Menú de Shabat || El juez está en nuestro comedor

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EL JUEZ ESTÁ EN NUESTRO COMEDOR
Sumergimos la manzana en la miel, hacemos una Berajá, shaná tová u’metuka, que tengamos un feliz y dulce año nuevo.
Todos estamos familiarizados con la tradición de tomar una variedad de diferentes frutas y verduras y recitar varias oraciones y pedimos por un año de Berajá y Hatzlajá. Sin embargo, ¿Cuál es exactamente el significado y la profundidad detrás de esta práctica? ¿Qué pretendemos lograr al tomar estos alimentos especiales y decir una oración que los acompañe?
David se encontraba en medio del ajetreo de Manhattan, con el traje arreglado y el maletín en la mano, acabando de terminar un día de trabajo. Avanzando lentamente hacia la esquina más cercana, al llegar al semáforo en rojo, otro caballero apareció a su lado. También se comportaba con un aire de clase y profesionalismo, acentuado por su traje y maletín de diseñador. “Hola”, gritó David casualmente, “mi nombre es David, ¿cómo te llamas?” El caballero volvió a mirar a David y dejó escapar una agradable sonrisa. “Soy Jeff. Un placer conocerte David.” Habiendo captado la atención de un amigable extraño, David procedió a entablar conversación. “¿A dónde vas?” “Oh, estoy de camino a mi apartamento a un par de cuadras más abajo”. David también iba en la misma dirección. “Yo también. ¿Te importaría si te acompaño a caminar?” Jeff dejó escapar una pequeña sonrisa nuevamente, la luz roja acababa de volverse verde. “Claro, vamos”, señaló.
David y Jeff continuaron caminando por la acera. Entre algunas charlas sobre negocios, política y la vida en la ciudad, la conversación fue fluida y animada entre los dos. Cuando David llegó a su apartamento, situado a unos metros antes del de Jeff, lo miró a los ojos y le tendió la mano. “Jeff, ha sido un verdadero placer. Sabes, si tienes unos minutos, ¿por qué no vienes a mi casa y tomamos una copa?”
Con algo de tiempo de sobra y habiendo disfrutado también de la compañía, Jeff aceptó felizmente.
Una vez dentro, David no perdió tiempo en sacar algo de licor reservado para ocasiones especiales. “Por cierto, Jeff”, dijo David mientras servía lentamente un vaso, “¿cuál era tu apellido?” “Feder”, fue la respuesta. “Jeff Feder”. David continuó llenando dos vasos mientras Jeff observaba pacientemente con una sonrisa.
En eso sonó el teléfono, “disculpa Jeff”, interrumpió David, “estoy esperando una llamada importante, regresaré en un minuto”. David se dirigió rápidamente a la cocina, con la intención de regresar con su invitado lo antes posible.
“¿Hola?” “David, este es tu abogado, Mark”. “Oh, hola Mark. ¿Cómo estás?” “Sólo quería recordarle que debe estar en el tribunal mañana antes de las diez. Asegúrate de no llegar tarde”. “Ah, y una cosa más. Descubrí quién es el juez. Su nombre es Jeff Feder. Nos vemos mañana.”
David mantuvo el teléfono junto a su oído durante unos segundos, mientras el tono de marcar seguía sonando. ¿Jeff Feder? ¿Estás bromeando? ¡Está en mi sala ahora mismo!
David, un poco nervioso y tenso, no podía creerlo. ¿Qué tengo que hacer? pensó para sí mismo. “Bueno, sé lo que no debo hacer. No debería entrar a la sala y decir: ¡Jeff, Tú eres mi juez mañana!” Eso sería lo peor que podría hacer. Probablemente pensaría que se trata de algún tipo de trampa. Será mejor que vaya a lo seguro, sé elegante y casual.
David se enderezó y regresó tranquilamente a la sala de estar como si nada hubiera pasado. Caminando hacia Jeff, David tomó su vaso, miró directamente a Jeff y dijo: “¡Jeff! Me gustaría proponer un brindis. ¡Ojalá tengamos un dulce año nuevo! Jeff, levantó su copa y exclamó: ¡Amén!. Luego, David levantó su copa una vez más, “Quiero proponer otro brindis, ¡Todos los que quieran hacernos problemas, que no nos afecten! “Brindo por eso David”, dijo Jeff, mientras levantaba su vaso y tomaba otro sorbo.
David y Jeff compartieron un par de brindis más, deseando que ambos puedan lograr tener mucho éxito, disfrutar de un año fabuloso y estar en la cima y no en el fondo. En cada brindis, Jeff levantaba su copa y expresaba, ¡Amén!.
Después de terminar varios brindis y disfrutar de la compañía del otro durante un rato, David llevó a Jeff hasta la puerta. “Ha sido un placer, Jeff. Tendremos que cruzarnos pronto y reunirnos de nuevo”. Y dicho esto, Jeff siguió alegremente su camino.
Cinco minutos para las diez del día siguiente, David estaba en la sala del tribunal. Mirando al juez desde lejos, David notó cómo hojeaba tranquilamente sus papeles. David pensó que seguramente Jeff, ya se había dado cuenta exactamente de quién se trataba el caso. Pero no se hizo ningún contacto visual especial, ni ningún gesto. El juez, Jeff, escuchó el caso de principio a fin.
Jeff conocía “personalmente” a David y, siendo ese el caso, sabía que David era incapaz de lo que el se le acusaba. Por lo que el juez anuncio, “Caso resuelto”.
Esto es lo que significa la noche de Rosh Hashana. Se nos da un privilegio y una oportunidad única la noche anterior al gran día del juicio. Estamos llenos de optimismo, porque confiamos en que D-s nos encontrará favorable en su juicio y nos concederá un año nuevo lleno de Beraja. ¿Y por qué es así? Porque justo la noche anterior tuvimos el honor de recibir a Hashem, el Juez supremo, en nuestro comedor. Tomamos varias frutas y verduras y propusimos varios brindis. “Que seamos cabeza y no cola, que nuestros méritos brillen, que tengamos un año dulce, que sea un año próspero”. Y a cada uno de estos brindis, Hashem respondió ¡Amén!. “Ustedes son mis hijos”, dijo Hashem, “y Yo cuidaré de ustedes”.
¿Cuánto daríamos por tener aunque sea unos minutos al juez la noche anterior a nuestro gran juicio?
¿Adivinen qué?
Lo vamos a tener, ¡aprovechemos!
Shabat Shalom
Precioso Mensaje escrito por el Jajam Mordejai Tussie

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