiremos juntos trabajando, ustedes y yo, para sacar del circulo de violencia y pobreza a miles de niños en Israel. Juntos seguiremos colaborando con los proyectos del Campus Migdal Ohr, la Aldea Zoharim, la Universidad para Ultraortodoxos, y muchas otras instituciones de caridad.
Junto con ustedes, queridos amigos, caminaremos e iluminaremos el mundo con una gran luz de esperanza.
Los saluda cordialmente,
Rabino Yitzhak David Grossman
Presidente y Fundador de Migdal Ohr
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