Yom Yerushalaim (El día de Jerusalem)

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La soberanía del pueblo de Israel en su Tierra desde Jerusalem, su eterna capital, nos da la seguridad de que los valores esenciales de la humanidad no están en un museo sino que están vivos y que nada ni nadie los puede distorsionar.

La soberanía del pueblo de Israel en su Tierra desde Jerusalem, su eterna capital, nos da la seguridad de que los valores esenciales de la humanidad no están en un museo sino que están vivos y que nada ni nadie los puede distorsionar.

El mundo necesita a Israel en su Tierra como el cuerpo al alma para poder conectarse con la Vida.


Todo en este mundo posee cuerpo: su materialidad, alma: lo que lo anima y un espacio vital: el lugar donde desarrolla su vida. De la misma forma Israel posee un cuerpo colectivo: los individuos que lo componen, su alma: el contenido espiritual que lo vivifica en pos de sus objetivos y su espacio vital: su Tierra.

Sólo cuando el pueblo está unido en su Tierra y de acuerdo a sus contenidos espirituales y a sus objetivos puede activarse el mecanismo a través del cual Israel revela su verdadera esencia con la cual inspiró a lo largo de toda la historia los valores más preciados que la humanidad posee.

Para que ello sea posible, todas las manifestaciones de la vida israelí: el gobierno, el sistema judicial, la vida cultural, el arte, la economía, la agricultura, la industria, etc. toda vivencia debe transformarse en canales de expresión de la auténtica identidad de Israel.

Lograr un alto estándar para sí mismo no es suficiente

Esa situación existió durante la época del rey Shlomó. Israel era una nación soberana en su Tierra, tenía su propio gobierno basado en Principios Superiores, ejército, una economía autosuficiente, agricultura, etc. Israel logró un estándar de civilización pocas veces alcanzado en la historia humana, pero no fue suficiente para inspirar al mundo con sus ideales altruistas y la fuerza civilizadora que alcanzó para sí.

El testigo de la historia

El Kotel, situado a pocos metros del Kodesh HaKodashím del antiguo templo de Jerusalem, conoció los momentos trascendentes de la historia.

Hace unos 2800 años Shlomó HaMélej, el rey Salomón, construye en «esa hermosa montaña» que vió Moshé el templo de Ierushalaim. El templo conectaba los cielos y la tierra, el dar y el recibir, y desde allí Shlomó HaMélej, el más sabio de los hombres, enseñaba a los líderes mundiales a discernir correctamente.

Influir o ser influído

El hombre influye o es influído. Al no lograr influir suficientemente al mundo, Israel no pudo sustentar por mucho tiempo su estándar y las influencias exteriores se infiltraron creando división; entonces los enemigos destruyeron el Templo y así perdimos nuestra soberanía.

2400 años atrás un 9 de Av el Templo arde en llamas, Israel sale al exilio. 70 años después Israel retorna para reconstruir nuevamente el Gran Templo de Ierushalaim.

Hace unos 1930 años, otro 9 de Av, los romanos conquistan Ierushalaim y queman el Templo. El pueblo de Israel es dispersado

por todo el mundo.

Una experiencia única

Surgió un experiencia nueva y única en la historia de la humanidad: una nación toma contacto con prácticamente todos los pueblos y culturas que existen en el mundo. Israel permanece casi 20 siglos en el exilio para retornar nuevamente a su Tierra ancestral, trayendo consigo sus milenarias tradiciones y experiencias que recogen la esencia de la historia.

Profecías

Israel en ningún momento olvidó su Tierra, a Ierushalaim, al Templo, entonces sucede un milagro: el Estado de Israel.

En 1967 otro milagro, Ierushalaim vuelve a manos judías.

Miles de años no lograron extinguir los valores más preciados del Pueblo judío. Después de casi 2000 años comenzamos a ver realizadas las antiguas profecías. Y es sólo el comienzo.

Nuestro desafío

Los valores esenciales de la civilización, que en tiempos antiguos no lograron trascender más allá de Israel, hoy pueden llegar a todos los rincones del mundo a través de la globalización y la internet. Cuando ese mecanismo se active inspirando el potencial de bondad latente en el ser humano toda la humanidad, Bezrat HaShem, se beneficiará del altruismo que surge de la correcta implementación de la Sabiduría contenida en la Torá.

Un fenómeno universal y necesario

Retornamos del exilio a nuestra Tierra para continuar nuevamente desde nuestro hábitat natural este proyecto de bien universal.

El proceso que comenzó con Abraham Avinu hace casi 4000 años y continuó con el resto de los Patriarcas, Profetas, etc. sintetiza los anhelos más preciados no sólo de Israel sino de toda la humanidad: el retorno al orden esencial.

La seguridad esencial

La soberanía del pueblo de Israel en su Tierra desde Jerusalem, su eterna capital, nos da la seguridad de que los valores esenciales de la humanidad no están en un museo sino que están vivos y que nada ni nadie los puede distorsionar.

El mundo necesita a Israel en su Tierra como el cuerpo al alma para poder conectarse con la Vida.

Source: ElReloj.com

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